Cándido Marquesán Millán
Albert Camus, periodista lúcido y rebelde, defendió la verdad y la libertad frente a toda censura.
Albert Camus es conocido por su labor literaria con obras encomiables. En el género de la novela destacan: El extranjero, La peste La caída, La muerte feliz, El primer hombre. En el género teatral: Calígula, Malentendido , El Estado de sitio, La rebelión de Asturias, Los justos. También escribió ensayos: El mito de Sísifo, El hombre rebelde. Si Albert Camus consiguió convertirse en uno de los grandes autores del siglo XX y ganar el Premio Nobel de 1957 por su producción literaria, fue en parte gracias a los esfuerzos de su profesor de primaria. Cuando Camus tenía menos de un año de vida, nacido en Dréan (Argelia), su padre cayó en un campo de batalla de la Primera Guerra Mundial. Él y su hermano mayor quedaron bajo el cuidado de su analfabeta y casi sorda madre junto con su despótica abuela. El futuro no prometía mucho. Louis Germain, su maestro, no sólo le habló de la escuela secundaria, sino que también le ayudó a preparar el examen de ingreso e incluso convenció a su abuela -que quería que fuese aprendiz de algún comerciante local- para que le dejase seguir sus estudios. Camus, quien dedicó su vida a discernir el significado de la felicidad y el amor, compuso uno de los más hermosos ejemplos de gratitud a un maestro.
“Querido señor Germain:
Esperé a que se apagara un poco el ruido de todos estos días antes de hablarle de todo corazón.
He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted.
Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto.
No es que le dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser un alumno agradecido.
Un abrazo con todas mis fuerzas.
Y fue además un gran periodista. Merece la pena fijarnos en su concepción del periodismo, para lo que me basaré en el artículo "Albert Camus, exigencia ética y periodismo crítico. Albert Camus, ethic exigency and critical journalism" de Maria Santos-Sainz ,Université Journalisme Bordeaux [1].
"Su consciencia reflexiva sobre la profesión periodística aflora ya en un artículo inédito titulado «Manifiesto del periodista», cuya publicación en Le Soir Républicain estaba prevista para el 25 de noviembre de 1939. Fue censurado en el último momento. Cuando lo escribe, Camus tiene solamente 26 años, y la guerra acaba de estallar hace tres meses. Le Soir Républicain, co-dirigido con Pascal Pia, se difunde únicamente en la capital, Argel, y solo cuenta con una hoja cotidiana a dos caras. Al final, el Gobernador General suspende la publicación definitiva del diario el 10 de enero de 1940.
Este texto pionero y precursor del pensamiento periodístico de Camus, un potente alegato de la libertad de prensa, fue encontrado por Macha Serry en los Archivos nacionales d’Outre-mer, en Aix-en-Provence en 2012 y publicado por Le Monde en 2013. En él alerta de los peligros del periodismo en tiempos de guerra —y de paz— frente a las censuras, la desinformación y frente a la propaganda. El artículo estaba escondido dentro de los expedientes de la autoridad de la censura datados en ese período. Aquí se encuentra la génesis de una parte del pensamiento humanista y moralista de Camus, refractario a todo dogmatismo: su espíritu rebelde, insumiso.
Camus se pregunta cómo un periodista puede ser libre frente a los abusos del poder, sus servidumbres y las censuras. El texto arranca evocando la libertad de prensa: «La cuestión en Francia ya no es hoy saber cómo preservar la libertad de prensa. Es la de buscar cómo, ante la supresión de esas libertades, un periodista puede seguir siendo libre. El problema no concierne a la colectividad. Concierne al individuo.
En su manifiesto define cuatro mandamientos del periodista libre: «lucidez, desobediencia, ironía y obstinación». Cuatro puntos cardinales que desarrolla igualmente en su obra literaria y en sus reflexiones filosóficas. Todo un breviario para periodistas: «La lucidez supone la resistencia a los entrenamientos del odio y al culto de la fatalidad». Camus añade: «un periodista libre, en 1939, no desespera y lucha por lo que considera verdad, como si su acción pudiera influir sobre el curso de los acontecimientos. No publica nada que pueda excitar el odio o provocar la desesperación. Todo esto está en su poder (…)». En este artículo denuncia la desinformación que gangrena Francia en 1939 y hace un llamamiento a la desobediencia: «Frente a la creciente marea de la estupidez, es necesario también oponer alguna desobediencia», continúa Camus. «Todas las presiones del mundo no harán que un espíritu un poco limpio acepte ser deshonesto». Y prosigue: «Ahora bien, y aun conociendo poco del mecanismo de las informaciones, es fácil asegurarse la autenticidad de una noticia. Es a ello a lo que el periodista libre debe dedicar toda su atención. Si no puede decir todo lo que piensa, puede no decir lo que no piensa o lo que cree falso. Es así que un diario libre se mide tanto por lo que dice como por lo que no dice». Una reflexión ética, que sirve de manual pedagógico para los periodistas.
Respecto a la ironía señala que «es un arma sin precedentes contra los demasiado poderosos. Completa a la rebeldía en el sentido de que permite no solo rechazar lo que es falso, sino decir a menudo lo que es cierto». Para Camus, la obstinación «es una virtud cardinal. Por una paradoja curiosa pero evidente, se pone al servicio de la objetividad y de la tolerancia». Y concluía en su manifiesto censurado: «formar estos corazones y estos espíritus, despertarlos más bien, es la tarea a la vez modesta y ambiciosa que vuelve al hombre independiente. La historia valorará o no tendrá en cuenta sus esfuerzos. Pero habrá que hacerlos». Estas declaraciones de principios resultan los embriones que más tarde desarrollará en sus posteriores producciones periodísticas. En su reflexión sobre la prensa expone las prioridades: «Un diario independiente señala el origen de su información, ayuda al público a evaluarla, repudia el lavado de cerebro, suprime las invectivas, mitiga mediante comentarios la uniformización de las informaciones, en breve, sirve a la verdad en la medida humana de sus fuerzas». En este marco ético Camus propone otra de las recomendaciones del buen quehacer periodístico, la de «Informar bien en lugar de informar rápido» y también «precisar el sentido de cada noticia mediante un comentario apropiado», en definitiva «instaurar un periodismo crítico y, en todas las cosas, no admitir que la política venza sobre la moral ni que ésta caiga en el moralismo».
Macha Sérry (2011), resume así las aportaciones de Camus respecto a lo que debe ser la ética periodística: «el periodismo ha sido para Camus una comunidad humana donde él disfrutaba, una escuela de vida y de moral. El veía la nobleza. Fue una de las voces más bellas de esta profesión, contribuyendo a dibujar los contornos de una rigurosa deontología» (Le Monde, 17 de marzo 2012). Toda una declaración de principios para el ejercicio del buen periodismo. Realmente me ha impactado".
En España se publicó en 2021 el libro La noche de la verdad. Los artículos de Combat (1944-1947), que recoge las editoriales y artículos que escribió Albert Camus para este periódico fundado en 1941 en Lyon. La publicación tomó su nombre de una organización clandestina de la Resistencia, que operaba en Francia en los años de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Su cabecera llevaba, como divisa, este pensamiento de Clemenceau: “En la guerra como en la paz la última palabra es la de aquellos que no se rinden nunca”. Debajo de la mancheta también se podía leer: “Un solo jefe, De Gaulle, un solo combate, por nuestras vidas”. Al principio fue una simple hoja volandera de unos 2.000 ejemplares, pero terminó lanzando 250.000. Como señala Manuel Vicent una noche en la que Camus y la actriz María Casares salían de la redacción, en medio de un Paris desolado se encontraron con una patrulla nazi, que sin duda les iba a pedir la documentación. Camus llevaba en el bolsillo de la gabardina el editorial que acababa de escribir para Combat del día siguiente. Antes de ser detenidos logró pasar a María Casares las cuartillas de forma solapada y mientras los policías alemanes interrogaban y cacheaban a Camus, su amante se metió en la boca el papel y comenzó a masticarlo y terminó por tragárselo entero.
Camus fue redactor jefe y editorialista de Combat desde el otoño de 1943 hasta la primavera de 1947. En esos años el periódico definía su línea editorial como progresista pero no comunista, con vocación de servicio público. Se trataba de un periódico cercano al socialismo, crítico con el marxismo y empeñado —aunque con poco éxito— en dialogar con ambos. Publicó en Combat un total de 165 textos de los que 138 son editoriales y 27 artículos, sin contar con las 5 columnas firmadas bajo el seudónimo de Suétone. Todos sus escritos periodísticos muestran la voz apasionada de un escritor comprometido frente a los grandes horrores del siglo XX, en un período turbulento marcado por fuertes divisiones ideológicas. En 1947, abandonó el diario en compañía de buena parte de los redactores por desacuerdo con la línea editorial, pero el periódico sobrevivió hasta su desaparición definitiva en 1974. El enorme peso de su prestigio universal y de su extraordinaria personalidad de periodista, de autor dramático, de novelista y de ensayista, lo ponía ardientemente al servicio de todas las causas nobles, de todos los pueblos sojuzgados por las dictaduras, de todos los oprimidos por el colonialismo, de todos los rebeldes perseguidos. En cualquier parte del mundo en que se cometiera una injusticia y un atropello, Camus era uno de los primeros en denunciarlo y en hacer la cálida ofrenda de su fraternal solidaridad. “No hay nada que justifique el crimen y la injusticia”, -decía- y su conciencia pura se rebelaba desesperadamente contra el fascismo español, contra las abominables masacres de Budapest, contra la guerra de Argelia, contra las persecuciones y contra la mentira. En mítines, en conferencias, en artículos y hasta en obras teatrales como “La révolte des Asturies” y “L’Etat de Siege”, sonaba su voz generosa. Su pluma y su palabra estaban siempre prestas para apoyar todas las campañas humanitarias y todas las protestas justas.
Como señala Margarita Ibáñez Tarín, Doctora en Historia Contemporánea y profesora del IES Abastos de Valencia, en su artículo Albert Camus, Combat por España en la revista Tiempo de Historia, Albert Camus estuvo muy interesado por todos los acontecimientos de España: la guerra civil y la dictadura franquista. Puede explicarse este interés por razones biográficas. Su madre, aunque nacida en Argelia, provenía de una familia de Menorca, y, por otro lado, la amistad íntima que mantuvo con la actriz María Casares, hija de Santiago Casares Quiroga, presidente de la II República, pudo constituir un vínculo de unión con nuestro país. Además hay otro motivo. La España de la guerra civil adquirió un valor simbólico para los antifascistas de todo el mundo, donde se estaba dilucidando una batalla por la libertad. España para Camus era un auténtico mito. Para él, España era una “tierra de rebeldes libertarios amantes de la vida”. De no haber padecido tuberculosis se hubiera unido a la causa republicana, como hicieron sus amigos André Malraux o Simone Weil.. Para Camus, España se convirtió en un país legendario, que solo pudo visitar en una ocasión. En el verano de 1935 hizo su primer y único viaje a Mallorca e Ibiza. Se sentía doblemente vinculado a la piel de toro. Por un lado, estaba su identificación ideológica con la revolución libertaria y con la lucha contra el fascismo —en 1936 escribió una obra de teatro basada en la revolución de Asturias, Revolte dans les Asturies, que fue su primera obra de creación— y, por otro lado, a nivel estético, sentía una gran admiración por los poetas y el teatro español. En 1946, el prefacio de su obra L’Espagne libre, recordaba el asesinato de Lorca y la muerte de Antonio Machado en Colliure. De España dijo: “Me ha enseñado a dar a la palabra libertad su contenido eterno”.
Voy a reflejar algunos fragmentos de artículos referidos a España de Combat
-El 7 de septiembre de 1944, cuando no habían pasado ni dos semanas de la liberación de Paris, Albert Camus escribió un editorial en Combat, que tituló “Nuestros hermanos de España”
“Esta guerra europea que comenzó en España, hace ocho años, no podrá terminarse sin España. La Península ya se está moviendo. Se anuncia una remodelación ministerial en Lisboa. Y, de nuevo, se hace oír en las ondas la voz de los republicanos españoles. Quizá sea el momento de volvernos hacia ese pueblo sin igual, tan grande de corazón como de orgullo, que nunca ha desmerecido a los ojos del mundo desde la hora desesperada de su derrota.
Porque es el pueblo español el que fue elegido al inicio de esta guerra para dar a Europa el ejemplo de las virtudes que debían haberla salvado. Pero, a decir verdad, somos nosotros y nuestros aliados los que lo habíamos elegido para ello.
Por eso, muchos de nosotros, desde 1938, siempre hemos pensado en ese fraternal país con una secreta vergüenza. Y sentíamos vergüenza dos veces. Primero, porque lo dejamos morir solo. Y luego, cuando nuestros hermanos, vencidos por las mismas armas que habían de aplastarnos, vinieron hacia nosotros, les pusimos gendarmes para mantenerlos a distancia. Aquellos que llamábamos entonces nuestros gobernantes inventaron nombres para ese abandono. Lo llamaron, según el día, no intervención o realismo político. ¿Qué importancia podía tener, ante términos tan imperiosos, el pobre concepto de honor?
Pero ese pueblo, que halla de forma tan natural el lenguaje de la grandeza, recién despertado de seis años de silencio, en la miseria y en la opresión, se dirige a nosotros para liberarnos de nuestra vergüenza. Como si hubiera entendido que a partir de ahora es él quien debe tendernos la mano, se nos presenta entero en su generosidad, sin pena alguna de hallar lo que ha de decirse…
¿Quién de entre nosotros puede permanecer impasible? ¿Y cómo no decir aquí, tan alto como sea posible, que no debemos repetir los mismos errores y que tenemos que reconocer a nuestros hermanos y liberarlos también a ellos? España ya ha pagado el precio de la libertad. Nadie puede dudar de que ese pueblo feroz está dispuesto a comenzar de nuevo. Pero son los aliados quienes deben ahorrarle esa sangre de la que es tan pródigo y de la que Europa debería mostrarse tan avara, dándole a nuestros camaradas españoles la República por la que tanto pelearon.
Ese pueblo tiene derecho a la palabra. Basta con que se la demos un minuto para que, con una sola voz, grite su desprecio al régimen franquista y su pasión por la libertad. Si el honor, la fidelidad, si la desgracia y la nobleza de un gran pueblo son las razones de nuestra lucha, reconozcamos que esa lucha supera nuestras fronteras y que nunca saldrá victoriosa en nuestra tierra mientras se vea aplastada en la dolorosa España”.
- De 4 de octubre de 1944 en Combat escribe otro no menos sugerente para cualquier español de bien.
Aquí mismo hemos dicho ya cuánto les debemos a nuestros camaradas de España. Pensábamos que había que decirlo porque fueron los primeros en entrar en ese silencio desesperado cuyo peso empezaron las doctrinas fascistas a hacer caer sobre Europa en 1938. Seguimos pensando que nuestra lucha es la suya y que no podemos ser felices ni libres mientras España esté dolorida y esclavizada.
Por estas razones nos produce sorpresa el trato que se aplica a hombres que han merecido siempre la libertad. Cuando hablamos de los españoles es porque los conocemos bien. El trato que se les dispensa no es digno y nosotros queremos unir nuestra protesta a la de la Comisión de Justicia del C. N. R., ante el Ministro responsable.
¿Qué sucede? ¿Se pretende, por el simple juego de cualquier reglamento, concentrar de nuevo los republicanos españoles en un cuartel de París o de evacuarlos hacia provincias donde se encontrarán sin medios de ganarse la vida?
Antes de nada quisiéramos refrescar la memoria de los faltos de imaginación. En 1938 los que calificamos de refugiados, nombre que entonces ignorábamos el sentido aplastante que habría de tener más tarde para nosotros, fueron, en su mayoría, encerrados en campos de concentración. Durante la guerra hicimos de ellos trabajadores forzados. ..”.
- Termino con un último artículo de Combat de 27 de mayo de 1945
“En esta hora en que los hombres libres del mundo celebran la derrota del fascismo, era necesario denunciar la paradoja que resulta que la Península Ibérica entera esté sometida todavía al régimen fascista, en medio de un mundo que parece encontrarlo natural. Por lo tanto el problema es bien claro. Nadie puede ignorar que si Franco continua en el poder es por voluntad de los Aliados. Si los países vencedores suprimieran todas sus relaciones con la España franquista, el régimen falangista tendría sus días contados. No es ningún misterio para nadie que la economía de ese régimen depende de los Aliados. Si se prolonga su existencia es porque no se hace lo necesario para que sucumba...
Mas la preocupación por España de Camus no solo la expresó en Combat. Quiero añadir unas palabras de un discurso de 1946, que he podido conocer en el libro de Sophie Baby , ¿Juzgar a Franco? Impunidad, reconciliación, memoria.
“¿España? Creo que ya no sé qué decir. En 1938 los hombres de mi sangre y mi edad compartieron la rebelión y la desesperación de la República española.. En 1944, compartimos una inmensa esperanza y dije lo que pude a su favor. Como habíamos estado juntos en la derrota, creía que debíamos estarlo en la victoria. .Pero, al parecer, mi idea no era razonable. Y hablamos en vano., y hoy no hay victoria para nadie, porque no hay justicia para España. La justicia es como la democracia, o es total o no lo es. ¿Quién osará decirme que soy libre cuando los más valientes de mis amigos aún están encarcelados en España?”
Estas palabras, definen claramente la derrota doble; la de la República en 1939 y la de una Europa incapaz de liberar a España, manchada durante décadas por la dramática longevidad de la dictadura franquista. “Si la Europa del mañana no puede prescindir de España-decía Camus-, tampoco puede, por las mismas razones, forjarse con la España de Franco”. Fue con ella a su lado. Si no dentro, que se construyó la Europa de la posguerra, enfrentada a esta contradicción originaria que la salpicaba con toques dispersos y recurrentes.
Fuente → nuevatribuna.es


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