Fue una de las figuras más relevantes del anarquismo español del siglo XX. Por ello, su extraña muerte en el frente de Madrid en noviembre de 1936 –apenas comenzada la Guerra Civil– resultó traumática para el movimiento anarquista español y levantó todo tipo de especulaciones aún hoy sin resolver.
Fue una de las figuras más relevantes del anarquismo español del siglo XX. Por ello, su extraña muerte en el frente de Madrid en noviembre de 1936 –apenas comenzada la Guerra Civil– resultó traumática para el movimiento anarquista español y levantó todo tipo de especulaciones aún hoy sin resolver.
Si tenemos que señalar la que posiblemente fuese la pérdida humana más traumática para el movimiento anarquista español durante la Guerra Civil, podríamos decir sin mucho temor a equivocarnos que se corresponde con la muerte de uno de sus mayores exponentes en aquel momento, Buenaventura Durruti. Este se establece como una de las figuras más relevantes del movimiento anarquista español del siglo XX, militando activamente dentro de diversas organizaciones de corte libertario y destacando por su carisma en la Guerra Civil dentro de la Confederación Nacional del Trabajo.
ESPÍRITU SUBVERSIVO
Durruti nació en León el 14 de julio de 1896. Con apenas 14 años abandonó los estudios para entrar a trabajar como aprendiz de mecánico, afiliándose poco después a la Unión de Metalúrgicos adscrita a la Unión General de Trabajadores, que le terminó desilusionando por su moderación.
Uno de los puntos de inflexión fue la huelga general de 1917, que, además de costarle su puesto de trabajo en la compañía ferroviaria en la que prestaba servicio, conllevó su expulsión de la Unión Ferroviaria de la UGT al adoptar posturas que el sindicato entendió como de indisciplina, pues entre otras cosas fue acusado de lanzar al río a un esquirol. Poco tiempo después, en torno a 1920, comenzó su viraje hacia el anarcosindicalismo, tras trasladarse a Barcelona y afiliarse a la CNT.
Entre otras cosas, fue uno de los fundadores del grupo de acción Los Solidarios, que pasó a la fama en el año 1923 por el atraco al Banco de Gijón, con el fin de recaudar fondos para las familias de los anarquistas presos. Tras huir de España y pasar una temporada en Argentina, viajó a Chile, donde pasó a la historia por realizar el primer atraco bancario del país, continuando así la campaña empezada en su patria natal. En 1931 regresó y participó activamente en mítines y huelgas, además de en otro tipo de acciones subversivas que eventualmente derivaron en que fuese deportado a Guinea en el conocido buque Buenos Aires, apenas un año después. Tras su vuelta a España, fue detenido en siete ocasiones y estuvo en prisión casi tres años, hasta salir finalmente en libertad en enero de 1936.
SU PAPEL DESTACADO EN LA GUERRA
Al inicio de la Guerra Civil, se estableció como uno de los protagonistas de los enfrentamientos ocurridos en Barcelona, en los que, entre otros, perdió la vida su compañero y amigo Francisco Ascaso. La fuerza de choque formada por diversas organizaciones entre las que destacaban la CNT, la FAI y la UGT, que consiguió frenar el alzamiento en dicha ciudad apenas dos días después de iniciada la guerra, propuso por parte de varios de sus componentes –entre los que se encontraba Durruti– a Lluís Companys, president de la Generalitat, la creación de un Comité Central de Milicias Antifascistas catalán en el que fuesen incluidas todas las fuerzas políticas y sindicales antifascistas; comité cuyo cometido sería encargarse de la defensa de la provincia, algo que Companys finalmente aprobó.
Al inicio de la Guerra Civil, se estableció como uno de los protagonistas de los enfrentamientos ocurridos en Barcelona, en los que, entre otros, perdió la vida su compañero y amigo Francisco Ascaso. La fuerza de choque formada por diversas organizaciones entre las que destacaban la CNT, la FAI y la UGT, que consiguió frenar el alzamiento en dicha ciudad apenas dos días después de iniciada la guerra, propuso por parte de varios de sus componentes –entre los que se encontraba Durruti– a Lluís Companys, president de la Generalitat, la creación de un Comité Central de Milicias Antifascistas catalán en el que fuesen incluidas todas las fuerzas políticas y sindicales antifascistas; comité cuyo cometido sería encargarse de la defensa de la provincia, algo que Companys finalmente aprobó.
Fue en esos momentos cuando comenzó a formarse la conocida Columna Durruti, que, si bien en un inicio aglutinó a unos 2.500 hombres, consiguió la nada despreciable cantidad de 7.000 milicianos al iniciar su camino hacia el frente de Aragón con intención de recuperar Zaragoza, que había quedado en manos de Mola. Tras no conseguirlo, en el mes de noviembre del 36 Federica Montseny convenció a Durruti de que debía ir a Madrid. La decisión se tomó al entender que el carisma y la fama de Durruti harían crecer la moral de los combatientes madrileños, que cada día perdían terreno en la capital. Durruti, aunque con recelos, finalmente aceptó el encargo y
El 19 de noviembre, en el frente madrileño, una bala de origen desconocido hirió mortalmente a Durruti en el pecho se trasladó junto a sus hombres desde Cataluña.
La idea era iniciar una ofensiva que consiguiese frenar el avance de las tropas sublevadas sobre Madrid. Sin embargo, pasado el mediodía del 19 de noviembre, en una zona próxima a la Ciudad Universitaria en la que se estaban librando duros enfrentamientos, una bala de origen desconocido hirió a Durruti en el pecho provocando su desplome.
EL TRÁGICO FINAL
Aunque fue trasladado inmediatamente al Hotel Ritz, que hacía la función de hospital de sangre, finalmente terminó perdiendo la vida apenas un día después, en los albores del 20 de noviembre.
Si bien su muerte se intentó ocultar en un primer momento, en los días posteriores al suceso prácticamente la totalidad del país se había hecho eco de la noticia. Precisamente, debido quizá a los pocos detalles que desde el bando republicano se dieron sobre el suceso, comenzaron en aquel momento un sinfín de especulaciones sobre la procedencia de la bala que aún siguen sin obtener una respuesta clara 85 años después. Con intención de acercarnos a cómo se vivió dicho suceso en un primer momento, la prensa de aquellos días nos aporta luz sobre el asunto, pues tras su lectura es fácil comprobar que las hipótesis y formas de tratar el tema fueron variadas ya desde un inicio.
Así pues, el día 21 de noviembre, el periódico CNT –vocero de la organización del mismo nombre–, si bien dio pocos detalles del suceso, expuso la teoría de que la bala provenía del Hospital Clínico, en aquel momento en poder de tropas sublevadas. Esta misma versión fue defendida con posterioridad por Ricardo Sanz, que, precisamente, tras la muerte de Durruti fue el encargado de dirigir la columna que llevaba su nombre (la cual, tras la militarización de las milicias, pasaría a ser la 26ª División del Ejército Popular de la República).
Por su parte, el periódico Frente Libertario, órgano de las milicias confederales que era distribuido en los diversos frentes, veía la luz con el titular de portada “¡Durruti ha muerto! ¡Viva Durruti!”. Iba acompañado de un mensaje de clara connotación propagandística en el que, sin embargo, no se mencionaba detalle alguno sobre cómo se había producido el deceso.
En el diario LaVoz, se recogió igualmente en portada la noticia: “En el frente de Madrid ha sido muerto el famoso líder obrerista Durruti, señalando que la muerte se produjo debido a las heridas que en el día anterior le habían sido causadas en un combate”. En la misma línea, apenas un día después, el diario Ahora, bajo el titular “El luchador Durruti muere heroicamente en la defensa de Madrid”, explicaba de igual modo lo sucedido; Durruti había muerto por heridas recibidas en combate. Ambos periódicos se basaban en un telegrama enviado por el presidente de la Junta de Defensa de Madrid, el general Miaja, al Ministerio de Guerra, que fue reenviado por este organismo a los periodistas de la zona republicana.En el telegrama se especificaba que “a consecuencia de las heridas sufridas en la noche anterior, durante un combate, ha muerto en las primeras horas de la mañana de hoy el camarada Durruti, jefe de la columna que lleva su nombre”. Por su parte, el diario ElLiberal fue algo más lírico en su explicación, comentando el día 22 lo ocurrido de la siguiente forma: “Durruti, el esforzado luchador anarquista, ha caído en el frente madrileño como caen los hombres: luchando (...). Una traidora bala segó su vida cuando al frente de los suyos peleaba por las libertades españolas”. Se señalaba así, de nuevo, que Durruti había muerto mientras luchaba.
Pero estas no fueron las únicas versiones. En zona sublevada, el ABC publicaba el día 24 de noviembre unas palabras dedicadas a Durruti que distaban mucho de las leídas en otros medios de zona republicana. En aquellas páginas, se catalogaba a Durruti como “el perfecto marxista”, ganado este título tras acusarle de estafador y de ladrón, especificando que incluso había robado a sus compañeros del sindicato de Barcelona, si bien lo habían perdonado por tener los españoles poca memoria. En lo referente a la muerte, se señalaba lo siguiente: “Durruti no ha muerto como dicen ellos, como los bravos, heroicamente (...), ha muerto luchando, sí, pero ha muerto luchando con los de la F. A. I., con los comunistas, que le mataron como se mata a un perro”.
COMIENZAN LAS ESPECULACIONES
Si bien el fantasma de la muerte de Durruti a manos de los suyos comenzaba a surgir, quizás la hipótesis más llamativa fue la defendida apenas seis días después del suceso por el diario LaUnión, que, tras el titular “La verdad de lo ocurrido con la muerte de Durruti”, especificaba que este había sido asesinado durante una disputa surgida en el reparto de un botín. Según dicho diario, conforme pasaron los días tras su llegada, la indisciplina entre los milicianos de su columna derivó en que estos asaltasen y saquearan los palacios de los duques de Alba y Medinaceli y el del marqués de Urquijo. Tras enterarse y recriminar dicha actitud a los suyos, el líder anarquista, al ver que sus milicianos hacían oídos sordos a lo ordenado, barajó la posibilidad de abandonar el frente madrileño. Sería pues, en la mañana del viernes 19 de noviembre, al salir de la casa donde se hospedaba, cuando unos milicianos habrían acabado con su vida tras enterarse del posible abandono de Durruti del frente de Madrid.
Podemos decir que, mientras las rotativas de la zona republicana se encargaron de dar la noticia en sus portadas culpando a una bala enemiga u obviando los detalles del suceso, las de corte conservador, en su mayoría, apenas dedicaron espacio a la noticia y, cuando lo hicieron, fue para desmitificar su figura y culpar, además, de su muerte a los propios republicanos.
MÁS Y MÁS HIPÓTESIS
Tiempo después de acabada la guerra, han sido igualmente numerosos y dispares los testimonios e hipótesis planteados sobre el suceso. Quizás el primero que quedó recogido fue el de Bastos Ansart, médico que estuvo presente en los últimos momentos de vida del anarquista. Atendido por los médicos Santamaría y Moya Prats en un primer momento, estos decidieron llamar a Bastos – conocido por ser un veterano médico de guerra– para tomar una decisión sobre cómo proceder, pero no pudo sino certificar que la herida que Durruti presentaba era mortal de necesidad, al haber traspasado numerosos órganos; solo pudo confirmar que nada se podía hacer por salvar su vida. Fue precisamente en sus memorias donde, además, señaló que aquel día, mientras se encontraba atendiendo a Durruti, los milicianos allí reunidos no recelaron a la hora de darle a entender que habían sido sus propios compañeros los causantes de la herida.
Joan Llarch, que en 1973 dedicó un libro a este tema, realizó una investigación centrada en acercarse a las personas que en aquel momento acompañaban a Durruti, al entender que solo ellas podían saber lo que realmente ocurrió. Una de las versiones recogidas por Llarch, que podría concordar con la expuesta por Bastos, fue la de Antonio Bonilla, miembro de la Columna Durruti que aseguró que el disparo no provino del Naranjero (subfusil MP 28 II) que portaba Durruti, si no del de Manzana. Al parecer, tras resbalar el arma de su hombro y golpear en el estribo, se le disparó causando la herida a Durruti. En esta misma línea, pero con significativas diferencias, Marta Durruti, hija de un primo de Buenaventura, señaló hace tan solo unos años en el diario LaDirecta que Manzana fue el autor del disparo, si bien no cree que se realizara por error: “Estaba dentro de un coche con un comunista, el sargento Manzana, y otras personas. En un momento en que la columna retroce
La prensa de corte conservador culpó a los de su propio bando; la republicana, a una bala enemiga día, él salió del coche y Manzana le disparó por la espalda. Lo sabemos porque vimos la chaqueta, que tenía el agujero en la espalda con todos los bordes con quemaduras: le habían disparado a quemarropa”.
UN SIMPLE ACCIDENTE
En otra versión, narra Llarch que, en una entrevista el sacerdote Jesús Arnal –que había servido como miliciano en la Columna Durruti–, este defendió la idea de que a Durruti, en un fatídico error, se le habría disparado su propio Naranjero. La idea del accidente fue también defendida 20 años después por Clemente Cuyás, que había combatido junto al leonés. Según este, Durruti estaba molesto con los destrozos que algunos de sus compañeros estaban realizando en las vías al arrancar de estas los travesaños para hacer fuego, por lo que a media mañana del día 19 decidió acercarse a esta zona para recriminar dicha actitud a los suyos. Allí fue donde, tras iniciar una discusión con su centurión Bonilla, Durruti cometería el gran error de alzar el fusil que portaba y golpear la culata contra el estribo del coche, hecho que provocó la detonación de una de las balas, que terminó traspasando su cuerpo desde el pecho hasta la espalda y le hizo caer al suelo y perder una conciencia que jamás recuperó. Cuyás afirmaba que en aquel momento –tras recibir desde el cuartel de la columna la recomendación de ser discretos– los presentes decidieron hacer un pacto de silencio. Así, se limitaron a decir que Durruti había muerto en acto de guerra, fomentando de este modo la visión heroica que se tenía, y que se multiplicaría tras su muerte, del que había sido uno de los máximos exponentes del anarquismo español.
Cuyás no fue el único que defendió la idea del accidente, pues esta misma versión había sido también dada por Diego Abad de Santillán en un artículo publicado en la revista HistoriayVida titulado ¿QuiénmatóaDurruti? Por su parte, Abel Paz, en una de las biografías más completas sobre el anarquista, sacó a relucir una cuestión importante que quizás sirva para entender todo lo anterior. Señala Paz que en aquel momento solo era viable para el ámbito republicano culpar de la muerte a una bala enemiga, pues la simple duda hubiese podido suponer altercados tanto dentro de las filas anarquistas como de las republicanas en general, algo que no podía permitirse la izquierda cuando apenas la guerra se estaba iniciando.
Un pacto de silencio de sus compañeros habría encubierto un autodisparo fortuito del propio Durruti
LA DESPEDIDA
Tras el fallecimiento, el cuerpo de Durruti fue embalsamado en Madrid para ser después trasladado a Barcelona, donde fue expuesto en una cámara mortuoria ubicada en el local de la CNT, por donde durante toda la noche pasaron centenares de personas. De allí partió, a las 9 de la mañana del día 22, el cortejo fúnebre. Más de medio millón de personas estuvieron presentes. Entre otras, el president de la Generalitat junto a miembros del Consejo, el ministro de justicia García Oliver, el alcalde de Barcelona y el cónsul de la URSS, además de numerosos cargos de la CNT, que acompañaron en todo momento al féretro. Junto a este iba Émilienne Morin, la viuda de Durruti. Al frente de la comitiva se encontraba la Guardia Urbana, seguida por representantes de los sindicatos comarcales, la Columna Ascaso, que había llegado desde Madrid, y la Columna Libertad con secciones motorizadas. Detrás, el féretro llevado a hombros por varios de sus compañeros. Durante horas se intentó que el cortejo llegase al cementerio de Montjuíc, pero la aglomeración de personas lo hizo imposible y se decidió aplazar la inhumación hasta el día siguiente. Su cuerpo fue sepultado allí de manera provisional hasta que fue construido un mausoleo en el que reposaría junto a su amigo Ascaso y el pedagogo Ferrer i Guardia. Sabemos que este traslado de restos se produjo un año más tarde, pero en los años sesenta se comprobó que los sepulcros de Ascaso y de Durruti estaban vacíos. Tras revisar los libros del cementerio, se comprobó que los huesos de Ascaso habían sido arrojados al osario general; sin embargo, de los de Durruti no quedó reflejado nada. ¿ Dónde están sus restos? Es ese otro misterio que añadir al de su muerte.
Fuente → pressreader.com


No hay comentarios
Publicar un comentario