El campo de concentración de Miranda, prisión de rojos y nazis
El campo de concentración de Miranda, prisión de rojos y nazis
Josemi Benítez, Óscar Beltrán de Otálora 
 
En la localidad burgalesa se creó el centro de prisioneros más longevo de España, activo entre 1937 y 1947 y sujeto a las vicisitudes de la Guerra Civil y la segunda conflagración mundial 

El campo de concentración de Miranda de Ebro, creado al inicio de la Guerra Civil, fue el que más tiempo permaneció activo en España. Su historia es única, porque empezó siendo un lugar de internamiento de prisioneros republicanos pero en sus últimos días sirvió para encerrar a nazis y fascistas franceses que huían de los aliados. Entre 1937 y 1947, por sus instalaciones pasaron más de 60.000 personas. Esta es su historia.



Franco creó 300 campos de concentración en España. Estas prisiones funcionaron desde el golpe militar hasta finales de los años 60 y encerraron a más de 700.000 españoles. Miranda fue un caso peculiar porque, además de los presos republicanos, tuvo entre sus muros a combatientes de los países aliados de la Segunda Guerra Mundial y hasta nazis.
 
La elección de Miranda

Miranda de Ebro fue la localidad elegida por los golpistas por varias circunstancias. Para empezar, la sublevación había triunfado en Burgos, con lo que los militares controlaban toda la provincia. Además, al tratarse de un nudo ferroviario disponían de un sistema de comunicación para desplazar a todos los presos. Los militares también buscaban un lugar que tuviera un cauce fluvial cerca para conseguir agua. El río Bayas facilitó este aprovisionamiento Aunque a los prisioneros se les había alojado en un primer momento en la Plaza de Toros y en una fábrica de azúcar, al final se eligieron los terrenos de la empresa Sulfatos. 
En un primer momento, los militares utilizaron las carpas de un circo para comenzar a montar las instalaciones. Poco a poco comenzaron a levantar los barracones en los que se alojarían los reclusos. La caída de Bilbao en 1937 ante el avance golpista y la captura de miles de prisioneros hizo que el campo fuese urgente para los planes de los sublevados. 









Las tres etapas del campo

En su primera etapa, el campo se utilizó para encerrar a soldados leales a la República y a miembros de las Brigadas Internacionales, voluntarios de todo el mundo que habían viajado a España para luchar contra el fascismo. Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial comenzaron a llegar a Miranda ciudadanos que huían del avance de las tropas nazis: soldados de ejércitos derrotados por los alemanes, pilotos aliados derribados sobre Europa, judíos que escapaban del Holocausto...
 
Tras la invasión de Normandía, los nazis que escapaban de los aliados hacia la España franquista y eran detenidos en la frontera acababan en el campo.



Republicanos y Brigadas Internacionales

El campo estaba preparado para acoger a 1.500 personas pero muy pronto se vio desbordado. Las condiciones sobre el terreno eran muy duras, con malos tratos constantes y sin condiciones higiénicas, lo que provocó un aumento de los casos de tifus y otras enfermedades. Además, muchos prisioneros fueron obligados a formar parte del Batallón Disciplinario de Prisioneros Trabajadores número 75, lo que todavía hacía más penosas las condiciones de los internos. 
 
A este emplazamiento fueron destinados también los miembros de las Brigadas Internacionales capturados en los distintos frentes de batalla de la Guerra Civil. Personas de decenas de nacionalidades saturaron el campo de concentración, lo que obligó a recurrir a otros destinos como los balnearios próximos para encerrar a algunos de los presos. Otros fueron conducidos a batallones de castigo que trabajaban en la recuperación de zonas destruidas por la guerra, como sucedió en el pueblo de Nuevo Belchite.



EL DÍA A DÍA EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN

Las condiciones de vida eran muy difíciles, sobre todo en la primera etapa del campo y cuando llegaba el invierno. Se han contabilizado 162 muertos oficialmente por ‘muerte natural’, es decir, enfermedades causadas por las malas condiciones (tifus, pulmonía, escorbuto…). Pero hubo muchos más según testimonios de los presos, como los de los intentos de fuga que acabaron con los disparos de los guardias. Al comienzo no había agua corriente y con el tiempo se instaló una fuente y un camión-aljibe para poder abastecer a todos los presos. En su mejor etapa, el campo tenía un único grifo de agua potable, así que las colas eran importantes. Disponían de 18 duchas, 36 baños y 30 camas para enfermos.
 
06:00 h. TOQUE DE CORNETA

El día empezaba a las 6 de la mañana con el toque de corneta. Los reclusos formaban para hacer el recuento y después se dirigían a la plaza central, donde formaban todos juntos, izaban la bandera y eran obligados a cantar el himno y hacer gimnasia.


 
JORNADAS DE TRABAJO
 
Tras el ‘Cara al Sol’, desayunaban y comenzaba la jornada de trabajo hasta el recuento de la jornada de la comida. Por la tarde volvían al trabajo que tenían dentro o fuera del recinto. El trabajo solía consistir en labores de mantenimiento, albañilería, carpintería, limpieza o recogiendo cantos rodados del río Bayas para empedrar calles, construcción de carreteras, rehabilitación de edificios...Los presos cobraban 2,20 pesetas diarias por su trabajo y tenían que devolver 1,80 al campo en concepto de ‘alojamiento’

En la primera etapa los prisioneros eran llevados a batallones de trabajadores para hacer trincheras y otras obras para el régimen de Franco. 
 
COMIDA
 
Un tazón de líquido, hecho con bellotas tostadas, como desayuno, y de comida una especie de sopa aguada con trozos de pan negro, patatas, legumbres y en contadas ocasiones un poco de carne o pescado. 
 
23:00 h. TOQUE DE RETRETA
 
La jornada terminaba arriando la bandera, la cena y el toque de retreta. Además de cantar todos los himnos del nuevo régimen y obligarles a asistir a la capilla, las humillaciones y vejaciones a los presos republicanos eran constantes. 
 
TIEMPO LIBRE
 
El poco descanso del que disponían lo pasaban paseando, leyendo, jugando a cartas o dibujando. Algunos reclusos dejaron plasmados en viñetas el día al día del campo. Sus dibujos, recogidos en varios cuadernos, se encuentran en el Centro de Interpretación de Miranda de Ebro. 
 
Segunda Guerra Mundial  
 
El comienzo de la Segunda Guerra Mundial cambió la funcionalidad del campo. El rápido avance nazi a través de Europa hizo que decenas de soldados que huían hacia España, fueran detenidos en la frontera y encerrados en Miranda. El primer contingente de este tipo procedía de Bélgica, ocupada por Hitler en 1940. La derrota de las fuerzas inglesas y francesas en Dunquerque, registrada en mayo de ese mismo año, hizo que numerosos soldados británicos y galos acabaran también en la localidad burgalesa. Tras la conocida como 'Redada del velódromo de invierno', la mayor operación contra los judíos llevada a cabo por las autoridades pronazis francesas en 1942, se disparó el número de hebreos que huían de los alemanes y eran detenidos en la frontera e internados en Miranda.
 
La suerte de los prisioneros extranjeros en el campo evolucionó según las vicisitudes de la guerra. En 1942, tras el desembarco aliado en el norte de África, el franquismo comenzó a tratar mejor a los presos procedentes de terceros países. En muchos casos, la intervención de la Cruz Roja y de las embajadas norteamericana y británica facilitó la liberación de numerosos prisioneros. Aún así, en 1943 se produjo una huelga de hambre llevada a cabo por prisioneros polacos que exigían una mejora de sus condiciones de vida. 
 
Nazis y fascistas

Tras el desembarco de Normandía, en 1944, decenas de soldados alemanes que habían quedado atrapados en el sur de Francia comenzaron a escapar hacia España. Tras ser detenidos en la frontera, gran parte de ellos son dirigidos a Miranda de Ebro y otros campos de concentración repartidos por el país. Los primeros en llegar a la localidad burgalesa fueron un grupo de aduaneros procedentes de Irún, que posteriormente fue conducido a los balnearios de Carranza y Sobrón. Esta llegada de los derrotados de la Segunda Guerra Mundial hizo que hubiera que dividir el campo mirandés en dos partes: aliados y alemanes.
 


Americanos e ingleses comenzaron a presionar a Franco, aislado tras la derrota definitiva de Hitler. El nuevo orden democrático no olvidaba su relación con la alemania nazi y la ayuda que estaba prestando a los derrotados. En agosto de 1946, una gran parte de los alemanes internos en el campo fueron conducidos al puerto de Bilbao y allí embarcaron en el 'SS Marine Marlin', que les trasladó a su patria. En su mayoría, se trataba de militares sin grandes cargos pendientes. El régimen franquista permitió la huida de otros dirigentes sobre los que sí pesaban imputaciones graves. El campo cerró el 13 de enero de 1947 y los presos republicanos que quedaban en el campo fueron trasladados a la cárcel alavesa de Nanclares de la Oca. Entre 1949 y 1953 las instalaciones se utilizaron como centro de instrucción de reclutas y en 1954 se derribaron por completo.



A unos metros de donde se encontraba este complejo está ubicado el Centro de Interpretación del Campo de Concentración. El Ayuntamiento de Miranda de Ebro ha ampliado este año este espacio en el centro Cívico Raimundo Porres con paneles informativos, fotografías y réplicas de elementos que formaron parte del campo, además de ofrecer visitas guiadas para explicar la importancia que tuvo aquella instalación franquista donde se reunieron presos de tantas nacionalidades e ideologías.
 

Fuente → elcorreo.com

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