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Durante los años de la Segunda República Española (1931-1939), el 12 de octubrese convirtió en una fecha cargada de significado simbólico, reflejando tanto los cambios políticos como culturales del periodo, de esa forma se diferenciaba su celebración con respecto al régimen monárquico de Alfonso XIII. A lo largo de la democracia republicana, la manera de celebrarla varió notablemente entre los años de paz (1931-1936), y los años de Guerra de España (1936-1939), adaptándose a las circunstancias sociales, políticas y propagandísticas de cada momento, y mostrando cómo las conmemoraciones nacionales pueden ser instrumentos de cohesión o, como en el caso de la dictadura franquista, de manipulación ideológica.
En tiempos de paz (1931-1936): un símbolo de fraternidad y modernidad.
Durante los primeros años de la etapa democrática republicana, el 12 de octubre se celebró como el «Día de la Hispanidad», con un enfoque cultural y diplomático más que militar o nacionalista (tal y como se había hecho durante la monarquía alfonsina). La festividad, buscaba reforzar los lazos históricos y culturales con los países de América del sur (México, Argentina, etc), recuperando la dimensión de intercambio y cooperación cultural, política, etc, entre nuestro país y los países americanos antes mencionados. En 1931, el entonces presidente Niceto Alcalá-Zamora, acompañado de destacadas figuras destacadas de la época como Clara Campoamory Gregorio Marañón, realizó una llamada telefónica transatlántica a Buenos Aires, un gesto simbólico que reforzaba la idea de fraternidad y modernidad de la nueva República Española, vinculando el pasado histórico con un presente progresista.
En años posteriores, como en 1935, la celebración adquirió un carácter más formal y académico. Ramiro de Maeztu, en la Real Academia Española, pronunció un discurso sobre el descubrimiento y la colonización de América, destacando la importancia histórica de la relación hispanoamericana. Ese mismo año, en Sevilla, se inauguró el XXVI Congreso Internacional de Americanistas, una cita que reunía a expertos en historia y cultura americana, mostrando cómo la República española intentaba proyectarse como un país moderno, vinculado culturalmente con su legado histórico y con la comunidad internacional. Estas actividades subrayaban un doble objetivo: reconocer la herencia histórica y promover la imagen de un país abierto y progresista frente a un mundo cambiante.
Además, la prensa republicana español, como «El Sol» y «La Libertad», dedicó espacios a la conmemoración, publicando artículos escritos por personalidades importantes de la época que enfatizaban la importancia de la cooperación cultural y política con los países latinoamericanos.
Durante los años de la guerra (1936-1939).
Todo esto cambió tras el fracaso parcial del golpe de Estado y el estallido de la Guerra Civil en 1936, que transformó radicalmente la celebración del 12 de octubre, convirtiéndola en un instrumento de propaganda ultranacionalista y de legitimación política. En el territorio donde triunfó el golpe cívico-militar, la festividad se utilizó para “promover la unidad nacional”, reforzar la identidad de lo que los golpistas entendían de cómo debía ser la identidad española y consolidar un discurso que confrontaba al «enemigo rojo», asociado a los valores republicanos, democráticos y progresistas. La fecha se cargó de simbolismo patriotero, y se combinó con desfiles (en los que los primeros años no faltó la presencia italiana y alemana), actos militares y discursos que exaltaban la historia gloriosa de España y la misión civilizadora de la colonización americana.
En contraste, en la España que se mantuvo leal, la celebración del 12 de octubre fue mucho menos destacada. La prioridad del gobierno español (presidido por Largo Caballero o Negrín), estaba en la defensa territorial, la organización militar y la supervivencia de las instituciones democráticas frente a la agresión de los fascismos. La festividad adquirió un carácter secundario y muchas veces se sustituyó por actos de reafirmación local o por conmemoraciones más centradas en valores republicanos, laicistas y democráticos, reflejando la situación política y territorial del país durante la guerra.
Tras la victoria de los sublevados en 1939, el 12 de octubre se consolidó desde el oficialismo franquista como una festividad cuyo objetivo era exaltar la unidad de la «raza española”, glorificar la historia de la colonización de América y legitimar la ideología nacionalista y católica del régimen. La conmemoración se convirtió en un instrumento central de la propaganda franquista, que utilizaba el pasado histórico para reforzar la cohesión nacional y el control social, transformando un acto cultural y diplomático en un símbolo político al servicio del poder.
Para terminar, el estudio de la evolución del 12 de octubre ofrece una visión clara de cómo las festividades nacionales pueden ser utilizadas como herramientas políticas. Mientras que durante la Segunda República española en tiempos de paz se buscó promover la fraternidad y la modernidad, en tiempos de guerra y la posterior dictadura, la misma fecha se transformó radicalmente hasta convertirse en un símbolo de unidad ideológica por parte de las autoridades del nuevo régimen y legitimación del poder por parte de las mismas.
Fuente → blogdehistoriaderafa.wordpress.com
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