Frente popular amplio
Frente popular amplio 
Felipe Alcaraz Masats
 
El objetivo esencial es mantener en la sociedad y en las instituciones, dentro o no del gobierno, ese contrapoder actuante de la izquierda transformadora.

 

Quizás no seamos totalmente conscientes de la crisis interna de identidad y propia estima, dado el incendio diario de la llamada por la posmodernidad rabiosa actualidad; pero cada vez más y con mayor claridad sabemos cuál es la salida a esta situación: el frente amplio. Una unidad organizada en la que se encuentren, con su propia mochila, partidos, organizaciones diversas y personas no adscritas. En torno, claro está, a un código de circulación interno (democracia), una apuesta política y un programa de mínimos.

El primer problema se plantea a la hora de hablar del cambio necesario de escenario. Es decir, el líder, el protagonista indudable de la nueva situación no van a ser los líderes individuales, sino el proceso de construcción del frente amplio: el andamiaje, los procesos de entendimiento y de circulación democrática interna, las apuestas políticas y programáticas, los objetivos esenciales trazados. Esto es, ese será el cartel electoral y no otro: un sujeto múltiple pero unitario, una apuesta de contrapoder y salida alternativa al neofascismo neoliberal.

Hablo de un un nuevo líder, no excesivamente personalizado que, además, funcione desde el punto de vista de una nueva cultura de la generosidad, capaz de construir un frente que incluso (José Mugica) sea más amplio que frente, donde no se confunda la elasticidad con debilidad y donde no haya sometimiento a los dictados polvorientos del régimen del 78. Lo que queremos decir, desde el principio, es que una cosa es pactar un gobierno con el PSOE, que se daría por añadidura según los resultados, y otra tener a la vez un pie dentro y otro fuera del régimen del 78: lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, que dijo un famoso torero.

Consiguientemente se trata de un frente amplio constituyente, de naturaleza republicana, que identifique la democracia plena con lo que no tiene vuelta de hoja: la democracia plena es republicana o no puede alcanzar esa dimensión.

Lo que nos jugamos no es que Sánchez siga gobernando, sino que siga existiendo la presencia organizada de la izquierda transformadora en España como una palanca de actividad indeclinable

Y otra cosa, de singular importancia. No se trata tanto de organizarse para preservar el gobierno actual, en su especial cohabitación, que es algo no despreciable, pero que se daría por añadidura, y otra cosa muy distinta es despejar el objetivo esencial: se trata de mantener en la sociedad y en las instituciones, dentro o no del gobierno, ese contrapoder actuante de la izquierda transformadora. Porque es realmente lo que nos jugamos: no que Sánchez siga gobernando, sino que siga existiendo como una palanca de actividad indeclinable la presencia organizada de la izquierda transformadora en España.

Y hay un motivo general que no se esfuma, al contrario, a la hora de organizar el contrapoder político que significaría el afianzamiento social de la izquierda transformadora: el crecimiento de la ola neofascista, ese capitalismo neoliberal de excepción que está organizando de manera muy peligrosa el malestar social de modo que, pareciendo luchar contra el sistema, realmente basa sus objetivos en mantener y prolongar la versión más dura y antisocial del sistema. Y es una lucha que exige, a la vez, una apuesta ideológica nítida y una implantación en el tejido social.

De modo y manera que se trata de luchar contra la evolución, imparable hasta ahora, del neofascismo superando obsesiones gubernamentales. Lo que quiere decir, y entro en la parte más dura de la argumentación, que es muy difícil organizar esta alternativa (la de evitar un desfonde de la izquierda transformadora), desde dentro del gobierno. Lo que no implica, dado el juego parlamentario posible, que sea necesario dejar caer en el próximo periodo al gobierno de Sánchez. Quizás, a través de un periodo transitorio difícil, pero posible, sea necesario mantenerlo pero desde fuera, desde la oposición, desde el espacio de los “socios”, a través de un diálogo diario que permita la construcción simultánea de la unidad que perseguimos en forma de frente popular amplio y constituyente.

Comprendo perfectamente de que se trata de un proceso complejo, incluso arriesgado, que demanda unas ciertas condiciones interiores, que dudo que se den en este momento, y la precisión parlamentaria de un relojero suizo. ¿Pero qué otra alternativa integral queda? Personalmente pienso que, en el próximo periodo, no queda otra alternativa real de cara al futuro de la izquierda transformadora en nuestro país.


Fuente → mundoobrero.es

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