
El general español Francisco Franco era un gran aficionado al cine, como lo fueron los grandes dictadores europeos de su época. Las proyecciones tenían lugar en lo que había sido el Teatro de Carlos IV del Palacio de El Pardo, habitualmente a las cinco de la tarde los miércoles, domingos y algún festivo.
Se entregaban unos programas de mano y asistían unos pocos invitados, colaboradores cercanos como Luis Carrero Blanco, Pedro Nieto Antúnez y Camilo Alonso Vega y sus esposas, con sesiones a veces de películas infantiles o de dibujos animados para los nietos.
La Señora (su esposa, Carmen Polo) invitaba a amigas cercanas. Juan Cobo Arévalo, mayordomo de El Pardo, perfumaba con ambientador la sala. Juan Palacio Aldea, antiguo jefe de los archivos de NO-DO y primer proyeccionista en las sesiones en El Pardo, no cobraba un sobresueldo por ese trabajo.
El Caudillo vio entre 1946 y 1975 casi dos mil películas, dos largometrajes por semana, seleccionadas frecuentemente por doña Carmen, y sus preferidas eran las comedias, dramas, policiacas y musicales. A menudo veía las películas antes que el público las viera en las salas, sin censura.
Sus actores favoritos, hombres, fueron Gregory Peck, James Stewart y John Wayne. Franco vio ocho películas de Grace Kelly y el 12 de mayo de 1956 la recibió en El Pardo junto a su marido el príncipe Rainiero de Mónaco, con quien se había casado el mes anterior.
Casi la mitad de las películas que pasaron por esa pantalla de El Pardo procedían de Estados Unidos, obras de Henry Hathaway, Michael Curtiz, John Ford, Alfred Hitchcock y Billy Wilder. Del cine español estuvieron bien representados Rafael Gil, Pedro Lazaga y Sáenz de Heredia.
La última película que se proyectó, el 26 de octubre de 1975, fue Veredicto, protagonizada por Sophia Loren, y asistieron solo las tres “Carmenes”, abuela, hija y nieta.
Todas esas sesiones privadas comenzaban con las últimas ediciones del NO-DO, donde Franco era el actor. Como carecía de atractivo para las cámaras, de pequeña estatura, con barriga, papada y calva prematura, timbre de voz agudo, atiplado, sin cambios de ritmo en sus discursos monótonos, lo que se destacaba de él eran sus valores morales, como salvador de la patria.
Fuente → joseluisibanezsalas.blogspot.com
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