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A Claudio le asesinaron de 2 disparos junto a otras 3 personas, el 13 de Septiembre de 1936 en Sorozarreta (Altsasu). Los otros 3 Republicanos asesinados en la cuneta de Sorozarreta eran Eustaquio Bengoetxea Bengoetxea, Hilario Goikoetxea Agirre y Miguel Mikelez Agirre. Las 4 víctimas eran habitantes de Sakana. El cuerpo de Claudio fue abandonado, y unos vecinos debieron arrojar el cadáver al interior de la sima de Otsoportillo (Urbasa, Navarra).
Según diferentes testimonios, pudo estar enterrado en el antiguo trazado de la N-I (actual NA-1000), que era utilizado como lugar clandestino de enterramiento de fusilados, de hecho a finales de los años 50, durante la realización de unas obras en la antigua carretera N-1, que pasa por el municipio, aparecieron unos restos humanos cuyo origen se desconocía. A pesar de las labores de búsqueda en Sorozarreta, sus cuerpos no fueron encontrados. La antigua N-1 ha sido ensanchada y renovada 4 veces desde 1936, y se pensaba que los cuerpos podrían estar enterrados bajo ella. La asociación científica Aranzadi realizó un georradar en 2010, pero no encontró rastro alguno de los cuerpos.
Había varias hipótesis al respecto: que se hubieran dejado en el lugar o cerca, o que se hubieran trasladado a algún cementerio. Cecilio Oiarbid tenía 12 años y vivía en un caserío vecino cuando vio los cuerpos. En 2015, lo acompañaron para determinar la ubicación, aunque las obras de ensanche de la carretera han provocado la pérdida de referencias, y la asociación Aranzadi destacó las dificultades para encontrar la fosa. Sin embargo, los restos de Claudio Doroteo Diéguez Loza fueron recuperados en las exhumaciones realizadas en la Sima de Otsoportillo en 2016 y 2017, y pudieron ser identificados gracias al trabajo realizado por el laboratorio genético de la empresa pública Nasertic, al comparar el DNA de los restos extraídos de la sima con el DNA de una muestra de su hija, Concha Diéguez, depositada en el Banco de DNA público del Gobierno de Navarra.
Esto abrió paso a una nueva hipótesis: Alguien decidió recogerlos y trasladarlos a Otsoportillo, influido por el valor simbólico de esa sima como lugar de asesinato pero también de inhumación de víctimas en 1936. El Instituto Navarro de la Memoria del Gobierno de Navarra, 84 años más tarde, en 2020, los ha devuelto a su familia, concretamente a Concha Diéguez, socia de AFFNA-36 (Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra – 1936), que ha trabajado activamente en la búsqueda de su padre y en la difusión de la Memoria Histórica, y ha participado en el acto de entrega y homenaje a las víctimas, acompañada por instituciones, asociaciones y familiares.
La AFFNA 36 pidió al Gobierno de Navarra que hiciera un esfuerzo «para que los familiares de las 4 víctimas puedan finalmente descansar». El acto estuvo presidido por la consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo, y estuvieron presentes además de diferentes cargos políticos, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Nasertic, y los alcaldes de las localidades de Altsasu, Alsasua y Berriozar. Ana Ollo ha recordado que “Como la inmensa mayoría de las víctimas de la represión en Navarra, Claudio Doroteo Diéguez fue asesinado únicamente por sus ideas políticas y su actividad sindical. De hecho, no figura entre los cientos de habitantes de la Sakana que marcharon huyendo de represalias, por lo que probablemente no temía por su vida. La consejera ha concluido dando las gracias a los familiares de Claudio: “Vuestra alegría por recuperar a Claudio es compartida por muchas personas, especialmente por aquellas familias que cada vez que recuperan y entregan a su familia a un desaparecido sienten que están acompañando a uno de los suyos”.
Concha Diéguez vio a su padre por última vez cuando tenía 6 años. Como solía explicar, “quienes se oponen a la democracia, sin recibir castigo alguno, nos insultan, hieren y humillan. Hemos tenido que soportar la orfandad por los fusilamientos, la derrota en la guerra desde niños, y esta herida permanece”. Ha enfatizado que la herida que sufren las familias solo puede sanar recuperando los huesos de sus familiares. «Cuando supe que habían encontrado a mi padre, apreté mi bastón con fuerza y me emocioné. Al mismo tiempo, sentí una paz inmensa y puedo decir que, tras encontrar el cuerpo de mi padre, puedo morir en paz».
Documentos: Navarra.es (Identificación y Entrega). Fondo Documental de la Memoria Histórica en Navarra. Paco Salud
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