De Cartagena a Moscú: el oro que el franquismo convirtió en leyenda

De Cartagena a Moscú: el oro que el franquismo convirtió en leyenda
Aday Quesada

En septiembre de 1936 comenzó la operación. Unos 10.000 

La dictadura franquista convirtió el traslado del oro republicano en la prueba suprema de “traición a la patria”. Sin embargo, la historia real del llamado “Oro de Moscú” fue muy distinta: un desesperado recurso financiero en medio del bloqueo internacional, que terminó repartiendo lingotes entre la URSS, Francia y México

Hubo una época en que si alguien en España quería insultar a una persona de izquierdas bastaba con espetarle “aquí tienes a uno de los que entregó el oro a Moscú”. Ni que decir tiene que esa acusación fue un peligroso estigma durante décadas.

La frase, repetida como un eco durante décadas de dictadura franquista, se convirtió en un símbolo: el “Oro de Moscú”. Pocos episodios de la Guerra Civil española fueron tan manipulados y tan cargados de mito como aquel traslado de las reservas del Banco de España que, en plena guerra, viajaron en tren, barco y leyenda hasta llegar —parcialmente— a la Unión Soviética.

Pero, como suele ocurrir con los mitos, la realidad fue más compleja y a veces hasta divertida en sus recovecos.

EL ORO DE UN PAÍS SITIADO

En 1936, España poseía la cuarta mayor reserva de oro del mundo, unos 635 toneladas almacenadas en la cámara acorazada del Banco de España en Madrid. Tras el golpe militar del 18 de julio, la República se encontró con un problema monumental: necesitaba armas con urgencia y las grandes potencias occidentales —Reino Unido, Francia y Estados Unidos— firmaron un acuerdo de “no intervención” que, en la práctica, significaba cerrar el grifo de suministros bélicos al gobierno legítimo. La URSS fue la única potencia que estuvo dispuesta a ayudar y vender armas a la República .

EL VIAJE: TRENES, BARCOS Y UN DESTINO EN TRES DIRECCIONES

 

En septiembre de 1936 comenzó la operación. Unos 10.000 LA FABULA DE "EL ORO DE MOSCÚ HA SIDO MOTIVO TAMBIEN DE CINE DE HUMOR cajones de madera, cada uno con lingotes de 12,5 kilos, fueron cargados en trenes rumbo a Cartagena, el puerto militar más seguro que aún controlaba la República.

La logística fue colosal y, como recuerdan las crónicas, los propios ferroviarios sindicalistas bromeaban con que España entera se había subido a ese tren.

Desde Cartagena, parte del oro fue embarcado en buques soviéticos rumbo al puerto de Odessa. Esa porción, alrededor de un 30% del total, acabó en el Gosbank (Banco Estatal de la URSS).

El resto tomó otros caminos: una fracción fue a Francia, como garantía para abrir créditos y adquirir material de guerra, y otra llegó a México, donde el gobierno de Lázaro Cárdenas lo custodió y utilizó para apoyar a la República.

Así que, aunque la propaganda franquista insistió en que todo el oro se había “regalado a Moscú”, lo cierto es que más de la mitad jamás salió del mundo "occidental".

EL MITO FRANQUISTA: NEGRÍN, STALIN Y EL “ROBO DEL SIGLO”

La dictadura de Franco convirtió el episodio en un filón propagandístico. Para el franquismo, el oro era la prueba irrefutable de la “traición” republicana y de la sumisión a Moscú. La figura central de ese relato fue el canario Juan Negrín, presidente del Gobierno desde 1937. La dictadura lo pintó como un “títere de Stalin” que había entregado el patrimonio nacional al comunismo internacional.

El mito se alimentaba con cifras desorbitadas, acusaciones de robo y frases lapidarias: el oro se había “perdido para siempre”. Lo cierto es que gran parte sí se gastó en armas soviéticas, pero también en alimentos, combustible y suministros. El problema es que, tras la derrota republicana, nadie en España podía auditar en qué se gastó cada peseta. Eso dio alas a la propaganda durante la friolera de cuarenta años.

ANÉCDOTAS CURIOSAS DEL ORO ERRANTE

La operación del oro no estuvo exenta de momentos curiosos, casi novelescos. Algunos ejemplos:

Los lingotes viajeros: los cajones de oro eran tan pesados que en Cartagena se rompieron varias grúas al intentar cargarlos en los barcos soviéticos. Hubo que improvisar con cuadrillas de estibadores que, según testigos, recibieron “propinas” generosas de tabaco y licor soviético.

El oro en las cuentas francesas: parte del oro que quedó en Francia fue utilizado como garantía de créditos pero, tras la victoria franquista, algunos bancos franceses se hicieron los desentendidos, reteniendo capitales que nunca fueron devueltos.

El oro mexicano: en México, la presencia del tesoro republicano se convirtió en un pequeño secreto a voces.

EL DESTINO FINAL

Con el paso del tiempo, el oro se fue consumiendo. En la URSS se empleó para pagar los envíos de aviones, tanques y fusiles. Francia y México también usaron sus porciones como garantía de operaciones financieras.

Al terminar la Guerra Civil, en 1939, el oro ya se había diluido en pagos, transferencias y créditos. No hubo lingotes escondidos en sótanos del Kremlin, como aseguraba la propaganda franquista, sino un capital líquido que se gastó en sostener una guerra perdida.

UN MITO QUE SOBREVIVIÓ A FRANCO

Lo curioso es que incluso después de la muerte del dictador el mito del “Oro de Moscú” continuó circulando en el debate político español. En la llamada transición democrática, algunos sectores conservadores todavía continuaron agitando el fantasma del oro como si hubiera sido un robo colosal y no una transacción bélica.

La historiografía seria, sin embargo, ha puesto las cosas en su sitio: el traslado fue legal, autorizado por el Consejo de Ministros republicano, y perseguía un fin concreto: sobrevivir militarmente.

ORO, PROPAGANDA Y MEMORIA

El “Oro de Moscú” fue mucho más que una operación financiera: fue el relato de un tesoro convertido en arma política. La República lo utilizó como moneda de supervivencia; el franquismo, como mito de traición. En medio, quedaron anécdotas de trenes cargados hasta los topes, grúas rotas en Cartagena .

A fin de cuentas, lo que el franquismo vendió como la “entrega del oro a Moscú” fue, en realidad, la desesperada apuesta de un gobierno sitiado que se jugaba su existencia. El oro no se regaló: se gastó en la esperanza —fallida— de poder resistir al fascismo. Y esa, con todo, es una historia mucho más reveladora que el mito propagandístico que la dictadura quiso imponer.

DATOS CLAVE DEL “ORO DE MOSCÚ”

  • Reservas iniciales: 635 toneladas de oro del Banco de España (la 4ª mayor reserva mundial en 1936).

  • Número de cajones: Aproximadamente 10.000 cajas de madera, con lingotes de 12,5 kg cada uno.

  • Destino del oro:

    • URSS: 30% (pagó armas, aviones y tanques).

    • Francia y México: 60-70% (garantía de créditos y suministros).

  • Protagonista señalado por la propaganda: El canario Juan Negrín, presidente del Gobierno republicano.

  • Tópicos franquistas: “robo comunista”, “entrega a Stalin”, “patrimonio perdido”.

  • Curiosidades:

    • Grúas rotas en Cartagena al cargar los lingotes.

    • Bancos franceses que retuvieron fondos tras la victoria franquista.

  • Paradoja histórica: Franco acusó a la República de “regalar oro a Moscú”, pero en los años 50–60 compró petróleo a la URSS mediante acuerdos secretos.

  • Destino final: No hubo oro escondido en sótanos soviéticos; se gastó casi íntegramente en la guerra.



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