
Este artículo, basado en fuentes primarias, archivos nacionales, estudios académicos y testimonios inéditos, reconstruye una de las páginas más olvidadas de la historia de Galicia: el último gran ciclo de emigración gallega hacia Argentina, no como un fenómeno espontáneo de búsqueda de oportunidades, sino como una masiva expulsión forzada por el fascismo español. Una historia que Feijóo prefiere ignorar, porque reconocerla sería admitir que su propio partido —heredero ideológico del franquismo— fue cómplice de un sistema que desterró a miles de gallegos por pobreza, por ideología, por disidencia.
110.288 razones para no olvidar: la emigración como exilio
Entre 1946 y 1960, según las estimaciones del historiador Alejandro Vázquez González, 110.288 gallegos llegaron a Argentina. No eran turistas. No eran aventureros. Eran exiliados económicos, políticos, sociales. Galicia, tras la Guerra Civil y bajo el yugo del franquismo, era una región devastada: el minifundio campesino, la falta de infraestructura, la represión ideológica y el aislamiento internacional habían sumido a la comunidad en una pobreza crónica. La emigración no fue una opción: fue la única salida.
Feijóo “envió 105.000 euros” a Argentina “para que le montaran una fiesta al PP”
Según la Plataforma en Defensa del Sector Marítimo Pesquero de Galicia, el Gobierno regional aprobó hace un mes una partida de 105.000 euros para financiar un mitin camuflado.+
A través de FUAGRA
Según lo que hace público la Plataforma, al conocerse el asunto Núñez Feijóo decidió echarse a un lado y FUAGRA, la entidad que reúne a las asociaciones gallegas de
aquel país, y que muchos consideran afín al PP, suspendió el evento con
el "único fin de despistar a la prensa internacional y gallega", tal y
como señala Xornal de Galicia. Sin embargo, a los pocos minutos la misma Federación emitió un comunicado con el mitin de Alfonso Rueda y Rodríguez Miranda, con un programa "financiado con dinero de los gallegos 105.000 euros", afirma la Plataforma, añadiendo que mientras ese dinero se dedica a eventos de campaña como este, "se le niega a los emigrantes que solicitan ayudas sociales".
Según los archivos del Archivo General de la Nación (AGN) argentino y del Archivo General de la Administración (AGA) español, el 97% de los gallegos que llegaron a Buenos Aires entre 1949 y 1950 partieron del puerto de Vigo. Vigo, convertido en la puerta de salida forzosa del noroeste peninsular, se llenó de familias enteras que, con una maleta y una esperanza, embarcaban hacia lo desconocido. El Partido Judicial de Santiago de Compostela solo, según los libros de desembarco, aportó el 42% de los emigrantes coruñeses. Fueron pueblos enteros los que se vaciaron.
Y sin embargo, hoy, cuando se habla de emigración gallega, se suele hacer con una mirada romántica, casi folclórica: “los gallegos en el mundo”, “la diáspora feliz”. Pero la realidad fue otra: fue un éxodo. Fue una expulsión sistemática de una población condenada al olvido por un Estado que no quería saber nada de sus pobres, sus republicanos, sus opositores.
El papel de Argentina: una tierra de acogida, no de promesas
Argentina, bajo el primer peronismo, abrió sus puertas a los inmigrantes europeos, especialmente a españoles e italianos, a quienes consideraba “asimilables” desde el punto de vista étnico y cultural. La política migratoria argentina de la época, según documentos del Fondo Asuntos Técnicos del AGN, promovía la llegada de trabajadores calificados y familias estables, con el objetivo de fortalecer la industria y el mercado interno.
Entre 1945 y 1948, el PBI per cápita argentino creció a un ritmo del 6,4% anual, una cifra que contrastaba brutalmente con la estanflación franquista en España. Buenos Aires se convirtió en el destino principal: el 97% de los gallegos se asentaron en la ciudad o en su área metropolitana, no por capricho, sino por necesidad. Las redes familiares, las cadenas migratorias, la búsqueda de empleo en la industria textil, metalúrgica y de servicios, los llevaron a las villas miseria, a los conventillos, a las fábricas del conurbano.
Pero esta acogida no fue gratuita. Los gallegos tuvieron que pagar un precio: el de la nostalgia, el del desarraigo, el de la discriminación. Muchos fueron tachados de “galleguitos”, de “paletos”, de “españoles pobres”. Y sin embargo, construyeron barrios, sindicatos, cooperativas, escuelas. Fundaron clubes de fútbol, asociaciones culturales, coros, bibliotecas. Dejaron una huella indeleble en la identidad argentina.
Y en Galicia, quedaron los vacíos: pueblos sin jóvenes, campos sin brazos, familias rotas por la distancia. El Partido Judicial de Fonsagrada (Lugo), el de Carballino (Orense), el de Ponteareas (Pontevedra), se vaciaron. Y hoy, muchos de esos lugares siguen siendo fantasmas del abandono.
Feijóo y el silencio cómplice: la política del olvido, del desprecio, donde solo cuenta la foto en la Patagonia junto a Maria del Mar Sánchez Sierra
Aquí es donde entra Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia y líder del Partido Popular. Un político que, a pesar de gobernar la tierra de estos exiliados, nunca ha pronunciado una palabra clara sobre esta historia. Ni en actos institucionales, ni en discursos, ni en redes sociales. Ni siquiera cuando se conmemora el Día de Galicia, el 25 de julio. La Asociacion de Gallegos/as enArgentina pone de vuelta y media en una carta directa a Feijóo descargable aqui..+
Feijóo habla de “identidad”, de “raíces”, de “orgullo gallego”. Pero omite sistemáticamente el exilio. ¿Por qué? Porque reconocer que miles de gallegos huyeron de España por culpa del régimen que él hoy defiende en clave de “paz y reconciliación”, sería admitir que el franquismo no fue un “mal menor”, sino una dictadura que expulsó a su propio pueblo.
El Partido Popular, heredero directo del régimen de Franco, ha construido su narrativa sobre el silencio de la memoria. No quiere juicios, no quiere responsabilidades, no quiere reparaciones. Prefiere hablar de “España unida”, de “convivencia”, mientras entierra bajo el cemento de la indiferencia las tumbas de los que tuvieron que partir.
Feijóo nunca ha impulsado una ley de memoria histórica gallega.
Nunca ha reconocido a los exiliados como víctimas del franquismo. Nunca
ha pedido perdón por los fusilamientos, por las cárceles, por las
censuras que precedieron a este éxodo. Al contrario: ha normalizado el franquismo, lo ha convertido en un capítulo más de la historia, sin culpa ni castigo.
La trama de la emigración asistida: entre la caridad y el control
Lo más inquietante es que, a partir de 1956, la emigración gallega fue organizada, tutelada, controlada por instituciones oficiales. El Comité Intergubernamental para las Emigraciones Europeas (CIME), el Instituto Español de Emigración (IEE) y la Comisión Católica Española de Migración se encargaron de “canalizar” los flujos humanos. Oficialmente, para “proteger” a los emigrantes. En la práctica, para desalojar a la población sobrante de una economía en ruinas.
Estas instituciones, muchas veces financiadas con fondos internacionales, promovieron la salida de familias enteras, especialmente de zonas rurales. La Comisión Católica, por ejemplo, facilitó la reagrupación familiar, pero también ejerció una fuerte vigilancia ideológica: los republicanos, los comunistas, los anarquistas, eran vetados. La emigración, así, se convirtió en una herramienta de depuración social.
Y Feijóo, hoy, no dice nada sobre este sistema de expulsión institucionalizada. No cuestiona que el Estado español utilizara la emigración como válvula de escape del descontento social. No exige que se investigue cuántos gallegos fueron “recomendados” a emigrar por sus alcaldes, sus curas, sus jefes de pueblo. Prefiere que todo quede en la nebulosa del “pasado”.
Una historia viva: los nietos del exilio
Hoy, en Argentina, hay más de un millón de personas con ascendencia gallega. Muchos de ellos son nietos de aquellos que llegaron entre 1946 y 1960. Algunos han vuelto a Galicia, no como turistas, sino como ciudadanos que reclaman su lugar. Pero encuentran las puertas cerradas: no hay políticas de retorno dignas, no hay reconocimiento legal, no hay memoria institucional.
Organizaciones como la Asociación de Gallegos en Argentina o el Centro Galego de Buenos Aires llevan décadas pidiendo justicia histórica. Quieren que se declare un Día del Exilio Gallego, que se incluya esta historia en los libros de texto, que se otorgue la nacionalidad a los descendientes. Pero el gobierno de Feijóo no responde.
Mientras tanto, el líder del PP sigue hablando de “diálogo con todos”, de “consenso”, de “unidad”. Pero el consenso no se construye sobre el silencio. Se construye sobre la verdad, sobre la justicia, sobre el reconocimiento.
Conclusión: la memoria como acto de resistencia
La emigración gallega hacia Argentina entre 1946 y 1960 no fue un fenómeno natural. Fue el resultado directo de una dictadura que condenó a su pueblo a la pobreza y al destierro. Fue una expulsión masiva, disfrazada de “movilidad humana”.
Y hoy, cuando el mundo enfrenta nuevas olas de migración forzada, cuando millones huyen de la guerra, el hambre y la opresión, recordar esta historia es un deber ético. No podemos hablar de derechos humanos si olvidamos a los nuestros.
Alberto Núñez Feijóo tiene una oportunidad: puede dejar de ser el guardián del olvido y convertirse en un líder que asume la responsabilidad histórica. Puede impulsar una Ley de Memoria Gallega, reconocer a los exiliados, pedir perdón, abrir los archivos, honrar las víctimas.
O puede seguir callando. Y en ese silencio, no solo traiciona a los gallegos que tuvieron que partir, sino a todos los que hoy viven con la esperanza de una Galicia justa, digna y verdadera.
FAKE NEWS; La informacion de la Xunta para retornados de Venezuela con indicios de una trama de corrupción descomunal.
Perfil de la diáspora gallega:
- Población: A 1 de enero de 2024, había 529.283 gallegos con nacionalidad española residiendo en el extranjero, según los datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE).
- Destino principal: La mayor parte de la diáspora gallega se concentra en América, especialmente en países como Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba y Venezuela. Sin embargo, en la actualidad ha habido un crecimiento notable de la emigración a países de la Unión Europea como Suiza, Reino Unido, Francia y Alemania.
- Edad: La mayoría de los gallegos en el extranjero son personas de mayor edad, descendientes de la emigración histórica. No obstante, en los últimos años ha habido un incremento significativo de jóvenes gallegos (entre 16 y 44 años) que han emigrado por motivos laborales o de estudios.
- Retorno: El número de gallegos que regresan a la comunidad autónoma ha aumentado en los últimos años, con más de 7.000 retornos anuales. Para muchos, este proceso es complejo, y a menudo buscan apoyo en programas de retorno para la reincorporación laboral y social.
- Impacto demográfico: La emigración es uno de los factores clave del declive demográfico en Galicia. La salida de jóvenes en edad de trabajar y tener hijos agrava el envejecimiento de la población gallega.
- Total de gallegos llegados a Argentina: 110.288 (estimación de Vázquez González, 2008)
- Provincia de origen predominante: La Coruña (63% en 1959-1960)
- Principales partidos judiciales emisores: Santiago (Coruña), Fonsagrada (Lugo), Carballino (Orense), Ponteareas (Pontevedra)
- Puerto de salida principal: Vigo (97% de los emigrantes)
- Destino principal: Ciudad de Buenos Aires (97% de los asentamientos)
- Instituciones clave en la emigración asistida: IEE, CIME, Comisión Católica Española de Migración
- Causas principales de la emigración: minifundio, pobreza, falta de trabajo, represión política
Fuentes consultadas:
- Vázquez González, Alejandro. La emigración gallega a la Argentina (1946-1960).
- De Cristóforis, Nadia. El último ciclo de la emigración gallega hacia Buenos Aires.
- Archivo General de la Nación (Argentina), Fondo Asuntos Técnicos.
- Archivo General de la Administración (España), Sección 14, Ministerio de Trabajo.
- Faro de Vigo, Nuevo Correo, hemeroteca digital.
- Entrevistas a descendientes de emigrantes gallegos en Buenos Aires (2023).
Este artículo forma parte de una serie especial de Xornal Galicia sobre el exilio gallego y la memoria histórica.
Próximo capítulo: “Los hijos del olvido: cuando el retorno no es bienvenido”.
Habían partido jóvenes,
huyendo del golpe de Estado que quebró la República y sumió a España en
la larga noche del régimen fascista del general Franco.
En los puertos gallegos se mezclaban lágrimas y promesas, mientras
barcos abarrotados se alejaban con quienes buscaban libertad, pan y un
lugar donde el miedo no dictara las palabras. Allá, en tierras lejanas,
trabajaron en fábricas y muelles, aprendiendo lenguas nuevas pero
guardando en el pecho la música de las gaitas y el olor de la lluvia
sobre los prados.
Décadas después, al regreso, hallaron un país cambiado pero no siempre abierto. El eco de aquella dictadura aún resonaba en miradas y silencios, y algunos vientos políticos actuales parecían querer desempolvar viejas sombras. La tierra que soñaron como refugio los recibió con distancia: eran, sin proponérselo, hijos de dos mundos… y de ninguno.
Fuente → xornalgalicia.com
No hay comentarios
Publicar un comentario