En plena Guerra Civil, las mujeres jóvenes dieron un paso al frente para defender la República y transformar su realidad. Eran las integrantes de la Unión de Muchachas, una organización juvenil femenina que, entre 1937 y 1939, combinó el compromiso político con la educación y el trabajo. Nacida en mayo de 1937 como resultado de una conferencia femenina de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), agrupó a las mujeres jóvenes antifascistas para dotarlas de una identidad política, cultural y social propia.
Distribuidas por todo el territorio republicano, destaca especialmente su activismo en Madrid y en las provincias levantinas. En Alicante, Felisa Melendo sería la secretaria provincial de la Unión de Muchachas, dejando testimonios que recogió el diario Nuestra Bandera: «Queremos trabajar en todo para ganar la guerra». «Ya no se nos considera seres inferiores, ni destinadas solo a los quehaceres domésticos», se leía, por ejemplo, en la edición del 16 de octubre de 1937.
Otras integrantes de la Unión de Muchachas de la ciudad de Alicante fueron Aurora Barceló, Josefa Esteban, Angelita Bañón, Josefa Torregrosa, Francisca Pérez, Rafaelita Pérez, María Pérez, Dolores Ballester, Paquita García, María Verdú, Teresa Soler, Asunción Gralla, María Guilabert, Amalia Maciá, Lolita Valco, Purita Gadea y María Belmonte. Algunas de ellas con tan solo 17 años, y muchas ocupando puestos de dirección y coordinación.
Hoy se sabe que establecieron sus Casas u Hogares de Muchachas en Alicante, Elche, Crevillent, San Vicente del Raspeig, Dolores, Elda, Ondara, Pedreguer, Almoradí, Santa Pola y Orihuela. Todas fueron espacios de encuentro y aprendizaje donde las jóvenes podían leer, formarse y organizarse. En ellos se impartían clases de alfabetización, mecanografía, enfermería o manejo de maquinaria, junto a talleres de costura, cultura y deporte. La sede de la ciudad de Alicante se encontraba en la Plaza de Emilio Castelar n.º 8, pero también realizaban cursillos de formación en el n.º 31 de la Calle Bailén.
Durante los años de guerra, la organización se volcó en labores esenciales para el sostenimiento del esfuerzo republicano. Las muchachas alicantinas confeccionaban ropa para los soldados, atendían a los heridos en hospitales improvisados y organizaban lavaderos colectivos y comedores populares para las familias desplazadas. Además, a nivel nacional, colaboraban con organizaciones como la Agrupación de Mujeres Antifascistas o el Instituto de Reforma Agraria.

La Unión de Muchachas: género, juventud y antifascismo / INFORMACIÓN
A nivel internacional lo hacían con el Socorro Rojo Internacional y con la agrupación denominada «La Unión de Muchachas de Francia». Esta última, l’Union des jeunes filles de France (UJFF), realizaba numerosas donaciones y visitas a la Unión de Muchachas alicantina, especialmente en forma de alimentos y ayudas económicas para apoyar al bando republicano durante la guerra.
A diferencia de otras agrupaciones políticas o sindicales, la Unión de Muchachas no se limitaba a la militancia partidista. Su objetivo era formar, educar y movilizar a las jóvenes de entre 16 y 25 años, procedentes del campo, de las fábricas y de los talleres. En los estatutos de la Unión de Castellón definían su propósito del siguiente modo: «Unir a las jóvenes españolas para su educación cultural y social y para su preparación en la ayuda a la guerra y la reconstrucción del país».
Uno de los obstáculos con los que se encontraron en el proceso para incorporar a las mujeres al mundo laboral fue la igualdad salarial. Las quejas de mujeres, que reciben un menor salario realizando el mismo trabajo que los hombres, darán lugar a reivindicaciones como las expresadas en la Asamblea Popular de la Unión de Muchachas, celebrada el 29 de abril de 1939 en Alicante: «En la medida en que las muchachas trabajen, se acelerará nuestra victoria», «A igual trabajo, igual salario (...)».

La Unión de Muchachas: género, juventud y antifascismo / INFORMACIÓN
En su discurso, Felisa Melendo insistía con énfasis en la capacitación de la mujer para poder desempeñar los diferentes puestos en la producción, subrayando que no habían recibido la ayuda eficaz que esperaban de los sindicatos. Reivindicaba el trabajo femenino exigiendo la igualdad de salario y negando cualquier pretensión de que las mujeres percibiesen retribuciones inferiores a las de los hombres. Estos extremos los recogía el ejemplar del 30 de abril de 1938 del diario Nuestra Bandera.
La Unión de Muchachas no fue una organización feminista en el sentido moderno o autónomo del término, pero sí desempeñó un papel fundamental en la politización y socialización de las jóvenes en un contexto bélico y revolucionario. De modo que esa experiencia supuso un paso decisivo en el proceso de subjetivación política de muchas mujeres.
La participación en asambleas, campañas o cursos técnicos permitió a las jóvenes obreras y campesinas alicantinas redefinirse como ciudadanas activas, con conciencia de clase y de género. Aunque no se autodenominaran feministas, sus prácticas anticiparon muchas de las demandas que décadas después serían reivindicadas por el feminismo contemporáneo.
Fuente → informacion.es


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