

La
vida de Juan Carlos de Borbón está plagada de siniestros episodios de
los que durante décadas nadie se atrevió a hablar, oscuras historias que
nos fueron ocultadas por obra y gracia de un pacto de silencio fraguado
en la transición y que llegó a su fin con el escándalo de la cacería en
Botswana. Aquello, levantó la veda.
Uno de los acontecimientos
más turbios en la historia del rey fue el extraño accidente que acabó
con la vida su hermano mientras jugaban con una pequeña pistola. Los
chicos se encontraban solos en una habitación, según algunas versiones,
Juan Carlos apuntó a Alfonso y creyendo que el arma estaba descargada
apretó el gatillo.
Don Juan, padre de ambos, al entrar en la habitación y descubrir lo ocurrido obligó a su hijo mayor a ponerse de rodillas y a jurar que había sido un accidente.
Ignoro si tal reacción es normal entre familias de la realeza, pero cuesta trabajo creer que un padre haga pasar por semejante trance a un hijo que acaba de matar involuntariamente a su hermano, a no ser que albergue serias dudas sobre la realidad de los hechos.
En cualquier caso, no hubo investigación oficial, los rumores de toda índole se dispararon hasta el punto de meter a Franco en la ecuación. Pero solo Juan Carlos sabe la verdad de lo que ocurrió aquel fatídico día.
Esta tragedia nunca aclarada, fue el primer capitulo tenebroso en la vida del rey emérito, pero no el único de una historia personal y familiar con demasiadas sombras.
Cuentan que su conocida afición al dinero, al lujo y al fornicio le ha llevado a poner en apuros en infinidad de ocasiones a los guardianes de la institución, que en algún momento podrían haberse visto obligados a tomar las medidas necesarias para ocultar los escándalos provocados por las meteduras de pata (y de otras partes del cuerpo) del campechano.
Todos recordamos a cierta vedette llamando asustada a un programa de televisión hablando de amenazas y espías registrando su casa, o a una actriz de apenas 19 años que murió al saltar desde el balcón de su casa tras anunciar al mundo un embarazo que la tenía muy ilusionada, o más recientemente a Corinna, su última amante conocida denunciando un tiroteo a las puertas de su mansión.
Los vicios de Juan Carlos siempre se han considerado cuestión de Estado, la inteligencia española se ha visto obligada a intervenir en infinidad de ocasiones para solucionar asuntos de su disoluta vida privada, intervenciones que hemos pagado con dinero de todos.
Tantos escándalos acabaron convirtiendo a Juan Carlos en un quebradero de cabeza para las élites que sostienen y protegen a la monarquía, ese oscuro poder que mueve los hilos desde la trastienda decidió hace algún tiempo que el viejo ya no servía a sus intereses y le obligaron a abdicar.
Pero eso ya no les basta, son tantas las astracanadas del emérito que solo parece quedar un camino que pueda salvar a una monarquía que se hunde, Juan Carlos debe desaparecer. De España.
La situación actual es insostenible, un rey con la reputación hecha trizas no sirve a los intereses del poder, y conociendo la fatalidad que pese a sus vidas de lujo y excesos persigue a los Borbones, no sería de extrañar que un día, el emérito sufra un desafortunado accidente en una de sus cacerías, o se tropiece con una escopeta como le ocurrió al pobre Blesa y que desapareciese para siempre de este país prestando así un último servicio a la famiglia. Y al sistema.
Al fin y al cabo, lo importante es la institución.
A rey muerto, rey puesto.
Don Juan, padre de ambos, al entrar en la habitación y descubrir lo ocurrido obligó a su hijo mayor a ponerse de rodillas y a jurar que había sido un accidente.
Ignoro si tal reacción es normal entre familias de la realeza, pero cuesta trabajo creer que un padre haga pasar por semejante trance a un hijo que acaba de matar involuntariamente a su hermano, a no ser que albergue serias dudas sobre la realidad de los hechos.
En cualquier caso, no hubo investigación oficial, los rumores de toda índole se dispararon hasta el punto de meter a Franco en la ecuación. Pero solo Juan Carlos sabe la verdad de lo que ocurrió aquel fatídico día.
Esta tragedia nunca aclarada, fue el primer capitulo tenebroso en la vida del rey emérito, pero no el único de una historia personal y familiar con demasiadas sombras.
Cuentan que su conocida afición al dinero, al lujo y al fornicio le ha llevado a poner en apuros en infinidad de ocasiones a los guardianes de la institución, que en algún momento podrían haberse visto obligados a tomar las medidas necesarias para ocultar los escándalos provocados por las meteduras de pata (y de otras partes del cuerpo) del campechano.
Todos recordamos a cierta vedette llamando asustada a un programa de televisión hablando de amenazas y espías registrando su casa, o a una actriz de apenas 19 años que murió al saltar desde el balcón de su casa tras anunciar al mundo un embarazo que la tenía muy ilusionada, o más recientemente a Corinna, su última amante conocida denunciando un tiroteo a las puertas de su mansión.
Los vicios de Juan Carlos siempre se han considerado cuestión de Estado, la inteligencia española se ha visto obligada a intervenir en infinidad de ocasiones para solucionar asuntos de su disoluta vida privada, intervenciones que hemos pagado con dinero de todos.
Tantos escándalos acabaron convirtiendo a Juan Carlos en un quebradero de cabeza para las élites que sostienen y protegen a la monarquía, ese oscuro poder que mueve los hilos desde la trastienda decidió hace algún tiempo que el viejo ya no servía a sus intereses y le obligaron a abdicar.
Pero eso ya no les basta, son tantas las astracanadas del emérito que solo parece quedar un camino que pueda salvar a una monarquía que se hunde, Juan Carlos debe desaparecer. De España.
La situación actual es insostenible, un rey con la reputación hecha trizas no sirve a los intereses del poder, y conociendo la fatalidad que pese a sus vidas de lujo y excesos persigue a los Borbones, no sería de extrañar que un día, el emérito sufra un desafortunado accidente en una de sus cacerías, o se tropiece con una escopeta como le ocurrió al pobre Blesa y que desapareciese para siempre de este país prestando así un último servicio a la famiglia. Y al sistema.
Al fin y al cabo, lo importante es la institución.
A rey muerto, rey puesto.
Fuente → laultimahora.es
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