Criminales franquistas Asesinaron a Lucas Julián Calahorra Latorre, Republicano y vicesecretario de la UGT de Torrijo de la Cañada (Zaragoza), en Calatayud o Cetina (Zaragoza) en 1936
Criminales franquistas Asesinaron a Lucas Julián Calahorra Latorre, Republicano y vicesecretario de la UGT de Torrijo de la Cañada (Zaragoza), en Calatayud o Cetina (Zaragoza) en 1936  Tulio Riomesta
 
 
Lucas Julián Calahorra Latorre nació en 1903 en Torrijo de la Cañada, en el seno de una familia humilde, hijo de Bernabé, jornalero, y Lorenza, que regentaba una pequeña tienda en el patio de su casa donde vendía vajillas de porcelana, telas, chucherías. A pesar de su gusto por la escritura y la lectura, las necesidades familiares le obligaron a dedicarse a las faenas agrícolas. Desde aquel momento, Lucas fue consciente de las desigualdades económicas y sociales de la época y siempre tuvo como objetivo erradicar esa injusticia. Lucas entró a trabajar como jornalero en casa de una familia de labradores acomodados del pueblo, con cuya hija, Higinia, se casó en 1927 a pesar de que los padres de Higinia pretendían un mejor partido para su hija. Tuvieron 2 hijos.
 

Lucas e Higinia vivían en Torrijo, y con el paso del tiempo, y fruto del trabajo y de la ayuda de su suegro, la joven familia pudo comprar algunos terrenos y así no tener que depender de los caciques del pueblo. Siendo consciente de la dura realidad que asolaba Torrijo de la Cañada, Lucas Calahorra entró a formar parte de la Casa del Pueblo, un centro socialista donde se reunían personas de izquierdas para intentar buscar soluciones a esa crítica situación. Sin embargo su acercamiento a la política no estuvo bien visto por su mujer y sus suegros. La buena caligrafía y sus dotes para la lectura hicieron que sus compañeros de la UGT le nombraran en 1936 vicesecretario de la organización sindical. Esta responsabilidad fue su sentencia de muerte.

En Septiembre de ese año, una noche, al pie de un olmo, se hallaban conversando tranquilamente Lucas Calahorra, su primo José Martínez y sus amigos Pedro Gerencia y Pedro José Máñez. Desde una ventana alguien los escuchaba, y no tardó en ir a contar lo que había oído a los jefes fascistas que habían tomado la localidad. Cuando se enteraron de la conversación gracias al chivatazo, dijeron «¡Eso hablaban, los pobrecillos, no harán gala de comer con los jornales que nosotros les demos!».

La guardia civil se presentó en su casa, avisándole de que se presentase junto a sus amigos denunciados en el Ayuntamiento. Su esposa Higinia le recomendaba, entre lágrimas, que se escondiese o se escapase del pueblo, temiendo que le ocurriese lo mismo que al vecino Constantino Felipe Gascón, que lo habían asesinado en las afueras del pueblo. Estaban en marcha las operaciones de exterminio de Republicanos que los sediciosos habían desatado tras la sublevación militar.

De camino al Ayuntamiento se encontró con Pedro y José a los que intentó convencer para huir por temor a que los matasen a ellos también pero le convencieron de que no les iba a pasar nada porque ellos no habían hecho daño a nadie. En el Ayuntamiento los detuvieron y los trasladados en una furgoneta al mercado de abastos de Calatayud, utilizado por los franquistas desde el comienzo de la guerra como prisión provisional, donde se hacinaban los detenidos y donde coincidieron con sus convecinos Daniel Martínez Bas y Dionisio Vela Torrubia.

El primo de Lucas, el también detenido José Martínez, pudo escapar de la cárcel porque su cuñado conocía a un guardia civil. Allí hacinados, dormían en el suelo, entre parásitos, mal alimentados, maltratados físicamente, Lucas fue duramente golpeado en la espalda por un guardia con la culata del fusil. Lucas Calahorra cumplió 33 años en prisión. Ese cumpleaños, tildado en sus cartas desde la cárcel, como «el más triste de mi vida», sería el último. El 18 de octubre de 1936 su familia recibió la última postal desde el Mercado de Abastos. Al cabo de aproximadamente un mes de su detención fue “sacado de prisión”, y sin poder precisar el día ni el lugar exacto, Lucas Calahorra fue asesinado y enterrado en una fosa común en el termino municipal de Cetina (Zaragoza).

Las balas que acabaron con su vida también silenciarían la de su viuda y la de sus 2 hijos, quienes tras el triste suceso, marcharon a vivir a casa de los padres de Higinia en Torrijo de La Cañada. Como a tantos otros vecinos, los fascistas locales calificaron a Calahorra Latorre como «propagandista del marxismo, laborando de modo inconcuso a provocar disturbios y situaciones críticas. Era muy refractario a la ideología religiosa».

El 22 de Agosto los rebeldes se presentaron en su domicilio, estando presente la viuda, y procedieron al embargo de todos sus bienes. Le incautaron desde el trigo a recolectar, los bisaltos recogidos, las mesas del comedor y de la cocina, un armario, un espejo, hasta sus 5 campos de labor. Posteriormente, en 1938, le impusieron una multa de 300 pesetas que pagó Manuel Magdalena, primo hermano de la viuda en Abril de 1939. Además debieron hacer frente a las costas judiciales que ascendían a 116,95 pesetas y que supusieron un lastre más tanto para la economía de la familia como para su moral.

Lucas Julián y sus compañeros Republicanos fueron hombres con visión de futuro, que apostaron por una sociedad distinta, diferente a la que imperaba. Reivindicaron los derechos y la justicia, que se promoviera el reparto de la riqueza y la igualdad de los ciudadanos. Eran buenos hombres. Por eso los mataron.

Más información en Lucas Calahorra Latorre

Documento extraído del libro Escríbeme a la Tierra, Homenaje a las víctimas de la represión franquista en Torrijo de la Cañada (1936-2011), de Nacho Moreno Medina


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