La reedición de "El olivar", su novela ambientada en la Segunda República, se presenta este martes en el Ateneo Obrero de Gijón.
Ralph Bates (1899-2000) vivió entre la pluma y la acción.Este escritor británico, militante comunista y combatiente incansable narró con pasión las luchas campesinas andaluzas de los años previos a la guerra civil española. Su novela “El olivar”, escrita en 1935, acaba de ser reeditada por la editorial Libros Corrientes y se presentará este martes 28 de octubre a las 19 en el Ateneo Obrero de Gijón. El historiador Rubén Vega y el editor Ricardo García Pérez hablarán de la vida y obra de Bates.
El libro es un crudo retrato de la vida de los jornaleros de la época bajo el yugo de los terratenientes. Bates vivió entre ellos y luchó a su lado en la guerra civil como brigadista internacional. Nacido en Swindon, una humilde ciudad obrera de Inglaterra, Bates creció en el seno de una familia de ingenieros ferroviarios. Pronto abandonó la escuela para formarse como mecánico, pero la Primera Guerra Mundial echó al traste sus planes.
Participó en la contienda como cabo en el frente de batalla, y su experiencia en las trincheras avivó su conciencia social. En 1923 se afilió al Partido Comunista Británico, atraído por el ideal de solidaridad proletaria. Esos años posteriores a la guerra los emplea trabajando como marinero, un empleo que le acaba llevando a España, donde decide quedarse. “España me atrapó como un imán”, escribiría años después en sus memorias.

Instalado en Andalucía a principios de los años 20, Bates trabajó como electricista, mecánico y hasta reparador de órganos de iglesia. Quienes lo conocieron dicen que hablaba un español fluido con ciertos préstamos del catalán, la lengua que había aprendido en sus visitas a Barcelona para organizar sindicatos obreros. Sus amigos lo apodaban “Ralph el Fantástico” por su energía inagotable: organizaba huelgas, repartía panfletos y bebía vino con jornaleros hasta el amanecer. Esta inmersión en la vida cotidiana española impregnó su obra temprana. Publicó “Sierra” en 1933, un compendio de relatos cortos sobre montañeses extremeños, y un año después “Hombres delgados”, en el que exploraba la miseria urbana de Barcelona. Pero fue “El olivar” el libro que le hizo conocido en el mundo anglosajón.
Sus amigos lo apodaban “Ralph el Fantástico” por su energía inagotable
Ambientada en Los Olivares de Don Fadrique, un ficticio pueblo andaluz cerca del río Jabalón, la novela narra las tensiones sociales durante la Segunda República, y su trama desemboca en la Asturias de la Revolución del 34.
Bates teje una trama coral donde los jornaleros anarquistas Joaquín Caro y Diego Mudarra lideran una revuelta contra el cacique don Fadrique Guevara y Muñaroz, marqués del Peral, un latifundista que encarna la oligarquía rural. El olivar, símbolo de la Andalucía eterna, se convierte en escenario de hambre, violencia y amores prohibidos. Críticos estadounidenses la alabaron como “una de las mejores novelas sobre temas españoles en lengua inglesa”, destacando su realismo crudo y su empatía por los desposeídos. Fue publicada en Inglaterra en 1935 y un año más tarde en Estados Unidos, donde vendió miles de copias.

Bates ejerció también como periodista y corresponsal en España de la publicación progresista The New Republic, para la que había escrito algunos artículos sobre la situación de los jornaleros. Aunque Bates siempre había combinado la militancia con su actividad literaria, la guerra civil española acabó de decantarle por la primera. Acérrimo defensor de la causa republicana, cruzó los Pirineos guiando a un grupo de voluntarios y se unió a las Brigadas Internacionales. Editó el boletín Voluntario de la Libertad, sirvió como comisario político en el Batallón Lincoln y combatió en la Batalla de Brunete. En plena guerra, viajó a Estados Unidos junto a Malraux para recaudar fondos para la República.
Su apoyó al PCE empezó a resquebrajarse en agosto de 1939 con la firma del Pacto Molotov-Ribbentrop que sellaba la alianza nazi-soviétiva para repartirse Polonia, los países bálticos y Finlandia. Bates rompió entonces con el comunismo, se exilió brevemente en México y en 1941 se fue a Nueva York, donde fue profesor de escritura creativa. Pese a todo, en los años 50 rechazó colaborar con el Comité de Actividades Antiamericanas que perseguía la influencia de los comunistas norteamericanos en el sindicalismo, la administración pública, los medios de comunicación y la industria cultural. Su pasión por España nunca le abandonó, y tras la muerte de Franco visitó el país con frecuencia.
La muerte de Bates, el 26 de noviembre de 2000 en Manhattan, a los 101 años, fue recogida en numerosos medios internacionales. The New York Times dedicó un obituario extenso a su “carrera literaria y vida de compromiso”, mientras El País lo recordó como “novelista y excombatiente en España”, destacando cómo El olivar capturaba “la España de los olvidados”. The Guardian lo describió como un “escritor y activista que dedicó su vida a la lucha antifascista”
Fuente → nortes.me


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