El 'gen rojo': La absurda teoría de Antonio Vallejo-Nájera para justificar la represión franquista
El 'gen rojo': La absurda teoría de Antonio Vallejo-Nájera para justificar la represión franquista / Isabel Ginés
 
En el caso de las mujeres, el psiquiatra llegó a afirmar que su participación en la política estaba motivada por la satisfacción de sus necesidades sexuales, describiendo sus comportamientos como «primitivos» y «animales».

Antonio Vallejo-Nájera, un psiquiatra al servicio del régimen franquista, dedicó parte de su carrera a intentar demostrar una hipótesis tan absurda como peligrosa: la existencia de un supuesto «gen rojo» que explicaría la «inferioridad» de quienes apoyaban las ideas marxistas y republicanas. Inspirado en las teorías raciales nazis, este médico buscó justificar científicamente la represión y la violencia ejercida contra el bando perdedor de la Guerra Civil española.

En 1939, Vallejo-Nájera llevó a cabo una serie de estudios en los que analizó a medio centenar de mujeres encarceladas, utilizando encuestas sobre temas como la sexualidad y la religión. Su objetivo era demostrar que las personas de izquierdas poseían una «deformación» que las llevaba a la «perversión moral, sexual e ideológica». Para ello, se rodeó de criminólogos y asesores alemanes, y sometió a prisioneros de guerra republicanos y voluntarios de las Brigadas Internacionales a pruebas extremas que los llevaron al límite físico y mental.

El psiquiatra estaba convencido de que los regímenes democráticos fomentaban el resentimiento y promovían a los «fracasados sociales». A través de mediciones corporales y cuestionarios, intentó demostrar que los «rojos» presentaban un «carácter degenerativo», caracterizado por el alcoholismo, el libertinaje y una inteligencia inferior a la media. Estas conclusiones, basadas en prejuicios y pseudociencia, servían para justificar la represión del régimen franquista.

Vallejo-Nájera, influenciado por el «Instituto para la Investigación y Estudio de la Herencia» creado por Heinrich Himmler, llegó a hablar de un «gen rojo» que explicaría la supuesta inferioridad de los marxistas. Según él, este «gen» conducía a una «perversión moral, sexual e ideológica» que justificaba la necesidad de un control férreo por parte del Estado. Sus ideas, aunque carentes de fundamento científico, fueron utilizadas para legitimar la violencia y la opresión del franquismo.

En el caso de las mujeres, el psiquiatra llegó a afirmar que su participación en la política estaba motivada por la satisfacción de sus necesidades sexuales, describiendo sus comportamientos como «primitivos» y «animales». Estas conclusiones, además de ser absurdas, reflejaban la misoginia y el conservadurismo extremo del régimen, que buscaba relegar a las mujeres a un papel sumiso y secundario en la sociedad.

En definitiva, la teoría del «gen rojo» no era más que un intento pseudocientífico de justificar la represión y la violencia del franquismo. Vallejo-Nájera, inspirado por las ideas nazis, utilizó su posición para intentar demostrar la «inferioridad» de quienes pensaban de manera diferente, perpetuando así un discurso de odio y exclusión que marcó una de las etapas más oscuras de la historia de España.

Durante el franquismo se cometieron innumerables atrocidades contra las mujeres republicanas. Fueron víctimas de violaciones en grupo, palizas, rapados públicos, humillaciones como ser obligadas a ingerir aceite de ricino antes de ser paseadas por las calles, además de los experimentos del doctor Vallejo-Nájera. Mujeres cuya única “culpa” fue defender una España libre, una España en la que todos tuviéramos cabida. Una España diferente.

Cuando escuchamos estos relatos, nos estremecemos al pensar en los miles de mujeres que sufrieron simplemente por ser republicanas, por pensar diferente o por soñar con un país más justo. Muchos se escandalizan hoy con ciertas atrocidades, pero jamás han condenado las violaciones en grupo y los abusos sufridos por estas mujeres. Muchos se llevan las manos a la cabeza por hechos actuales, pero nunca han denunciado lo que padecieron miles de republicanas.

No fueron solo los fusilamientos, las desapariciones en cunetas o las ejecuciones en los paredones. También estuvieron los experimentos médicos, las agresiones sexuales, las palizas, la depuración de maestras, la humillación pública, los paseos forzados con la cabeza rapada, tambaleándose por el efecto del aceite de ricino, mientras una banda de música las seguía para hacer de su sufrimiento un espectáculo.

Es necesario conocer y recordar todo lo que ocurrió. Se debe pedir perdón y hacer justicia, porque estas mujeres sufrieron enormemente por el simple hecho de querer una España libre. Una España donde todos tuvieran cabida. Una España sin fanatismo. Es indignante que miles de ellas pasaran por semejante horror y que todavía hoy haya quienes pretendan relegarlas al olvido.



Fuente → nuevarevolucion.es

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