En este texto para Conversación sobre la historia, y que es una versión abreviada del artículo publicado en Modern Italy el 12 de septiembre de 2025, se analiza el papel de la Banca Nazionale del Lavoro (BNL) en la estrategia económica del régimen fascista italiano hacia la España franquista entre 1936 y 1943. A través de un enfoque de economía política, el autor sostiene que las decisiones económicas, diplomáticas, ideológicas y culturales del régimen de Mussolini estaban profundamente entrelazadas, y que la BNL fue una herramienta clave para implementar esta estrategia en el contexto de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.
0. La intervención italiana en la Guerra Civil española. ¿dónde quedan los factores económicos?
Mis primeros pasos en el área de la historia económica tuvieron lugar en la Business History Conference celebrada en 2014 en la ciudad de Frankfurt. Asistí para presentar un trabajo realizado junto a mi colega noruego Espen Storli sobre el cartel hispano-italiano que había dominado el mercado internacional del mercurio durante gran parte del siglo XX. Durante la cena de clausura del evento, surgió el tema de la intervención italiana en la guerra civil española, apoyando a los ejércitos franquistas, y mis compañeros de mesa me preguntaron por las posibles motivaciones económicas que pudieron influir en la decisión de Mussolini. Mi reacción inicial fue de sorpresa. En la universidad había leído los excelentes libros de John Coverdale y Morten Heiberg, que dejaban claro que la Italia fascista se movilizó por una combinación de factores ideológicos y geoestratégicos. La economía no desempeñaba ningún papel. Esta explicación dejó muy sorprendidos a mis interlocutores. Para aquellos historiadores económicos resultaba difícil aceptar que los italianos no tuvieran ningún tipo de aspiración económica como contrapartida por una ayuda tan decisiva.
Esa conversación se me quedó guardada en la memoria; lo cierto es que resultaba extraño que no hubiese factores económicos tras la decisión mussoliniana. ¿Era acaso posible que hubiésemos subestimado el peso de la economía en las decisiones que marcaron la intervención italiana en España? Con esa pregunta en mente me puse a repasar la historiografía al respecto. Efectivamente, la mayor parte de los libros escritos abrazaban las tesis de Coverdale (más tarde refinada por Viñas, Heiberg o Tussell, entre muchos otros) que la intervención italiana había respondido a una combinación de objetivos ideológicos y estratégicos. Historiadores económicos como Vincenzo Giura o Pierpaolo Barbieri argüían directamente que las consideraciones financieras fueron irrelevantes.[1] Incluso Stanley Payne concluía en un artículo que la política de Mussolini hacia Franco había estado marcada por una gran “generosidad” en lo económico, lo cual se tradujo en condonación de parte de la deuda y en dejar de lado posibles planes para la expansión industrial en España. A su vez, era interesante comprobar que parte de esos argumentos estaban basados en el análisis de la documentación del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano, y, en la lectura detallada del libro de memorias de Roberto Cantalupo, Fu La Spagna.[2]
Al mismo tiempo, sí que aparecieron en mis lecturas dos historiadores que planteaban, aunque de manera somera, la posibilidad de tomar motivaciones económicas más en serio. En efecto, tanto Gennaro Carotenuto como Ismael Saz, matizaban la visión predominante en la historiografía y apuntaban que, aunque no fueron determinantes, los intereses económicos sí podían haber formado parte del cálculo fascista. Ello me empujó a seguir investigando en busca fondos documentales que explicaran la política italiana hacia España en esos años. Me quedaba claro que los archivos de Asuntos Exteriores en Roma no iban a ser de demasiada ayuda y que había que encontrar fuentes alternativas. Fue entonces cuando di con la obra de Valerio Castronovo sobre la BNL, donde apuntaba que esta banca de estado había sido un instrumento financiero clave en la política exterior de la Italia fascista, desde Eritrea hasta Libia pasando por España. Tras una consulta con los custodios de los fondos de la BNL, situados en la remota Pratica di Mare, me convencí de que ahí podía estar la clave del asunto. En efecto, me confirmaban la existencia de numerosas carpetas dedicadas a las actividades del banco en España entre 1936 y 1943. El análisis de esos documentos que pude hacer en los meses siguientes, con la ayuda inestimable de mi compañero Giorgio Potí, corroboró que la BNL había efectivamente canalizado el grueso de las actividades económicas italianas en España en esos años, incluyendo las inversiones industriales, la gestión de la deuda de guerra y los intercambios comerciales. En definitiva, el archivo de la BNL revelaba un vacío sorprendente en los estudios históricos sobre la Guerra Civil española y sus consecuencias: la falta de atención a las cuestiones económicas en lo que atañe a la intervención italiana. El caso de la BNL demostraba que las autoridades fascistas sí que estudiaron formas de beneficiar al país en lo económico y que el estudio de esos planes merece un lugar de relieve en el análisis histórico.

1. Los primeros pasos del banco fascista en España
El inicio de esta historia nos lleva a estudiar la figura de Arturo Osio, director de la BNL a la sazón, y uno de los principales asesores de Mussolini en materia financiera desde finales de los años veinte del siglo pasado. En efecto, Osio había conseguido ya en 1927 que este banco controlado completamente por el estado se convirtiera en un actor relevante en la política imperial fascista, participando en operaciones bancarias en la llamada “África oriental italiana”. Conviene aclarar a este respecto que Osio, hombre ambicioso y sin demasiados escrúpulos, estaba convencido de que la agresiva política exterior mussoliniana necesitaba sincronizarse con una ambiciosa estrategia económica. Para el banquero italiano no existía diferencia entre política, diplomacia y economía: todo eran vasos comunicantes. Osio se rodeó de trabajadores jóvenes que compartieran su visión y que estuvieran dispuestos a realizar jornadas maratonianas para alcanzar los objetivos de expansión previamente fijados. De este modo, cuando Italia decide intervenir en España en el verano de 1936, Osio y su equipo se encuentran en una posición de fuerza dentro del panorama económico italiano: pocas instituciones tan dinámicas y confiables para la acción exterior como esa BNL.
Consciente de esta ventaja estratégica, Osio no tarda en reaccionar cuando se entera de que Italia y el bando nacional están negociando el envío de ayuda económica. Se apresura a convencer a Mussolini de las numerosas ventajas de incluir al banco en las negociaciones que se estaban llevando a cabo con el gobierno de Burgos para gestionar toda la ayuda financiera y militar enviada por el régimen fascista. El argumento inicial del banquero era que la BNL podía contribuir a mejorar las relaciones comerciales entre Italia y el bando sublevado. Cabe recordar que en ese momento el comercio bilateral era limitado, con una balanza de pagos completamente estancada y ambos países incapaces de encontrar una dinámica más favorable. Sin embargo, la guerra ofrecía una oportunidad para reactivar esos intercambios a medio y largo plazo: si Italia necesitaba materias primas (wolframio, piritas, hierro, etc.), España requería productos manufacturados que las industrias italianas, ansiosas por expandirse a nuevos mercados, podían proveer.
Los argumentos de Osio resultaron convincentes, y Mussolini autorizó rápidamente la apertura de oficinas de la BNL en Burgos y Sevilla, bajo el nombre de Banca del Commercio tra Italia e Spagna. No solo eso: el banquero italiano logró persuadir al Duce para que se transfirieran cinco millones de pesetas destinados a apoyar las operaciones iniciales. De este modo, la BNL se convertía en el principal canal del comercio bilateral, gestionando el 90 % de las transacciones entre ambos países. Además, ofrecía servicios financieros a los soldados italianos en España, facilitando el cambio de moneda y el acceso a fondos, y evaluaba propuestas de inversión de empresas italianas como Montecatini, Marelli y SNIA-Viscosa. Aunque los comienzos fueron modestos, Osio podía demostrar ante Mussolini que su banco era digno de confianza para iniciativas más ambiciosas.
2. La deuda de guerra y la consolidación de la BNL como “banco de los intereses italianos en España” (1938–1939)
La oportunidad perfecta para medir el músculo de la BNL no tardaría en presentarse. A medida que se vislumbraba el final de la guerra civil, las autoridades italianas comenzaron a plantear la cuestión del pago de la deuda de guerra española con Italia, inicialmente estimada en siete mil millones de liras. El primero en advertir el potencial que ofrecía el pago de esa deuda fue Ernesto Carpi, un personaje oscuro y enigmático que residía en España y actuaba como intermediario en la sombra entre el gobierno italiano y el bando nacional. Poco después de conocer el resultado inicial de las negociaciones, Carpi escribió a Osio proponiéndole un plan para que la BNL asumiera un papel central: administrar los fondos, adquirir un banco español, firmar un nuevo acuerdo de compensación comercial y absorber a SAFNI, otra empresa italiana activa en España.
Tras varias discusiones, la BNL adoptó el plan propuesto por Carpi y comenzó a ejercer presión sobre Mussolini para que le cediera definitivamente el control en materia económica. Para ello, era necesario absorber al otro gran actor italiano con presencia en España desde el inicio del conflicto: la SAFNI (Società Anonima Fertilizzanti Naturali Italia). Fundada en 1927 por iniciativa del gobierno italiano, la SAFNI fue una de las primeras sociedades industriales estatales creadas en competencia directa con empresas privadas. Aunque de tamaño modesto, desempeñó un papel pionero en la política industrial italiana, especialmente en el sector de los fertilizantes, y estuvo estrechamente vinculada a Vincenzo Fagiuoli, un empresario bien integrado dentro del régimen fascista. Por ello, en agosto de 1936, el Tesoro italiano le encargó gestionar los primeros intercambios comerciales bilaterales con el bando sublevado, asegurando el trueque de aceite de oliva, piritas y tejidos españoles por material militar italiano.
A pesar de ello, y tras varias reuniones con Ciano y con el propio Mussolini, Osio logró que se reconociera la preeminencia de la BNL, que incluso adquirió el control de todas las propiedades de la SAFNI en territorio español. Quedaba claro que la BNL estaba destinada a consolidarse como el principal instrumento de la política económica italiana en España. Solo en 1938, el banco dirigido por Osio gestionó más de 55 millones de liras en importaciones y estableció líneas de crédito con los principales bancos españoles. Además, promovió la cooperación industrial en sectores clave como la construcción de obras públicas, la industria militar y el sector químico. En todas estas iniciativas el gobierno italiano respaldó plenamente a la BNL, transfiriendo fondos del CTV (Cuerpo de Tropas Voluntarias) al banco. A principios de 1939 la BNL se había convertido oficialmente en el “banco de los intereses italianos en España” y concentraba toda la actividad económica hacia el bando rebelde.
3. Expansión estratégica tras la guerra civil (1939–1940)
Consciente de la posición preferencial que ahora ocupaba la BNL, Osio y sus directivos se mostraron aún más ambiciosos, elaborando un plan estratégico destinado a consolidar definitivamente la presencia italiana en España. El objetivo era resolver los problemas que habían afectado históricamente las relaciones económicas entre ambos países desde el siglo XIX y posicionar a Italia como un competidor directo frente a los grandes actores económicos internacionales: Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. El plan se articulaba en cinco pasos:
- Aprovechar la deuda de guerra para obtener condiciones favorables en las negociaciones bilaterales.
- Confirmar el papel de la BNL como único organismo encargado de coordinar las actividades económicas italianas en España.
- Priorizar operaciones financieras que permitieran a la BNL disponer de más pesetas para financiar inversiones italianas.
- Expandir sustancialmente el comercio bilateral, especialmente para cubrir la creciente demanda de materias primas necesarias para sostener un futuro esfuerzo bélico.
- Fomentar la cooperación industrial en sectores estratégicos como la automoción, la aviación, la química y la construcción, posicionando a las empresas italianas en condiciones de competir con sus homólogas alemanas, francesas y británicas.
Durante los años 1939 y 1940, Osio se reunió con frecuencia con Mussolini para asegurar el respaldo político necesario para ejecutar sus planes. El banco también se movilizó para proyectar una imagen de “generosidad” frente a la agresividad alemana, con el objetivo de ganar simpatía entre los funcionarios franquistas. Cabe señalar que no se trataba de una generosidad real, sino de una estrategia calculada para ganarse el favor de las élites del régimen. En este contexto, la BNL inauguró una lujosa sede en Madrid, a escasos metros del teatro donde Falange había celebrado su presentación oficial.
Todos estos esfuerzos parecieron dar frutos: en septiembre de 1939 se acordó la creación del Banco Hispano-Italiano del Trabajo (BHIT), con capital compartido entre el gobierno italiano y el empresario Juan March, una de las figuras económicas más influyentes y enigmáticas de la España franquista. Unos meses más tarde, en mayo de 1940, se firmó el acuerdo definitivo sobre la deuda de guerra, reducida a cinco mil millones de liras, pagaderos en cincuenta semestres. La mitad de esa suma se destinaría al comercio bilateral, y la otra mitad a inversiones italianas en España, todo ello bajo la supervisión de la BNL. Los planes de Osio y Mussolini para consolidar la influencia italiana en España comenzaban a materializarse.
4. El plan de inversiones de la BNL (1940–1943)
Una vez transferidas las primeras partidas correspondientes a la deuda de guerra, la BNL se apresuró a ejecutar un ambicioso plan de inversiones, desembolsando más de 103 millones de pesetas antes de octubre de 1940. Estas inversiones se distribuyeron en cuatro grandes áreas:
- Comercio: 30 millones de pesetas destinados a facilitar la adquisición de productos estratégicos españoles como mercurio, hierro y plomo.
- Industria: 33 millones invertidos en participaciones en empresas como FIAT-SEAT, SAETA (aeronáutica), SNIACE (celulosa), FEMSA (electromecánica), entre otras.
- Sector inmobiliario: 25 millones dedicados a la compra de propiedades con fines especulativos.
- Banco Hispano-Italiano del Trabajo (BHIT): 13 millones para su constitución.
Estas inversiones consolidaron la presencia de empresas italianas en España. Hispano-Olivetti pasó a dominar el mercado de máquinas de escribir; Pirelli se convirtió en la segunda empresa de neumáticos del país; se sentaron las bases para la creación de SNIACE; y las aseguradoras italianas —especialmente la INA— obtuvieron acceso privilegiado al mercado español.

5. Obstáculos y declive (1941–1943)
En medio de todos estos avances, la BNL también enfrentó varios desafíos en los años siguientes, que logró solventar de manera sorprendentemente eficaz. El primero fue de carácter comercial. A pesar de los esfuerzos realizados, la balanza de pagos seguía desequilibrada, especialmente tras la entrada de Italia en la guerra como parte del Eje. La economía española no era capaz de satisfacer todas las demandas de una Italia desesperada por obtener materias primas, lo que provocaba que el régimen de Franco exportara menos productos básicos de los que recibía en bienes manufacturados. Esta situación generaba cierta preocupación en Roma. Aun así, cabe destacar que la Italia de Mussolini logró desbloquear parcialmente el comercio bilateral durante esos años, obteniendo cantidades significativas de hierro y piritas, ambos esenciales para el esfuerzo bélico.
Al mismo tiempo, la dirección de la BNL tuvo que lidiar con el fracaso del proyecto de adquisición del BHIT, debido a la retirada repentina de Juan March, un episodio que merece una investigación más detallada para comprender las motivaciones del empresario mallorquín. Aunque la documentación disponible no permite establecer con certeza las motivaciones de March, el banco no se desanimó. De hecho, pocos meses después, Osio logró un hito sin precedentes: obtener permiso para que la BNL operara en suelo español con todos los derechos y garantías de cualquier otro banco nacional. Esto era excepcional en un sistema económico tan cerrado como el español, y hacía innecesaria la compra de una entidad bancaria local.
En resumen, a pesar de los obstáculos, la BNL encaraba el inicio de 1943 con un considerable optimismo. Los problemas surgidos hasta entonces se habían resuelto, y los planes avanzaban según el enfoque a largo plazo pactado entre Osio y Mussolini. Sin embargo, toda esta estrategia se vino abajo como consecuencia de los acontecimientos políticos en Italia: la invasión aliada de Sicilia, la caída de Mussolini y el armisticio con los Aliados obligaron a la BNL a suspender sus actividades y sus planes de expansión en España, al menos hasta que se aclarara el futuro del país. Aunque el banco continuó existiendo, su papel como herramienta de expansión imperial quedó definitivamente truncado.

6. Conclusión: economía, ideología y expansión imperial
Este artículo concluye que la BNL fue una pieza clave en la estrategia imperial italiana hacia España. Aunque no está claro que Mussolini estuviera motivado por razones económicas en el verano de 1936, los documentos del banco demuestran que Osio sí percibió desde el inicio el potencial estratégico de la intervención italiana. Asimismo, queda demostrado que Osio no tardó en convencer al Duce, quien ya a mediados de 1937 había decidido respaldar de forma decidida los planes diseñados por Osio y su equipo. A partir de ese momento, el papel de la BNL no dejó de crecer: comenzó con intercambios comerciales y se expandió hacia inversiones industriales, gestión de deuda y penetración financiera.
La estrategia italiana, concebida como una alternativa a largo plazo frente a los modelos anglosajón y alemán, se configuró como un híbrido que combinaba elementos clásicos del imperialismo económico occidental con la retórica fascista de la “generosidad”, en contraste con la agresividad alemana. Este caso constituye un ejemplo claro del imperialismo fascista aplicado en otros territorios del Mediterráneo durante la guerra, como Albania o Grecia.
Aunque muchos de los planes quedaron interrumpidos en 1943 debido al colapso del régimen fascista, la BNL logró consolidar la presencia de empresas italianas en España y sentar las bases para una influencia pensada para perdurar. Más allá de los beneficios económicos inmediatos, que habrían requerido años para compensar el coste de la intervención, este estudio demuestra que la política exterior fascista no puede entenderse sin considerar su dimensión económica. El caso español ofrece un ejemplo paradigmático de cómo los regímenes autoritarios utilizaron instrumentos financieros para expandir su poder.
Desde una perspectiva teórica, el artículo propone un enfoque que supera la dicotomía entre política y economía, argumentando que en regímenes de economía planificada como el de la Italia fascista, ambas dimensiones son inseparables. La BNL, como banco estatal, se convirtió en un instrumento de la política exterior mussoliniana, especialmente en el Mediterráneo, y en un actor central en la relación con el régimen de Franco. Sus actividades buscaban establecer sinergias entre los objetivos políticos del fascismo y las necesidades económicas del país. Para los dirigentes de la BNL, no existía distinción entre política y economía: todo era política económica.
Notas
[1] Giura llegaba a asegurar que “contrariamente a quello tedesco, il governo italiano non mostrò mai un reale interesse verso i vantaggi economici che avrebbe potuto ricavare in conseguenza dell’intervento.” (p. 89).
[2] Roberto Cantalupo, Fu La Spagna: Ambasciata Presso Franco, Febbraio– Aprile 1937 (Milan, 1948), 10–14. En este libro un tanto melancólico, el diplomático fascista da una visión muy negativa de la intervención italiana en España concluyendo que no trajo ningún beneficio al país y que supuso un lastre en lo económico.
Fuente: Conversación sobre la historia
Una versión más extensa de este artículo se ha publicado en Modern Italy (2025), 1–20
Portada: talón de la Banca Nazionale del Lavoro del año 1938 (foto: ebay)
Fuente → conversacionsobrehistoria.info





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