Octubre de 1934 en Asturias: el cerco militar y la resistencia obrera
Octubre de 1934 en Asturias: el cerco militar y la resistencia obrera
Pablo Martínez Corra 
 
La Revolución de Octubre de 1934 en Asturias: crónica de los acontecimientos

 

La Revolución de Octubre de 1934 constituye uno de los episodios más trascendentes de la historia contemporánea española. No fue simplemente una huelga obrera ni una revuelta local: se trató de una auténtica insurrección armada de carácter regional, enmarcada en la Segunda República, que durante dos semanas puso a prueba la capacidad del Estado para mantener el orden y reveló la profundidad de la fractura social y política que atravesaba España en los años treinta.

El epicentro fue Asturias, una región minera y obrera con larga tradición de lucha sindical y con una composición social que favorecía la unidad obrera. Allí, la Alianza Obrera —coalición inédita que integró a organizaciones tan distintas como la UGT socialista, la CNT anarcosindicalista, el PCE comunista y otras formaciones menores— consiguió algo que no se logró en ninguna otra región: transformar la huelga general revolucionaria en un auténtico levantamiento popular armado.

En la madrugada del 4 al 5 de octubre de 1934 estalló en Asturias la huelga revolucionaria convocada por la Alianza Obrera, en toda la región se desencadenó un ataque coordinado contra los cuarteles de la Guardia Civil, Carabineros y Guardias de Asalto, que apenas sumaban unos 2.500 efectivos en toda la provincia. El cálculo revolucionario era claro: desarmar a las fuerzas del orden en los primeros días, hacerse con fábricas de armas y explosivos, y crear un poder obrero en las cuencas mineras.

La reacción del gobierno 

El 5 de octubre, el gobernador civil de Asturias, Fernando Blanco Santamaría, declaró el estado de guerra y delegó el mando en el coronel Antonio Navarro, comandante de la guarnición de Oviedo. Desde el primer momento se enviaron telegramas urgentes a León y Palencia para pedir refuerzos, mientras en Madrid se debatía qué hacer. El ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, y el líder de la CEDA, José María Gil-Robles, llegaron a plantear que fuese el general Francisco Franco quien tomara el mando directo de la operación. Finalmente, se designó al general Eduardo López Ochoa para dirigir sobre el terreno, mientras Franco, desde el Estado Mayor, coordinaba los movimientos de tropas, aviación y marina, puenteando al Jefe del Estado Mayor el General Carlos Masquelet

Es aquí donde adquiere una importancia capital el mapa conservado en el Archivo Militar de Ávila. Este documento cartográfico, elaborado por el propio Ejército, representa con claridad las operaciones de socorro planificadas desde Madrid: las flechas muestran la entrada de columnas militares desde Lugo, León y Santander, los símbolos señalan la intervención naval en Gijón y Avilés, y los puntos marcados reflejan los núcleos de resistencia obrera en Oviedo, Mieres, Sama, La Felguera o Pola de Lena. El mapa, con sus trazos y símbolos militares, constituye una síntesis visual de la estrategia que buscaba el cerco y la asfixia del levantamiento. Es la prueba del enorme esfuerzo que hubo de realizar el Gobierno republicano para someter a decenas de miles de mineros armados con dinamita.

El Asalto a Oviedo:

Incendio del Teatro Campoamor - Pares

El 6 de octubre, cuatro columnas mineras convergieron sobre Oviedo.Desde el sur, el dirigente minero Arturo Vázquez sorprendió a una compañía de Asalto en el Caño del Águila, logrando penetrar hacia la calle Magdalena y Marqués de Gastañaga, donde se encontraba la Comandancia de Carabineros.Desde el oeste, la columna del socialista Ramón González Peña penetró en el barrio de Buenavista, enlazando con los hombres de Vázquez.El sargento Diego Vázquez, desertor del Regimiento de Infantería Pelayo n.º 3, encabezó el asalto a la Comandancia de Carabineros, que finalmente cayó el 7 de octubre.

En apenas dos días, los revolucionarios ocuparon el Ayuntamiento, la Inspección de Policía Municipal, San Pedro de los Arcos, la Estación del Norte y la fábrica de explosivos de La Manjoya, lo que les dio acceso a toneladas de dinamita.

A pesar del ímpetu obrero, Oviedo no cayó por completo. Varios núcleos militares resistieron: el Gobierno Civil, la Catedral, la Cárcel Modelo, el cuartel de Pelayo y el cuartel de Pumarín. Los edificios institucionales, como la Diputación Provincial, el Banco de España y el Hotel Inglés fueron cayendo. El 7 de octubre, los revolucionarios lograron consolidar el control de barrios enteros, pero el perímetro gubernamental en torno al centro resistía, esperando la llegada de los refuerzos.

EL Frente Sur:  

Mientras tanto, por el sur, entraban en Asturias las primeras tropas enviadas desde León, al mando del general Carlos Bosch, acompañado por los coroneles Ricardo Balmes, con unidades . Pero en el Puerto de Pajares, a la altura de Campomanes y Vega del Rey, miles de mineros de Lena y Mieres levantaron trincheras y fortificaciones, frenando el avance. Este sería el frente sur, bloqueado durante casi dos semanas, que el mapa de Ávila señala con una línea de contención
El frente sur, que debía ser el eje principal de la ofensiva gubernamental, partía de León y cruzaba el puerto de Pajares con el objetivo de avanzar directamente sobre Oviedo. Sin embargo, resultó ser el sector más duro y resistente de toda la campaña. Desde el 6 de octubre, los revolucionarios, unos 2.000 mineros y trabajadores armados con escasos fusiles, dinamita y algunos cañones fabricados en Trubia, establecieron sólidas defensas en Campomanes, Vega del Rey y Pola de Lena. Durante casi dos semanas, hasta el 18 de octubre, consiguieron detener a fuerzas muy superiores en número y armamento, de modo que las tropas gubernamentales apenas lograron avanzar cinco kilómetros en más de diez días de combates.

La columna sur estaba compuesta por unidades selectas del Ejército y del Tercio. Formaban parte de ella el Regimiento de Infantería nº 36, con base en León, apoyado por tres compañías del batallón ciclista de la misma guarnición. A estas fuerzas se añadieron tres baterías de Artillería Ligera nº 14 de Valladolid, así como refuerzos del Regimiento de Infantería nº 35 y un batallón del Regimiento nº 32, que permitieron sostener la presión en el frente. También intervinieron escuadrones de caballería destinados a la exploración y control de los valles, y se desplegaron piezas de artillería pesada junto a trenes de intendencia y servicios de automóviles que aseguraban el abastecimiento. La aviación, procedente de la base de León, realizó vuelos de reconocimiento y bombardeos sobre las posiciones revolucionarias en Campomanes y Pola de Lena, tratando de quebrar su resistencia.

El mando inicial de la columna estuvo a cargo del general Carlos Bosch y Marín, pero las dificultades del avance y las críticas recibidas llevaron a que fuese relevado el 14 de octubre por el coronel Ricardo Balmes, quien asumió la dirección de la operación. A la zona fue también enviado el general de la Cerda, que finalmente sería sustituido por el coronel Antonio Aranda, militar que dos años más tarde cobraría protagonismo en la defensa de Oviedo durante la Guerra Civil.

A pesar de la potencia de fuego y del número de efectivos, la resistencia minera en el frente sur se convirtió en un símbolo de la insurrección: trincheras improvisadas, dinamita lanzada contra posiciones legionarias y el aprovechamiento del terreno montañoso hicieron que la columna gubernamental quedase detenida en Vega del Rey. El mapa del Archivo de Ávila refleja con nitidez esta situación: una flecha gruesa descendente desde León que se atasca en Campomanes y permanece prácticamente inmóvil durante más de una semana, marcando el fracaso inicial de las tropas gubernamentales frente a la combatividad obrera. Solo después del 14 de octubre, con la llegada de nuevos refuerzos, mayor potencia artillera y el desgaste progresivo de los mineros, se logró romper el frente y avanzar hacia Mieres, abriendo finalmente la vía del sur hacia el corazón de Asturias.

Gijón durante la Revolución de Octubre

Gijón - PARES Archivo Histórico Nacional, DIVERSOS-TITULOS_FAMILIAS,3782,N.34

En Gijón, la insurrección se declaró de forma inmediata el 5 de octubre. Sin embargo, a diferencia de las cuencas mineras o de Oviedo, los obreros carecían de armas suficientes para una ofensiva prolongada. El control obrero se concentró en los barrios populares de Cimadevilla (el casco histórico) y El Llano, donde se levantaron barricadas y trincheras improvisadas.

Las estaciones y el puerto quedaron en manos de los insurrectos durante los primeros días. Los revolucionarios incluso intentaron impedir la llegada de la flota republicana al fondeadero gijonés, saboteando las instalaciones y organizando patrullas en los muelles. Pese a estas acciones, el gran problema fue la falta de fusiles: la mayoría de combatientes disponía únicamente de dinamita o escopetas de caza.

El Gobierno reaccionó con rapidez en la zona costera. El 8 de octubre, el crucero Libertad bombardeó los barrios de Cimadevilla y El Llano, castigando las posiciones revolucionarias y sembrando el pánico entre la población civil. Al día siguiente, el 9 de octubre, el acorazado Jaime I desembarcó en el puerto de El Musel un destacamento de 206 marinos armados con ametralladoras y munición, lo que reforzó la posición gubernamental en la ciudad.

A partir de ese momento, la insurrección en Gijón quedó en retroceso. Aunque hubo combates callejeros en El Llano y tiroteos en Cimadevilla, la presión naval y el control del puerto permitieron al Gobierno consolidar la ciudad. Los revolucionarios más organizados se retiraron hacia las cuencas mineras para seguir luchando allí, mientras en Gijón la situación se estabilizaba a favor del Ejército.

La Columna de Lopéz Ochoa

El plan del ministerio de Guerra fue enviar por el oeste al general López Ochoa que era Inspector General del Ejército. Lopez Ochoa salió de Lugo con 360 hombres del Regimiento n.º 12 y una treintena de camiones. El 7 de octubre tomó Ribadeo, Navia, Luarca, Salas y Grado, abandonada por los mineros, pero fue detenido en el desfiladero de Peñaflor, donde los revolucionarios habían talado árboles y preparado emboscadas. El 9 de octubre, optó por desviarse hacia la costa, avanzando por Pravia y Muros, combatiendo en Piedras Blancas y luego en Salinas, donde un cuartel estaba cercado.
Avilés: 

En Avilés los revolucionarios controlaban desde la noche del 4 al 5 de octubre parte de la ciudad, habían tomado la Estación del Norte, la del Carreño y los muelles, donde incluso hundieron el pesquero vasco Agadir para bloquear el puerto. Los revolucionarios no tenían muchas armas largas pero habían preparado bombas y tenían pistolas. En el ayuntamiento resisitían guardias Civiles, carabineros y municipales. Lopez Ochoa entreó por la zona de los Telares y el parque del muelle donde hubo combates y heridos la ciudad cayó el 10 de octubre. Los revolucionarios se retiraron hacia Corvera, volando puentes en su retirada. 

Siguen los combates  

El 8 de octubre, la aviación de la base de León bombardeó posiciones obreras en Oviedo. Ese mismo día, el crucero Libertad bombardeó Cimadevilla, mientras se combatía en El Llano.El 9 de octubre, el acorazado Jaime I desembarcó 206 marinos en Gijón con armas y munición.

En Oviedo, los combates se intensificaron: el Banco de España cayó en manos revolucionarias, el Teatro Campoamor y el edificio del periódico Avance fueron incendiados por el comandante Alonso Vega, y varias casas ardieron alrededor de la Audiencia Provincial y del Monasterio de San Pelayo.

El 10 de octubre, López Ochoa llegó a Posada de Llanera, enlazó con la Guardia Civil del cuartel local y prosiguió hacia Lugones y La Corredoria, llevando consigo como rehenes a dirigentes socialistas como Bonifacio Martín, que murió en circunstancias nunca aclaradas. EL Coronel Yagüe tomaba el mando en Gijón para dirigirse hacía Oviedo después de tomar el barrio del Llano con fuerzas de la legión y regulares. 

El 11 de octubre, tras vencer a los sitiadores del cuartel de San Pelayo, López Ochoa entró en Oviedo y enlazó con el Regimiento Pelayo n.º 3. Desde ese momento, la suerte de la revolución estaba sentenciada. 12–14 de octubre: la contraofensiva

Oviedo - Fondos BNE

El coronel Yagüe avanzó desde Gijón el 11 de octubre, reforzado con la V Bandera de la Legión y un Tabor de Regulares de Ceuta. El 12 entró en Oviedo y recuperó la Fábrica de Armas de La Vega tras una maniobra envolvente.El 13 de octubre, López Ochoa y Yagüe lanzaron un asalto conjunto:Los legionarios y cazadores de África avanzaron por el sur, tomando Villafría y San Lázaro.Otra bandera de la Legión y los regulares cerraron el paso por el norte y oeste.La Cárcel Modelo fue liberada, la Estación del Norte recuperada y la iglesia de San Pedro de los Arcos asegurada, tras intesnsos combates.

La resistencia se concentró en la Plaza de la República y el Ayuntamiento, bombardeados por la aviación. La Universidad de Oviedo ardió, perdiéndose buena parte de su biblioteca histórica.

El 14 de octubre, López Ochoa controlaba casi toda la ciudad, mientras Yagüe ocupaba el Parque San Francisco, la Diputación y el Hotel Inglés. Solo quedaban focos de resistencia en San Lázaro y el Cementerio.

15–19 de octubre: las cuencas mineras

Con Oviedo asegurado, la ofensiva se trasladó a las cuencas mineras del Nalón y el Caudal.El 15 de octubre, Ochoa reorganizó tropas, tomó La Manjoya y voló la vía férrea.El 17, Yagüe ocupó Trubia, donde los mineros habían capturado cañones. Ese mismo día, refuerzos desembarcaron en San Esteban de Pravia, aunque retrocedieron.El coronel Solchaga avanzó desde Infiesto hacia Nava y Noreña, combatiendo en El Berrón contra mineros de Sama y La Felguera.En el sur, en Pola de Lena, unos 2.000 mineros resistieron con artillería de Trubia frente a los regimientos 32, 35 y 36, el batallón ciclista, artillería pesada y caballería. Bosch fue sustituido por Balmes, y luego por el general de la Cerda y el coronel Aranda. El frente Sur: resistencia en Lena y Mieres

El 18 de octubre, el dirigente socialista Belarmino Tomás negoció la rendición con López Ochoa en Oviedo, imponiendo que ni la Legión ni los Regulares entrasen en las cuencas.El 19 de octubre, las tropas entraron en Mieres, Sama y La Felguera. La revolución había terminado.

Balance final

  • Obreros movilizados: 30.000–40.000.
  • Armados con fusiles: unos 5.000.
  • Tropas gubernamentales: 17.000 (27 batallones, 3 banderas de la Legión, 2 tabores de Regulares, artillería, caballería, aviación y marina).
  • Muertos: 1.200–1.500.
  • Heridos: unos 3.000.
  • Detenidos: 30.000.
  • Edificios destruidos en Oviedo: más de 150, incluyendo la Universidad y la Diputación Provincial


Fuente → asturias1936.es

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