Los Niños de la Noche: Historia y Leyenda en tiempos de guerra
Los Niños de la Noche: Historia y Leyenda en tiempos de guerra
Fran Andújar

1. Explicaciones introductorias.

Los Niños de la Noche es el nombre que se dio a los combatientes que operaban en el frente de Granada durante la Guerra Civil. Se hicieron famosos, sin aparecer públicamente en ningún sitio, por salvar la vida de muchos granadinos, amenazados de muerte en la Granada ocupada por los militares y fascistas sublevados. Estos grupos hacían también operaciones de sabotaje e infiltración, pero los salvamentos y rescates de personas que querían evadirse produjeron unos impactos emocionales en numerosas familias y vecinos de Granada, que con el tiempo se fue transformado en una viva leyenda, a falta de investigaciones históricas sobre ellos, tarea difícil por la escasez de fuentes primarias, más allá de la oralidad y memoria. Ante tanto desconocimiento y confusión, se ha dado en la historiografía una reproducción de datos poco exactos, a menudo distanciados de la propia memoria de los vecinos (a menudo más cercanos a la realidad), pese sus limitaciones para expresar sus conocimientos y ordenarlos.

Vidal, Antonio, “Desde Guadix, cuartel general de los frentes de Granada”, Solidaridad Obrera, 27 de Septiembre de 1936, nº 1.390 (6ª Época), pág. 6.
 

Para quienes no conozcan nada la ciudad de Granada y su entorno, su historia y lo que fueron las luchas sociales en su historia contemporánea, vamos a intentar dar unas síntesis al respecto.

Granada está al Oeste de Sierra Nevada y al Este de una rica vega, mientras que el Norte es una zona que se va elevando hasta llegar al Altiplano, y el Sur lo mismo hasta el Suspiro del Moro, punto del cual empieza a descender hasta el mar. En la parte oriental de la urbe encontramos El Fargue, un pueblo que sigue siendo parte del municipio granadino, y también, por otro camino más al Sur, Quéntar y Güejar Sierra, ésta última toca la parte alta de Sierra Nevada por su parte occidental. Los extremadamente ricos cultivos de Granada se sitúan por el Sur, Oeste y Noroeste, en unos campos atravesados por acequias y ríos: es la vega. Dentro de Granada ciudad hay cuatro ríos: el más famoso de ellos quizás sea el Darro, apenas un riachuelo que pasa por debajo de la Alhambra y el famoso Paseo de los Tristes, así como buena parte del centro de la ciudad, aunque hoy día se ha cubierto parte de su trayecto. Viene desde Huétor Santillán, pasando por debajo del Sacromonte, Alhambra y Albaicín, y termina en la ciudad de Granada confluyendo con el río Genil. El río Genil es el más grande, sin ser comparable a ningún gran río no ya de Europa sino de España. Viene desde el municipio de Güejar Sierra y termina en el río Guadalquivir, bañando el sur de Granada, hoy por el centro pero ayer en la periferia. Un tercer río es el Beiro, que no se ve en toda Granada por estar cubierto, salvo en el extremo oriental donde se visualiza desde el Caserío de Montijo, o saliendo hacia la vega, a la altura del Barrio de la Juventud. Un cuarto río es el Monachil que pasa por el sur, en el barrio del Zaidín. Más allá hay otro río, que no toca el municipio granadino, pero bien conocido por los mismos vecinos del Zaidín, que es el Dílar. Finalmente, el casco urbano actual de Granada hace una especie de reloj de arena que se estrecha por el centro y se expande hacia los extremos norte y sur. Hoy día sus barrios se clasifican por el Albaicín en su parte oriental; el Sacromonte como un barrio periurbano y poblado de cuevas más al Este todavía; San Miguel Alto como otra zona de cuevas, situado en la parte más alta de su zona oriental, la Cartuja al Noreste que cubre hoy un campus universitario grande; el Realejo como parte del centro hacia el sur de la Alhambra, zona de talleres y comercios urbanos; Fígares construido por el siglo XX que alojó a muchos militares y pilotos; la Manigua, hoy destruido por ser un barrio pobre en el centro urbano del siglo XX, al Oeste del Realejo; el Zaidín que nacerá en el siglo XX sobre una zona de vega y que hoy es el puro Sur de Granada; la Chana y Almanjáyar que nacerán al igual que el Zaidin pero por todo el Norte de la ciudad, en torno a las fincas y caseríos que poblaban el lugar; el Camino de Ronda en su parte Oeste que toca toda la vega, entonces con viviendas y edificaciones rupestres aisladas, hoy es punto neurálgico de la ciudad; el barrio de San Lázaro que ocupó una parte de su antiguo Norte y es anterior a Cartuja, Almanjáyar y Chana, hoy es parte del barrio «de Plaza de Toros»; y el Centro con su Alcaicería y determinados distritos: Sagrario, Campillo, Magdalena, Angustias, Boquerón, etc.

Manifestación obrera de la CNT en Granada. En Ahora 13 de Octubre de 1931, pág. 13.
 

La población obrera del siglo XX ocupaba principalmente los barrios marginales, incómodos, periféricos y altos, como el Albaicín. Sin embargo su número en habitantes era muy grande, y estuvieron en casi todas las zonas. Tras la destrucción de numerosas casas, edificios históricos y callejuelas durante la segunda mitad del siglo XIX, se construyó la Gran Vía, obligando a los obreros de la zona a buscar otras casas, que encontraron principalmente en las zonas altas, bastante abandonadas por entonces. El Albaicín se va repoblando y el campo suministra un éxodo rural que aumentará el número de trabajadores. Nace así una comunidad más o menos unida y popular dentro de la clase obrera granadina. Cuando aparece la Primera Internacional en España y llega a Granada, con la principal idea de promover el asociacionismo, su clase obrera se suma al nuevo internacionalismo obrero, bajo influencia del sector antiautoritario, el bakuninista, desempeñando pronto un papel muy activo, que provocará la consiguiente represión. El desmantelamiento de la Internacional se aprovechará por parte del socialismo para cubrir los vacíos del asociacionismo internacionalista. Los anarquistas siguen activos en grupos de afinidad más o menos clandestinos, mientras promueven los sindicatos autónomos no políticos. En 1917 la UGT socialista crea la Casa del Pueblo e invitan a todos los sindicatos a unirse, creándose la Federación Obrera Provincial. Esta Federación envía delegados a los congresos de CNT y UGT, y su Sindicato de la Construcción acoge y promueve la gira de propaganda en Andalucía. La Casa del Pueblo se unirá a la CNT en bloque. Con la Dictadura de Primo de Rivera el anarcosindicalismo pasa a la clandestinidad, y los socialistas se encuadran dentro del régimen, influyendo en el gobierno. Tras la caída de la dictadura, se da paso a la II República, que supondrá los mejores años del movimiento anarcosindicalista español. El progresivo triunfo de los trabajadores y de sus sindicatos provocará un golpe de Estado militar por parte de las derechas políticas, que no aceptan la paulatina democratización popular del régimen. Estalla así la Guerra Civil, donde los golpistas toman la ciudad de Granada pero se encuentran con una fuerte resistencia en varios puntos como el Albaicín o el Barranco de Abogado. En cambio, casi toda la provincia está en manos de la II República. Durante el conflicto, Granada será un frente muy estático tras las primeras tomas de los milicianos, pero sí existen las maniobras de Queipo de Llano en Enero de 1937 contra el Poniente Granadino, que toman por la fuerza en pocos días.

La Guerra Civil nos acerca a los Niños de la Noche. Vamos a explicar lo que era este grupo.

2. Los Niños de la Noche.

En Granada las autoridades republicanas, tanto el Gobierno Civil (representantes del gobierno central en la provincia) como el Ayuntamiento (gobierno local), vieron el levantamiento militar como algo que ocurría en otros sitios pero no en Granada, por lo que pedían mantener la calma y el orden público. Conocían a los responsables militares en Granada, y confiaban en que no se sumaran a la sublevación. La población granadina, más desconfiada, sí pidió armas. Aunque en esta época había cierto tráfico de armas ilegales entre la población, lo cierto es que la policía había logrado descubrir casi todas ellas en distintas operaciones, y un control generalizado tras el levantamiento de Asturias de 1934 (que no tuvo repercusión en Granada pero motivó exageraciones y alarmas) requisó todas las armas que existían, incluso entre los cazadores, haciendo una limpieza general y no renovando licencias a quien no convenía. Las armas, tanto militares como confiscadas, estaban concentradas en el Cuartel de Artillería. Aunque no era competencia ni del Ayuntamiento ni del Gobierno Civil, la falta de información de lo que ocurría y la negativa de los militares a entregar armas, dificultó que la población tomase otras iniciativas, como en Alicante, cuando se asaltó el Cuartel de Infantería y las masas tomaron las armas allí guardadas. En Granada se hizo una gigantesca manifestación contra la sublevación, exigiendo la entrega de armamento. Como no se entregaba ni se hacía nada, algunos activistas presentes en una reunión casi arrojan desde el balcón del Gobierno Civil al Gobernador. Todo este tiempo perdido y preferencias institucionales por un orden público y no un pueblo armado facilitó que los militares, partidarios del Golpe excepto un pequeñísimo grupo, arrestaran a los díscolos y empezaran a tomar puntos estratégicos de la ciudad: el Aeródromo de Armilla, la Fábrica de Armas de El Fargue, Alhambra, San Miguel Alto y Plaza del Carmen, donde se encuentra el Ayuntamiento. Tras algunos incidentes armados en el centro, que a duras penas llegaron a combates, Granada ciudad cayó en manos de los sublevados. Tan solo algunos barrios altos, como el Albaicín y el Barranco del Abogado, se resistieron. Intentaron entrar con vehículos, pero las barricadas y las bombas artesanas arrojadas desde los balcones lo impidieron, y causaron bajas entre los golpistas. El Barranco del Abogado cayó a base de francotiradores y combates que dirigió un líder falangista, Nestares. El Albaicín aguantó varios días, hasta que se acabó la poca munición y bombas que tenían. Ante la amenaza militar de bombardear el barrio de forma indiscriminada por la aviación y una artillería fuera del alcance de los resistentes, se decidió huir, mientras que quienes quisieran quedarse en Granada debían cumplir las órdenes de los sublevados, que era bajar al centro de la ciudad, y quien no pudiese, dejar una bandera blanca. Al final casi todo aquel que se quedó en el barrio fue ejecutado sumariamente, aunque tuviese ondeando una bandera blanca o estuviera desarmado: los sublevados tenían mucho miedo que fuese un engaño1.

Muchos resistentes pudieron huir y es así como se va desarrollando una red de personas que conocen el terreno y saben cómo escapar, que se ocultan en el anonimato y simple vecindad.

En Alicante, que hemos mencionado, vivía y trabajaba un famoso anarquista granadino, que llegó a dicha ciudad después del año 1934, tras muchos años de ser perseguido por sus destacadas actuaciones en Granada. Es Francisco Maroto del Ojo, un personaje muy popular, de profesión ebanista, y fama de grandote. También sobresalió en Alicante y estaba preso en la cárcel cuando comenzó la sublevación, pero cuando se conoció lo que ocurría en el país, fue liberado. En Alicante no se habían levantado los militares, por lo que, tras un mitin, fueron al Cuartel de Infantería, con Maroto a la cabeza, y entraron por sorpresa, tomando las armas en el santabárbara sin heridos ni muertos. A partir de entonces, organizaron columnas para marchar a otras partes del país. Maroto organizó una pequeña fuerza para ir a recuperar Granada. En una semana, fue hacia allí, y se fue encontraron con un gran número de evadidos granadinos que quisieron unirse a su Columna, que empezó a llamarse espontáneamente la de Maroto, y así se quedaría. De apenas 200 hombres en Alicante (posiblemente menos), llegarán a ser 800 en una semana, hasta varios miles, en primavera de 1937. Es obvio que muchos evadidos granadinos se unieron a la Columna, como aparecen en muchos documentos y memorias. Muchos de ellos participaron en la resistencia del Albaicín y conocían bien el terreno. Y huyeron porque sabían que iban a ser asesinados: en Granada estaban masacrando a la población, con ejecuciones sumarias en las calles, en el cementerio y en el campo. Se desató un terror absoluto, y hasta gente no comprometida políticamente querían huir, por el clasismo impregnado en las derechas que exterminaba no solo al militante de izquierda, sino a todo aquel que se saliera del esquema del modelo de orden social que tenían.

La Columna Maroto realizó varias operaciones notorias por diferentes razones, pero aunque se habló mucho de su intervención en Güejar Sierra, como parte de una operación más amplia, fue más importante la toma de toda la zona que hoy es el pantano de Quéntar, incluyendo Tocón de Quéntar y el Puntal de la Morena, asumiendo un amplio frente que vigilaba Güejar Sierra, Quéntar y Beas de Granada. Asimismo, según ciertos momentos, ocupó también Colomera y su frente, y tenía sus acuartelamientos en Guadix y Baza. Tras la militarización, la 89 Brigada Mixta fue enviada al frente de Arjona, en Jaén y Córdoba, y la 147 quedó en retaguardia por los problemas que se dieron entre Francisco Maroto del Ojo y el Gobernador Civil de Almería, Gabriel Morón. La Brigada estuvo en diferentes puntos de la Alpujarra y acabará tomando parte en algunos golpes de mano.

Cartel de la Columna Maroto.
 

Los Niños de la Noche no aparecen en ningún documento oficial conocido. Fue un grupo que surgió dentro de la resistencia del Albaicín, se desarrolló espontáneamente, y aunque no oficialmente, sabemos que fue acogido por la Columna Maroto, predominantemente anarquista. Casi la totalidad de los testigos coinciden en que la resistencia del Albaicín fue llevada a cabo por los libertarios, que eran la fuerza predominante en Granada, pero aún más en los barrios marginales. Los socialistas eran la otra gran fuerza pero estaban más presentes en el centro. Pero esa resistencia no solo fue un intento o una oportunidad, sino que empezó esperando la llegada de refuerzos, pero sobre todo logró salvar miles de vidas en los días en que estuvo activa, y dará pie, con estas experiencias de salvoconductos, a los Niños de la Noche, que a su vez, además de combatir en la guerra, salvarán incontables vidas. Es en las fuentes de los libertarios donde vamos a encontrar noticias de los Niños. Con todo, siempre podemos especular de Niños de la Noche o grupos semejantes en otras fuerzas milicianas que no estuvieran en la Columna Maroto, pero los escasos y vagos casos que conocemos consisten en otros grupos libertarios pero provenientes de Jaén y otras zonas. También se les ha confundido con el XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero, conocidos como los Hijos de la Noche, cuerpo regular del Ejército Republicano constituido en todo el país. La confusión se generaliza aún más por los procesos represivos franquistas, no ya incapaces de distinguirlos, sino también interesados para abrir más el abanico de posibilidades de relacionar a los acusados con todo tipo de acusaciones. El hecho de no reivindicarse ni existir oficialmente también promueve a su relación con la citada unidad, creada por decreto en Mayo de 1937, después de los momentos más intensos de los Niños. Ésto fue en los primeros meses, cuando las necesidades de escapar eran más intensas y se vivía la fase miliciana en las que se desarrolló cierta espontaneidad, es muy probable que los Niños de la Noche siguieran existiendo tras la militarización como fuerza informal dentro de las columnas convertidas en Brigadas Mixtas, que en el caso de la Columna Maroto supuso la transformación en las 89 y 147 Brigadas Mixtas. Los integrantes de Niños de la Noche que conocemos con certeza no actuaron, por lo que sabemos, en el XIV Cuerpo cuando éste fue creado.

En esencia, los Niños de la Noche eran grupos de granadinos que se dedicaron a la infiltración, y entre sus diversas operaciones, a sacar gente de Granada para salvarlas de la represión y de las ejecuciones. El terror era tal que gran parte de la ciudad quería huir, pero los golpistas vigilaban los accesos del casco urbano, siendo muy arriesgado escapar. Se preguntaba con ansiedad a personas de confianza si conocían y tenían trato con los Niños, para intentar salir. Pronto, los Niños de la Noche, que no aparecen nunca en ningún papel, están en boca de todos, incluso de gente no izquierdista. La masacre era tal, y habían tantas confusiones o resentimientos personales, que fácilmente cualquiera podía ser asesinado.

Las evacuaciones tuvieron un impacto emocional tan grande que todos querían contactar a los Niños de la Noche, pero nadie sabía quienes eran, dónde estaban y qué estaban haciendo. De ese querer contactar pasó a ese querer, directo, y después, tras sus éxitos, a la exaltación. Era una leyenda lejana, oscura y romántica. Sí se sabía que eran jóvenes, muy jóvenes, porque el movimiento anarquista granadino tenía una media de edad muy baja, de 20 a 26 años, especialmente entre sus más militantes. A los jóvenes se les llamaba «niños» y lo identificaban con algo o con algo de sus progenitores. Pero también «niño» era un apodo habitual en Granada, sobre todo entre la gente de sectores marginados: Niño de la Carbonera, Niño del Delirio, Niño de San Juan de Dios, etc. Costumbre granadina en el habla, y realidad de la juventud de sus integrantes, se conjugaron para fomentar una leyenda oscura, excepcional y salvadora.

Los Niños de la Noche, además de evacuar a gente, realizaban sabotajes, daban golpes de mano y se afirma en los campos granadinos que también ponían banderas en las afueras con bombas en el pie que se activaba cuando se sacaba.

Hay que señalar que el nombre de los Niños de la Noche aparecen sobre todo en las fuentes franquistas, y ya al terminar la Guerra, durante los sumarios y procesos judiciales. Esas menciones denotan que eran nombres ya conocidos desde mucho antes, pese no aparecer por escrito: es algo que se sabía oralmente, y muy ampliamente. Belén Sánchez Fernández fue autora de un artículo sobre los Niños de la Noche, muy interesante porque conoció a varios de ellos2. En dicho trabajo se hace especial hincapié en el misterio que envuelve a la leyenda, que como hemos visto pertenece a la cultura oral. En cambio, por escrito había poco y confuso, de modo que el caso de los Niños de la Noche es algo bastante complicado para la investigación histórica más académicas. Pero hay pistas, gracias a que la cultura oral es tan amplia que siempre deja algunas huellas.

3. Luz de Luna de los Niños de la Noche.

Vamos a exponer algunos datos que nos hablan de los Niños de la Noche de un modo concreto y exacto, para ver que hay realidad en las leyendas. Pese a las dificultades historiográficas que plantea su «noche», existieron los Niños, y la Historia, el registro escrito, puede hablarnos de ellos con algunas fuentes, su «luz de luna».

Mapa topográfico de Güejar Sierra en 1937, editado en 1938. En Instituto Geográfico Nacional. Organismo Autónomo Centro Nacional de Información Geográfica.
 

El primer documento que vamos a exponer es un reportaje del periódico anarquista catalán Solidaridad Obrera, sobre un niño evacuado de Güejar Sierra que llegó a aventurarse entre las líneas hasta que se topó con algunos milicianos que actúan igual que los Niños, pero nunca son citados con ese nombre. Reproducimos el reportaje:

«A las pocas horas de haber llegado de Málaga, unos compañeros de la columna Maroto que se habían desplazado desde el frente para cumplimentar unos encargos en Guadix, nos enteraron de que, desde Tocón de Quéntar, estaba a punto de llegar un niño de corta edad, escapado de la furia de los fascistas, y quería que le hiciéramos algunas preguntas con respecto a su atrevida odisea. Como sea que nosotros antes de abandonar el sector de Guadix, sobre el cual hemos hecho ya varias informaciones, teníamos vehementes deseos de hablar con el Jefe de las columnas que operan en los diferentes frentes de Granada, y la entrevista, por conveniencia del Estado Mayor, se demoraba, no tuvimos inconveniente en esperar la llegada del niño José García, que así se llama el intrépido muchacho. Serían las doce del día cuando nos fue presentado en la humilde habitación que ocupamos.

(…)

– La detención de mis dos primas mayores se efectuó a primeras horas de la madrugada del día 14 de este mes. Aprovechando entonces los momentos que nos dieron para que nos vinieran a recoger a mí y a otra prima mía de la misma edad que yo, nos marchamos por unos barrancos, con dirección al Tocón de Quéntar. Al poco rato de andar nos separamos a fin de no llamar tanto la atención. Salimos del cortijo casi desnudos, pues los fascistas, en el registro que efectuaron en nuestra casa de Güejar Sierra, se llevaron todas las ropas, quemando todo lo demás que no consideraron de valor alguno.

– ¿…..?

– Me presenté a las primeras avanzadillas de la columna de Tocón de Quéntar, serían las dos de la tarde, y a eso de las cinco supe que mi prima estaba también en el pueblo, en compañía de mi madre.

– ¿Te encuentras bien entre nuestros compañeros que componen las milicias?

– Mucho. Así que llegué a Tocón de Quéntar, los compañeros me vistieron como ustedes ven y me trataron muy bien. Comí como hacía días que no lo había hecho, y estoy dispuesto a no moverme de allí, luchando contra los militares malos. Además allí, entre los nuestros, tengo a mucha familia, tíos, primos y demás parientes.

– ¿Por qué no tomaste la dirección al escapar, hacia Granada? El niño hace un gesto queriendo demostrar lo ingenuo de la pregunta y dice:

– Por temor a que me mataran como sucede con otros que lo han hecho. Cuando los fascistas se enteran de que los que se escapan o sus familias tienen ideas avanzadas, los matan sin compasión.

José García, el valeroso muchacho que antes de caer en poder de los facciosos arrostró todas las penalidades y peligros, va recobrando ánimos. En media hora de encontrarse entre nosotros su cara aparece más tranquila. Su semblante es optimista, y si no fuese -según dice- porque no sabe nada desde hace muchos días de su padre y de sus hermanitas, ya casi estaría contento del todo. Procuramos distraerle de su pesadilla contándole cosas propias de su edad, y le invitamos a que pase todo el día con nosotros, cosa que acepta muy gustoso. Al día siguiente debe marchar a Tocón de Quéntar, lo que él ya le llama ‘mi puesto’.«3

Un testimonio aún más importante son unas memorias escritas por un anarquista granadino a finales de los años setenta, mucho después de los años de la Guerra Civil. Habla de los Niños de la Noche expresamente. Deja claro que en Granada ya se les conocía y se preguntaba por ellos para escapar de la ciudad. Se trata de Vicente Castillo, militante de base de la CNT antes de la guerra, de oficio confitero, que durante la sublevación no pudo unirse a la resistencia albaicinera por sorprenderle en el centro de la ciudad, con el barrio ya acordonado por los militares. Su testimonio es fundamental porque él escapó de Granada gracias a los Niños de la Noche en Enero de 1937 y da muchos detalles de cómo actuaban. Da nombres de de algunos de sus integrantes, que él conocía personalmente. Su relato explica que el modo de salir comenzaba con la colaboración de gente que hay dentro de la ciudad, que da una primera información de momento y lugar para los encuentros. Castillo irá junto a varios reclutas del ejército sublevado para escapar. Están uniformados pero sin armas, lo cual es por sí peligroso. Le acompañaron varios compañeros que se criaron por el Sacromonte y sus cuevas, necesarios por conocer bien los accesos y escondites:

«Paquito el de la boca grande me dijo: ‘Vicente, ha bajado mi cuñado en unión de los ‘Niños de la Noche’, si quieres esta noche te espera por encima de la Fuente del Avellano; tenéis que ir primero a la caseta del guardia y este indicará el punto exacto.

(…)

La fuga fue, en principio, de muchas precauciones: teníamos que andar por las veredas del Sacromonte escondiéndonos por las cuevas, muy en silencio, y atendiendo a los perros ladradores. Ya, casi a la altura del seminario, bajamos al río Darro, tratando de llegar hasta el puente Quebrado. Dado este movimiento fue posible gracias a Laureano Pérez y a Manuel Hidalgo, conocedores de estos lugares por haberse criado en ellos.

Teníamos que burlar un control, entramos en la venta y estos preguntaron a la dueña por dónde andaba la Guardia Civil; ella con un guiño y un movimiento de cabeza indicó que estaban dentro; éste fue el momento que se aprovechó para emprender la marcha a paso ligero, bajar al río, atravesarlo por el puente Quebrado y plantarnos en la casilla del guarda del Avellano.

La familia del guarda y él mismo no conocía a ninguno de los que íbamos, nada decía saber y negaba y negaba que por allí hubieran visto a Niños de la Noche ni a nadie; por más detalles que dimos y razonamientos, seguía negando; ellos se habían asustado al ver por lo menos a 25 jóvenes vestidos de soldados, ‘mire, no llevarnos armas ¡qué más hubiéramos querido!’

Volvernos no nos era posible, nos poníamos impacientes y ya estaba en mi mente maltratarles; pero esto sería en último lugar.

Por fin se convencieron: el mayor de la familia, que debía ser el guarda, nos subió por la ladera del monte, la noche nos cerraba con su oscuridad el camino, y un objeto duro tropezó con mi pecho: era el cañón de una metralleta que con sus ojos me veía en la oscuridad, que tenía Castillo, de apodo ‘Castillito’, de oficio ebanista y un poco tartamudo.

Él me conoció antes de tropezar con mi pecho con aquel aparato de un ojo sin luz.

Cuando mi vista se acostumbró al lugar, lo conocí, aunque ya cuando habló sabía quién era.

Años después le he hecho referencia de aquel momento y no lo recordaba; él había bajado varias veces, y no recordó este detalle.

Ya, cuando llevábamos unas dos horas andando, era el 14 de Enero de 1937.

Aún era de noche en aquel largo amanecer cuando los guías nos dijeron que podíamos hablar fuerte o como nos diera la gana: el peligro había pasado. Aquella noche, entre hombres, mujeres y jovencitos, pasamos la línea de 90 a 100 personas.

Cuando pudimos hablar fue para cantar los Hijos del Pueblo y llorar de emoción.

El día se dibujaba en el horizonte cuando pisamos el Puntal de la Morena.

Esto era una posición que ocupaban las milicias de la Columna Maroto, antes de llegar a ella estábamos roncos de cantar Hijos del Pueblo, las Barricadas, dar vivas a la Revolución Social, a la C.N.T., y a la F.A.I.

Aquello fue un desbordamiento de alegría, de llantos de emoción, al saber que pisábamos, no suelo de la República, sino suelo de la Confedaración Nacional del Trabajo, ya que nunca me he considerado moralmente combatiente de la República.«4

Vicente Castillo Muñoz, autor de Recuerdos y vivencias, sus memorias.
 

Cecilio Hernández Morcillo fue un Niño de la Noche. En los años noventa le realizaron una entrevista para registrar sus memorias (entre ellos, la ya citada Belén Sánchez), y en varios momentos habló de los Niños de la Noche, siempre reivindicando que era lo mismo que la Columna Maroto. En la grabación se interesa e insiste en aclarar que nunca estuvieron ociosos, como a menudo se ha afirmado por rivales políticos y cierta historiografía. Aún cuando el frente estaba inactivo, la Maroto hacía todo tipo de operaciones contra el enemigo, y en eso consistía principalmente los Niños de la Noche. Habla en primera persona un Niño de la Noche:

«Y te voy a decir algo de eso para que la gente sepa que nosotros la mayoría de las noches no dormíamos en el frente, sino que nos dedicábamos a pasar en esta parte de acá las líneas enemigas y venir aquí a Granada incluso, a recoger compañeros y compañeras que estaban esperando que los fusilaran, y entonces llevarlos para allá, a aquella parte, la que le decían ‘de los rojos’. Y tenía un peligro, ¡pero un peligro! Y luego los críos… Teníamos que hacer una cantidad de operaciones… Es que nos llevábamos para allá a lo mejor veinticinco o treinta. Ya estaban advertidos ellos y nos esperaban en un sitio para que nosotros fuéramos a recogerlos. Y ya te digo: mujeres, críos… Y algunos críos los he llevado yo kilómetros a cuestas, en la cartuchera que llevas por detrás, ahí sentadico, y cogido a mi cuello. Y cuando entrábamos en unas líneas y lloraba…, eso tenía un peligro grandísimo cuando ibas a pasar unas líneas.

(…)

A nosotros nos decían, éramos, los Niños de la Noche, así nos llamaban. Eso lo quiero reflejar para que los que no lo saben, que hay muchos que no lo saben, que lo sepan, que nosotros no nos dormimos en los laureles, nosotros estuvimos luchando en cada momento. Por la parte que más entrábamos era por la parte de Güejar Sierra, también por la parte de Armilla. Traíamos gente práctica del terreno, que eran los que nos iban conduciendo. Luego otra cosa también, que se me olvidó decirte, que nosotros estuvimos organizando, treinta y dos personas, nos estuvieron dando clase, digamos, más de una semana, porque queríamos venir aquí a Granada a liberar a Federico García Lorca. Estuvimos preparándonos para la operación, haciendo prácticas y cosas, pero que cuando ya iba a llegar el momento de venir a liberarlo, pues ya no sé lo que pasó, que cambiaron de opinión, no sé, ya no dijeron nada.«5

Este curioso episodio de salvar a García Lorca seguramente se canceló porque era ya por Septiembre, mes en el que se descubrió que el poeta había sido asesinado hacía ya unas semanas, en Agosto.

Cecilio Hernández Morcillo, primero a la izquierda. Foto cedida por su hijo, a quien le estamos muy agradecidos.
 

A lo largo de la guerra, la prensa recoge testimonios que dan indicios de la actuación de los Niños de la Noche, pero naturalmente no dan detalles que pudieran dar pistas de los salvoconductos:

«En el día de ayer se presentaron a la columna Maroto, en el Cerro de los Avellanos, 142 individuos evadidos de las garras de los facciosos de Granada, que llegaron a nuestras filas en un estado verdaderamente desesperante: hambrientas y extenuadas.

También se presentaron a nuestras fuerzas 43 fugitivos de Cenes, barrio popular granadino.

Estos se encontraron entre los nuestros con algunos de sus hijos, combatientes de las filas leales, desarrollándose escenas emocionantes.

Manifestaron que en Granada se espera cada día con mayor seguridad un ataque problemático y arrojador que termine con la hegemonía del terror fascista.«6

Hay otro detalle que no es fácil confirmarlo y menos académicamente. En Beas de Granada una persona que no vivió la guerra pero sí sus familiares y otros conocidos del pueblo, relata cómo la Columna Maroto ponía banderas de la CNT en el campo con una bomba al pie, para que los fascistas la vieran, y cuando fueran a quitarla, activaran el detonador que estaba agarrado en el suelo, estallando mortalmente. Pero esta práctica, que le contó algunos pastores, la dejaron de realizar, porque algunas víctimas no eran del bando enemigo, sino simples pastores, curiosos o afines a la propia bandera. Es una historia que se puede confundir, pues años después sí sabemos que la ETA que luchaba contra Franco utilizaba una estrategia semejante, resultando sospechoso pues bien puede confundirse en la memoria de la gente.

Es en la prensa facciosa cuando empezamos a ver, por escrito, el nombre de los Niños de la Noche, con el motivo de culpabilizarlos y demonizarlos. Así ocurre con varios ejemplos (Correo de Mallorca, Abril 1939; Azul, Mayo 1939), y más tarde también los comunistas citan este nombre en Mundo Obrero, en el año 1948.

El listado de integrantes de Niños de la Noche es relativamente amplio para ser unos grupos más bien discretos y no muy numerosos. Esto ocurre por la poca documentación frente a una amplia memoria, que años después ha generado el interés de muchos familiares y curiosos. Con la existencia de los medios internáuticos, se visibiliza más las preguntas por foros que los trabajos académicos específicos. Los cuales hablan más del XIV Cuerpo, que no parece heredar a los Niños de la Noche de Granada.

4. Recuerda aquellas noches.

El ejemplo de la historia de los Niños de la Noche nos hace reflexionar sobre la memoria colectiva, la cultura popular y la historia de las luchas. La oralidad se conecta con la memoria, la memoria a veces pasa a lo escrito, y en un caso u otro lo escrito intenta registrar la información de la memoria y analizar su contenido, que presenta problemas y carencias, que debe someterse a un estudio crítico. La memoria conecta con la sociedad, la cual promueve tanto la leyenda como la historia, formándose una cultura de la memoria, que rescata información valiosísima pero también genera una serie de mitos y emociones que la sociedad siempre se resiste a perder y siempre quiere reinventar y adaptar.

El recuerdo de los Niños de la Noche se ha mantenido ininterrumpidamente en Granada hasta el día de hoy por parte de la población local. Se han hecho algunas obras culturales inspiradas en su figura. Desgraciadamente, la historiografía no lo han recordado tan bien, y la propia documentación genera muchas confusiones que solo se aclaran con las entrevistas y las aportaciones de la Historia Oral, que aunque presenta numerosas dificultades por el peligro de las fallas de memorias o intereses particulares, puede ayudar, por los detalles que ofrece, a contrastar con lo que se conoce por otras entrevistas o documentación.

Su historia no es nada fácil: muchos familiares han oído que sus antecesores o abuelos eran Niños de la Noche, y la falta de una exposición propia sobre ellos, que los distinga de otras unidades o grupos, como el citado XIV (conocidos como los Hijos de la Noche), y otros Hijos de la Noche como el que existía en Aragón incluso antes del XIV Cuerpo, produce que los interesados busquen por donde no van a encontrar de ningún modo. Este trabajo pretende exponer los Niños de la Noche que actuaron durante la guerra en Granada con la documentación que conocemos y advertir de sus características especiales que han provocado no pocas confusiones.

Su historia aún no está terminada. Ninguna historia lo está realmente, pero está claro que aún debe saberse mucho más.

1Más detalles y las correspondientes citas de casi todo lo que se comenta en Fernández Andújar, Francisco José, » De la teoría a la práctica: Historia e ideología del anarquismo en Granada, Tesis Doctoral, Universidad de Granada, Granada, 2021, págs. 302-308. Algunos detalles, como el del balcón, en Castillo, Vicente, Recuerdos y vivencias, tomo I, Edición del autor, Barcelona, 1979, págs. 54-56, 67, 99-109.

2Sánchez Fernández, Belén, «Los ‘Niños de la Noche’: una metáfora para tres maneras de desaparecer». En Retratode la resistencia: Carlos Soriano, un anarquista en la posguerra española, La Isleta del Moro, Granada, 2005, pág. 73.

3Vidal, Antonio, «Desde Guadix, cuartel general de los frentes de Granada», Solidaridad Obrera, 27 de Septiembre de 1936, nº 1.390, pág. 6.

4Castillo, Vicente, Recuerdos y vivencias, tomo I, Edición del autor, Barcelona, 1979, págs. 121-122.

5Sánchez Fernández, Belén, «Los ‘Niños de la Noche’…», págs. 72-73. Tenemos también la entrevista grabada, existente en los archivos de la actual CNT-AIT Granada.

6«Siguen las evasiones de Granada», Solidaridad Obrera, 20 de Diciembre de 1936, nº 1.463, pág. 1.


Fuente → serhistorico.net

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