Un atentado fallido contra el dictador
 
Y Franco debería de haber muerto

Un atentado fallido contra el dictador

Alejandro Gallo (leones), construye sobre un atentado fallido contra el dictador una nueva muestra de su subgénero más personal, en el que cruza la novela negra con el relato histórico
 

Lo que más incomodó al Generalísimo Francisco Franco tras el atentado que sufrió la tarde del jueves 28 de julio de 1949 fue que se le hubiese caído encima el desmayado obispo de Astorga −monseñor Jesús Mérida Pérez, quien lo acompañaba en el Mercedes Pullmann que fue tiroteado en las afueras de Ponferrada− y haber tenido que soportar sobre sí tal peso episcopal hasta que acudieron en su auxilio. Dejémoslo en tan incómoda posición para hacer un poco de historia. En 1944, el disparate de invadir la España franquista a través del Valle de Arán −urdido por quienes, desde su exilio, no tenían cabal idea de lo que en realidad ocurría en el interior− terminó no solo con el fracaso esperable sino como un refuerzo del régimen implantado por los vencedores de la Guerra Civil.

 
 Mercedes K 770 que Hitler regaló a Franco y con el que se desplazaba en su visita a Ponferrada. Su impresionante blindaje pudo impedir que la vida del dictador corriera riesgo. / Revista del Ejército de Tierra. ileon.com

Tanto que Franco y los suyos se pusieron firmes para acabar de una vez con los restos del Ejército de la II República que aún quedaban en las montañas, especialmente en las astur-leonesas. La que se llamó “Operación Exterminio” causó la muerte de treinta guerrilleros en enero de 1948 −en una emboscada organizada al alimón por la Guardia Civil y el Servicio de Información de Falange− y culminó con la matanza del Pozo Funeres en aquella misma primavera. El escritor Alejandro M. Gallo, asturleonés de 1962, licenciado en Filosofía, Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación, exoficial del Ejército, jefe de la Policía Local de Astorga y de Langreo y, actualmente, comisario-jefe de la Policía Local de Gijón, medalla al Mérito Policial, noveló estos hechos en su también titulada Operación Exterminio, ya hace once años. Pero ¿qué ocurrió después con las partidas de guerrilleros que aún quedaban? ¿Cómo se vivieron y sufrieron los años siguientes hasta que se captura y fusila al guerrillero Caxigal en 1950 y a su compañero de lucha Manuel Girón al año siguiente? Pues aquí está para novelarlo (para hacer historia con la Historia) este Franco debe morir que a primeros de junio saldrá a librerías.
 
 
 Franco debe morir. Alejandro M. Gallo. Editorial Reino de Cordelia, 504 págs. 23 eur. afondo.lne.es
 
Después que Indalecio Prieto consiguiera con la ayuda del pintoresco marino Lezo de Urreiztieta la evacuación de guerrilleros desde Luanco −en 1948: narrada con vigor en la novela−, solo quedaban Caxigal y Girón dirigiendo a los resistentes antifranquistas en las montañas astur-leonesas. Dispareja lucha, pues se enfrentaban en lamentables condiciones a los tabores de Regulares y a la Guardia Civil. Hacía falta un golpe de efecto decisivo para levantar la voz y la moral. Un golpe de repercusión mundial. Había que matar a Franco. Nada menos. Dicho y preparado. Un grupo de guerrilleros, en julio de 1949, decide aprovechar una curva cerrada de la carretera en las afueras de Ponferrada −Franco había acudido allí a inaugurar la vecina central térmica de Compostilla− para casi calcar el atentado que sufriera el súpernazi Heydrich en 1942 en Praga. Casi: el máximo responsable de “la solución final” y posible sucesor de Hitler murió a consecuencia del atentado. Sin embargo, Franco solo vio caérsele encima al obispo. Como resume un personaje de la novela y sirve aquí como botón de humor: “El Caudillo y el obispo se salvaron, eso es otra muestra de que la Providencia Divina está de nuestra parte”. Los medios informativos nacionales guardaron el ordenado silencio: solo los extranjeros −véase la cubierta de la novela− dieron cuenta del intento de magnicidio. Luego, la caída de los dioses: el fin.

Fotografía de la inauguración de Compostilla presidida por el dictador Franco en 28 de julio de 1949, después de la cual se produjo un atentado contra su vida en Ponferrada. / Archivo Endesa. ileon.com

Desde que en 2004 Alejandro M. Gallo comenzase a combinar con Asesinato de un trotskista su trabajo policial con el de escritor, los críticos corrieron a etiquetarlo. Nada gusta más a un crítico que una etiqueta y simple, a ser posible. De modo que Gallo quedó encuadrado como “autor de novela negra”. Máxime cuando creó al inspector Ramalho da Costa para protagonizar Una mina llamada infierno u Oración sangrienta en Vallekas, por ejemplo. Novela negra: un crimen que sirve para escudriñar una sociedad. Un policía que escribe novelas: “novelista negro”. Demasiado simplista, me parece. Porque Gallo escribe desde novelas históricas −como Asesinato en el Kremlin, “Premio García Pavón”, o Morir bajo dos banderas− a lo que podríamos llamar “novelas gorgonias”, por su héroe central: Seis meses con el comisario Gorgonio o La muerte abrió la leyenda, “Premio Mediterráneo”. Pero a poco que nos fijemos, el verdadero interés de nuestro autor radica en la memoria histórica. Más que en descubrir al asesino, Gallo apunta a descubrir todo el entramado social que, en determinadas circunstancias históricas y políticas, provoca el asesinato, los asesinatos. Y desde un punto de vista militante, a mi juicio. 

 
El 28 de julio de 1949, en Ponferrada, estuvo a punto de cambiar la historia de España. Ese día se materializó un atentado contra el generalísimo Francisco Franco, uno de los pocos que llegaron a ejecutarse realmente, pasando de la frontera de los deseos y los planes a los hechos. infobierzo.com 
Como ya se ha escrito en los estudios sobre su obra, Alejandro M. Gallo es el creador de un subgénero que cruza la novela negra con la memoria histórica. Y que huye de los pelmazos literarios: novela épocas de gente excesiva, capaz de partir la Historia por la mitad, siguiendo a sus maestros Víctor Hugo, Zola, Gogol, Giovanni Verga (el de Los Malavoglia, que Visconti llevó al cine como La terra trema), Pérez Galdós, Blasco Ibáñez o Pardo Bazán. Nunca aburrir, como en la novela que nos ocupa: disfraces, contraseñas, encuentros clandestinos, curas, traidores, Asturias y León, espías… Y la mujer que se sueña guerrillera contra el fascismo. Y Eloy, el Ruso, evacuado en el 37 pero que vuelve como guerrillero contra el franquismo. Y Sabugo: combatiente en la Guerra Civil y en la II Guerra Mundial, líder de los presos de Mauthausen contra el III Reich. Y  el irlandés Bob Doyle, brigadista, capturado y de nuevo luchador. Y ese gran personaje que es una ciudad, la ciudad rosa: Toulouse; allí hubo más de 100.000 españoles republicanos que alzaron hospitales y toda una red de apoyo a los demócratas que seguían luchando contra el franquismo en el interior o en el exilio. ¿Franco debe morir es solo una novela negra o lo es siquiera? Es muchísimo más.

VÍDEO del NO-DO de la visita a Compostilla. 08 08 1949 Nº 344A EL GENERALISIMO INAUGURA UNA CENTRAL TERMICA EN PONFERRADA. youtube.com

 FUENTE: FRANCISCO GARCÍA PÉREZ. Artículo publicado por La Nueva España el 27-05-2020. Ver enlace: afondo.lne.es

Para saber más del atentado en Ponferrada (León), al dictador Francisco Franco, ver el artículo "El atentado contra Franco en Ponferrada que pudo cambiar la historia de España". Publicado por iLeón el 05-03-2015. Autor: Carlos J. Domínguez. Ver enlace: ileon.com


Francisco García Pérez (Oviedo, 2 de junio de 1953) es un catedrático y escritor español. Doctor en Filología, escritor y periodista, Catedrático de Lengua castellana y Literatura. Fundó y dirigió la revista universitaria de literatura Juan Canas. Amén de colaborar en distintos medios asturianos y nacionales, estuvo al frente del suplemento «Cultura» de La Nueva España desde 1992 hasta el verano de 2009. En dicho diario y en los demás del Grupo Editorial Prensa Ibérica lleva publicados más de cuatro mil artículos y columnas sobre temas lingüísticos, culturales, de educación o actualidad en su sección «Lo que hay que oír», y de crítica literaria en sus suplementos, labor que continúa en la actualidad. Fue Secretario General Técnico y Director General de Difusión Cultural en el Consejo Regional de Asturias. Fue comentarista semanal en la RPA. Conferenciante habitual. Fuente y foto: De JFGP - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, commons.wikimedia.org


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