¿Por qué Francia recluyó el exilio republicano en campos de concentración?
¿Por qué Francia recluyó el exilio republicano en campos de concentración?
¿Por qué Francia recluyó el exilio republicano en campos de concentración? Marc Pons
¿Por qué Francia recluyó el exilio republicano en campos de concentración? Marc Pons
Los recluyó y amontonó sin alimentos, ni agua potable, ni ropa para el frío, ni medicamentos para las enfermedades
Flix (Ribera d’Ebre), 15 de noviembre de 1938. Las cuatro y media de
la madrugada. Las últimas tropas republicanas que habían combatido en la Batalla del Ebro
atravesaban el río en dirección hacia el interior de Catalunya y, acto
seguido, hacían volar el puente de hierro. Se había acabado la batalla
más larga (125 días) y mortífera (entre 25.000 y 35.000 muertos) del
conflicto civil español. Después de la derrota republicana en el Ebro se produciría el hundimiento militar de la República y el mayor éxodo de la historia de Catalunya.
Entre enero y febrero de 1939, medio millón de personas (la mitad
originarias del Principado) atravesaron la frontera hispano-francesa,
escapando de la represión franquista. Al pasar a Francia fueron
desarmados y ya no representarían ningún peligro. Pero la patria de la
libertad, de la igualdad y de la fraternidad los recluyó en campos de concentración. ¿Por qué?
Una zona desmilitarizada
Cuando concluyó la Batalla del Ebro (15 de noviembre de 1938) y la
derrota republicana ya era inevitable, todas las miradas se dirigieron
hacia un fenómeno que estaba adquiriendo una dimensión colosal.
Centenares de miles de refugiados concentrados en Catalunya se disponían
a cruzar la frontera hispano-francesa. Y en este punto, sobre todo la Cruz Roja internacional y, en menor medida, la Sociedad de Naciones
consiguieron interesar a varios gobiernos con relación al colosal
exilio que se estaba gestando. Al principio de diciembre de 1938, estos
organismos internacionales propusieron la creación de una zona desmilitarizada entre
la Tordera (al sur) y los Pirineos (al norte), que tenía que concentrar
y contener la gran masa de refugiados y que sería administrada por una
terna internacional.
Las reacciones a la propuesta de la Cruz Roja
Aquella propuesta fue, por razones obvias, muy bien acogida en París. El gobierno del primer ministro Daladier apostó por contener aquella masa de refugiados en la parte peninsular de la frontera. Y el gobierno del primer ministro británico Chamberlain
lo secundó. Pero, en cambio, los dirigentes políticos directamente
implicados en el conflicto la rechazaron. Franco, líder de la rebelión,
ordenó a sus generales del Ejército del Norte acelerar la ocupación de Catalunya y cerrar los pasos pirenaicos.
El presidente Negrín (del gobierno de la República) simplemente renovó
la petición de refugio para 200.000 civiles, olvidando a propósito a los
250.000 soldados republicanos atrapados en Catalunya. Y el president
Companys desestimó la propuesta porque vio la semilla de un futuro
Estado catalán, y se excusó proclamando que la guerra todavía se podía
ganar.
La inacción francesa
La propuesta de creación de una zona desmilitarizada no prosperó y a
finales de febrero de 1939, con Catalunya totalmente ocupada por el
ejército rebelde, la gran masa de exiliados ya estaba en territorio francés y recluida en campos de concentración.
Aquella gran masa de exiliados se había convertido en el debate central
de la sociedad y de la política francesas y el 11 de marzo de 1939 La Vanguardia Española
publicaba una pieza titulada "Tumultuoso debate en la Cámara francesa
(la Asamblea Nacional francesa) sobre la cuestión de los refugiados
españoles que se encuentran en Francia". En el contenido de aquella
pieza, redactada por el corresponsal de aquel medio en París, ya se
apunta que el estado francés no hará absolutamente nada para mejorar
las inhumanas condiciones de los campos, con el objetivo de forzar el
retorno voluntario de los internos a la España de Franco.
Daladier y los equilibrios parlamentarios
Otras piezas publicadas por la misma prensa durante los días inmediatamente posteriores confirman que el gobierno Daladier habría decidido una estrategia de desgaste hacia los refugiados.
El Partido Republicano Radical (PRR) de Daladier, que gobernaba en
minoría, había recibido el ultimátum del Partido Social Francés (PSF),
heredero de la organización paramilitar fascista Croix de Feu.
Jean Ybarnégaray, líder del PSF, había amenazado con abandonar a
Daladier y provocar su caída si el gobierno no iniciaba un procedimiento
masivo de devolución en caliente. El 11 de marzo de 1939, en sesión
parlamentaria, André Marty, del Partido Comunista francés, proponía
alojar dignamente a los refugiados y cursar una factura de quinientos
millones de francos al gobierno español. Pero en el turno de réplica,
Ybarnégaray proclamaría que los refugiados no eran más que criminales de derecho común.
Que vuelvan o que se pudran
El mismo día 11 de marzo de 1939, la Asamblea Nacional francesa
desestimaba la propuesta conjunta de la ultraderecha y de los liberales.
Pero Daladier y el gobierno del PRR no se movieron ni un milímetro, y
el exilio republicano siguió confinado en los horribles campos de concentración del Rosselló y del Languedoc.
La alta mortalidad —por hipotermia, por inanición, por enfermedades,
por maltratos— siguió siendo la tónica de los campos del exilio
republicano. Solo las organizaciones humanitarias (de naturaleza
política, como el Partido Comunista; de naturaleza religiosa, como las
organizaciones cristianas; o de alcance internacional, como la Cruz
Roja) asistieron a los refugiados. El gobierno de la patria de la
libertad, de la igualdad y de la fraternidad se desentendió: que vuelvan
o que se pudran.
La gran paradoja
A finales de 1939, el gobierno Daladier inició el cierre de los
campos de concentración del exilio republicano. Ya había estallado la II Guerra Mundial
(1 de septiembre de 1939). El Senado francés ordenó integrar en la
Legión Extranjera a los refugiados "útiles" (3 de septiembre de 1939).
Pero lo que mejor explicaba aquella maniobra de desmantelamiento era el
éxito de la estrategia de desgaste del exilio republicano. Los campos se
habían empezado a vaciar (por las muertes, por la salida hacia otros
países de acogida o por las fugas). Muchos fugados tuvieron un papel
protagonista en la resistencia contra la ocupación nazi de Francia, la cual ni Daladier ni Ybarnégaray supieron o quisieron evitar. Los hermanos Conrad y Josep Miret,
fugados de los campos, serían los arquitectos e impulsores de la
resistencia francesa en París, y morirían torturados por los nazis
(1944). La gran paradoja.
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