Ignacio Quijera, otra de las víctimas olvidadas de la Transición Sangrienta
Ignacio Quijera, otra de las víctimas olvidadas de la Transición Sangrienta / Angelo Nero
 
A principios de 1979 el gobierno francés de Valéry Giscard d’Estaing anunciaba: El estatuto de refugiado político desaparece en Francia para los españoles.
 
Buceando en las procelosas aguas de la hemeroteca virtual de esa suerte de diario oficial de la Transición española que fue el diario madrileño El País, ojeo su portada del 4 de septiembre de 1979. En ella se destaca, como noticia principal: “Huelga general y violentos enfrentamientos en el País Vasco” junto a una imagen del fotógrafo Juan Hernández donde registra una carga policial, y encima del titular: “Arrestado el policía que causó la muerte del manifestante”. También se destaca como noticia de portada, aunque sin fotografía: “Fidel Castro pide a España que no se incorpore a la OTAN” y subtitulada: “La declaración sorprendió a la representación hispana en la cumbre de La Habana”. Más abajo: “El ministro de Industria no recibió a los alcaldes extremeños. Bustelo puso como condición el final del encierro”. Y la portada se cerraba con una noticia de internacional: “Los nacionalismos resurgen en Francia. Córcega, dos siglos de asimilación fallida.”
 

Esta portada me llevó a profundizar en la muerte del manifestante, y ese mismo día, en interior, aparece un artículo firmado por Javier Angulo -que luego se vincularía al mundo del cine, dirigiendo la Semici de Valladolid y fundando la revista Cinemanía-, fechada en San Sebastián, la pieza periodística se encabeza con el título: “Detalles sobre la muerte de Ignacio Quijera,” y en ella se puede leer lo siguiente:

Los hechos que desembocaron en la muerte de Ignacio Quijera Zelaraín, de dieciocho años de edad, natural y vecino de San Sebastián, se iniciaron a media tarde con el comienzo de una manifestación que, en protesta por las medidas adoptadas por el Gobierno francés contra los refugiados vascos que residen en Euskadi norte, habían convocado las principales fuerzas de izquierda abertzale vasca y gestoras proamnistía. Con un despliegue desconocido hasta la fecha en San Sebastián, la policía, con material antidisturbios, se había situado con bastante antelación a la hora fijada para la celebración de la manifestación en los puntos estratégicos del casco antiguo donostiarra (parte vieja, bulevar, plaza de Guipúzcoa). Dispersó hacia las siete y media de la tarde una columna de unas 2.000 personas, encabezada por concejales de ayuntamientos guipuzcoanos -encerrados desde el viernes en la Diputación- y que aparecían encadenados entre sí. Tras ser reprimida la manifestación, con lo que testigos presenciales aseguraron era de una enorme dureza, los participantes en la misma se dispersaron por las calles cercanas, entre gritos de «Policía asesina», «Gora ETA militar» y «ETA, más metralletas», para protagonizar seguidamente enfrentamientos con las FOP en la zona del bulevar, parte vieja y alrededores del Ayuntamiento.”

A principios de 1979 el gobierno francés de Valéry Giscard d’Estaing anunciaba: «El estatuto de refugiado político desaparece en Francia para los españoles. Francia se mostró generosa con todos los republicanos y exiliados españoles como consecuencia de la guerra civil, pero ahora, a la vista de la nueva situación democrática en España, Francia la ha traducido jurídicamente con las medidas anunciadas hoy». Esta fue la medida que provocó las manifestaciones de protesta en Euskalherria, que serían continuadas y se intensificarían, hasta la campaña de boicot a los productos franceses por parte de la izquierda abertzale.

Pero continuemos con la narración de aquella jornada del 4 de septiembre de 1979, recogida por el diario El País: “Minutos antes de las nueve de la noche, Ignacio Quijera se encontraba en compañía de varios compañeros en la plaza Lasala, donde se acababan de producir enfrentamientos entre las FOP y algunos jóvenes que habían colocado barricadas. Tras refugiarse en un callejón lateral del Gobierno Militar, la víctima y algunos compañeros del Ayuntamiento se acercaron hacia la esquina de la calle Ingentea, con el fin -según han declarado- de ver si la policía había abandonado las inmediaciones. En ese momento, según afirman la mayor parte de los testigos, un policía nacional, con uniforme de color gris y gorra de plato, que se había parapetado en un coche cruzado cerca de la lacera de la parte posterior del Ayuntamiento, hizo un disparo con arma de fuego contra Ignacio Quijera, desde una distancia de unos diez metros. Algunos de los testigos afirman que el policía hizo el disparo con pistola y en posición de «tirar al blanco», sosteniendo la pistola con ambas manos. Otros testigos señalan no haber podido distinguir bien el arma, por haberse sucedido los hechos de manera muy rápida.

La bala alcanzó al joven por el costado derecho y le salió por la espalda. Ignacio Quijera cayó inmediatamente al suelo, sangrando abundantemente por el pecho. Sus compañeros y algunas personas que habían presenciado el hecho no pudieron acudir en socorro del herido, por impedírselo varios policías que les disparaban pelotas de goma.

Un alférez de la Cruz Roja, que había visto caer al suelo al herido desde la terraza del cercano Club Náutico, se acercó junto con un médico y dos socorristas de la misma institución para tratar de auxiliarle. La policía se lo impidió, siendo golpeados incluso después de haberse identificado. Tras un forcejeo -y mientras otros jóvenes trataban de arrastrar sin éxito el cuerpo de Ignacio Quijera hacia la plaza de Lasala-, los miembros de la Cruz Roja pudieron por fin atender al joven, que agonizaba. En un coche particular, y luego en una ambulancia estacionada en el bulevar, el herido fue evacuado al hospital.”

Ignacio Quijera Zelaraín había nacido en San Sebastián (Gipuzkoa) en 1961. La bala que lo mató le entró por el costado derecho, perforándole el pulmón, fracturándole las costillas y atravesándole el cuerpo. La policía prolongó su agonía al reprimir durante a los compañeros que intentaban auxiliar al joven, todavía vivo, golpeando incluso a los que, tras identificarse como miembros de la Cruz Roja, trataban de salvarlo. Murió poco después de llegar al hospital.

Ese mismo día también resultaron heridas de gravedad, por la actuación policial, Jon Artola López, Javier Atorrasagasti y dos concejales de Oiartzun. En Donosti, el alcalde jelkide, José María Alkain, declaró luto oficial el 5 de septiembre, y hubo un llamamiento a la huelga general en el País Vasco que fue secundada mayoritariamente. Esta jornada de huelga también fue recogida en otra columna de Javier Angulo en El País:

La Policía Nacional disolvió anoche en San Sebastián una manifestación de unas 10.000 personas formada al término del funeral celebrado por Ignacio Quijeras. Durante los incidentes posteriores a la carga policial resultó herido de bala un joven de dieciséis años, Lisardo Cano, quien a primera hora de esta madrugada se encontraba muy grave tras una intervención quirúrgica de tres horas de duración. El presidente del Consejo General Vasco ha dirigido un telegrama al jefe del Gobierno, en el que censura duramente la actuación policial, mientras que la convocatoria de huelga fue seguida masivamente en Guipúzcoa y obtuvo desigual respuesta en las demás provincias vascas. Cuarenta y ocho horas después de que el joven Ignacio Quijera fuera muerto por disparos de un policía nacional en el curso de los incidentes habidos en San Sebastián, al ser dispersada una manifestación en apoyo de los refugiados vascos, no se ha hecho pública todavía una versión oficial sobre los hechos.”

Otras informaciones elevan a 20.000 las personas que marcharon en manifestación por el centro de Donosti, tras los funerales de Ignacio Quijeras, en lo que coinciden es en la violencia con la que fue reprimida por la policía antidisturbios. En el barrio de Herrera, alrededor de las nueve y media de la noche unos guardias civiles dispararon contra un joven de 16 años, Lisardo Cano Calvo, al que hirieron de gravedad en el vientre.

Continuando con el artículo de El País: “La única respuesta oficial a los trágicos hechos del sábado puede encontrarse en el arresto del policía que causó la muerte del joven. Parece que el citado policía permanece incomunicado en el cuartel de la Policía Nacional de San Sebastián y que se instruyen diligencias.

Los intentos de fuerzas políticas, autoridades municipales y provinciales, e incluso de los informadores, para que el gobernador civil de Guipúzcoa hiciera pública una versión de los hechos resultó infructuosa en la jornada de ayer, EL PAIS trató sin éxito de entablar una conversación con el gobernador, señor Argote: «El señor gobernador no tiene nada que informarle», fue la respuesta recibida.” El gobernador civil de Guipúzcoa era entonces Joaquín Argote Alarcón, un hombre de la total confianza de Adolfo Suárez, que previamente había sido gobernador civil de Zamora.

La convocatoria de un paro de veinticuatro horas, propugnada por las fuerzas de izquierda abertzales LKI, PTE, MC-OIC, y en última instancia del PNV de Guipúzcoa, obtuvo una respuesta total en la capital y provincia. Incluso varias gasolineras fueron cerradas al público. Unicamente algunas tiendas de alimentación permanecieron abiertas hasta el mediodía. La capital, San Sebastián, aparecía desierta; los autobuses y los taxis no funcionaban y contados coches circulaban por sus calles vacías. Los escasos transeúntes observaban el continuo ir y venir de las FOP, en un impresionante dispositivo de seguridad. Las calles céntricas y los accesos a los barrios de la capital ofrecían un aspecto desolador, cortados por todas partes con barricadas.

A lo largo de la mañana se llevó a cabo una intensa actividad por parte de los partidos políticos para tratar de convencer al gobernador civil de la provincia de que las FOP no debían intervenir ni durante el funeral en memoria de Iñaki Quijera ni en la manifestación que previsiblemente podría celebrarse después. Una comisión integrada por corporativos municipales adscritos a Euskadiko Ezkerra, PSOE, Coordinadora Independiente (UCD) y PNV -con el alcalde de San Sebastián, Jesús María Alkaín, al frente- se entrevistó por espacio de varias horas con el gobernador civil de Guipúzcoa. Al término de la entrevista, el alcalde donostiarra anunciaba, a través de un comunicado emitido repetidamente por radio, que la primera autoridad gubernativa se comprometía a que las FOP no intervinieran ni antes ni después del funeral de Iñaki Quijera «en tanto no se produjeran. graves perturbaciones del orden».

Sin embargo, esta promesa no fue del todo cumplida. Una manifestación de un millar de personas, que al término del entierro de Iñaki Quijera se dirigía hacia el Ayuntamiento, donde se celebraba una asamblea informativa convocada por los concejales de Herri Batasuna -las demás fuerzas políticas no asistieron-, fue disuelta en la plaza de Guipúzcoa.”

A pesar de que se identificó al autor de la muerte de Ignacio Quijera, el policía Salvador Méndez Villatoro, y que en el juicio la acusación solicitó una pena de 20 años de prisión, el juzgado de San Sebastián lo condenó a solo un año de prisión por homicidio imprudente. Su versión fue que ignoraba que hubiera un proyectil de fuego real entre los cartuchos con los que él mismo había cargado el arma.


Fuente → nuevarevolucion.es

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