
Las diferencias en la valoración o los desacuerdos con respecto a los relatos históricos son inherentes a la democracia y constituyen una consecuencia inevitable en el concurso de pareceres. Pero de ello no se puede colegir el paso a los insultos graves, de que he sido objeto, comenzando por el título y siguiendo por algunos de los contenidos del artículo firmado por Moreno, Urtasun, Martínez, Bernad, Ibáñez, Martínez y Aranaz, del Ateneo Basilio Lacort.
Disiento y estoy en completo desacuerdo con varias de las afirmaciones contenidas en dicho escrito, pero no recurriré al insulto con respecto a ninguna de las personas o entidad mencionada.
Inician su escrito, después de manifestar que no tuve en cuenta varios aspectos, que «el referente histórico del debate no es Belchite, sino la Navarra de 1936. Olvida que las víctimas a las que nos referimos son las víctimas del Carlismo, no los golpistas Carlistas que murieron en el frente de batalla. Obvia que solo hubo un bando, el carlofalangista...». Reiteran esta misma idea más adelante con las siguientes expresiones literales: «Zabaleta no diferencia entre lo sucedido en Navarra y en España y este matiz clave le lleva directamente a homologar los crímenes habidos en ambos territorios. Pero siendo respetuosos con el lenguaje, solo cabe decir que en Navarra hubo asesinados y en España muertos por Dios, la patria y el Rey. La diferencia entre ambos términos no es solo semántica, también es política y ética». Pues bien, estoy en desacuerdo con esa valoración o visión, pero, a pesar de ello, sigo pensando que quienes me han insultado tanto en el título como en el escrito publicado desean que la democracia pueda contar con la memoria, aunque sea valorada e interpretada con diversos pareceres. Los hechos son indiscutibles e inalterables, pero las valoraciones, las calificaciones y las interpretaciones dependen de la ideología de unos y otros.
Consideran que resignificar un monumento o cualquier objeto es imposible, pero esa es una idea miles de veces contestada por el hecho de que edificios, símbolos y hasta emblemas hayan cambiado de significado como lo demuestran la historia y la vida.
Los firmantes del escrito replicado efectúan también referencias y argumentaciones de carácter e historia personal, en lo que tampoco voy a meterme en contestaciones. Pero permítaseme recordar que cuando legítimamente –lo afirmo− desean que el denominado Monumento a los Caídos sea derruido, ya están recurriendo a la interposición de recursos es más que lógica la previsión de que dichos recursos pueden acabar siendo estimados o no, y la experiencia demuestra que han de preverse ambas posibilidades y sus consecuencias.
Se efectúa en el escrito una contraposición dialéctica entre golpe de Estado y rebelión militar. El alzamiento Franquista fue las dos cosas y muchas más, como la instauración de una dictadura que pretendió autojustificarse para así poder perpetuarse.
Y en las dos y media columnas finales de las cinco que tiene el escrito mencionado se hacen unas prolijas elucubraciones sobre el término «prostitución». Se empieza primero con una pregunta, después de una referencia en los siguientes términos literales: «el edificio evoca la exaltación de quienes fueron sus asesinos, los golpistas, y, por tanto, la humillación permanente de sus víctimas. ¿Es a esto a lo que llama Zabaleta prostitución? Si es así, no tenemos ningún problema en aceptarlo. Solo que albergamos la seguridad de que aquí el único que prostituye la memoria y la verdad de las víctimas asesinadas por las cartas es Zabaleta». Y llevan esta seguridad al título del escrito y a las siguientes consideraciones contenidas hasta el final del escrito, con alusiones familiares y referencias tergiversadas.
El concepto de prostitución utilizado en mi artículo, si se hace un análisis honrado y sosegado del mismo, es la rebelión militar que también fue golpe de Estado y que luego fue dictadura militar con responsabilidades criminales inherentes a los tres estadios –rebelión/golpe de Estado/dictadura− es la causante de la inmensa mayoría de todas las víctimas, como lo indica la reflexión sobre Gironella con que se inicia dicho artículo.
Quiero seguir pensando que los señores y señoras Aranaz, Martínez, Ibáñez, Bernad, Martínez, Urtasun y Moreno consideran que el olvido no es una opción para la democracia y que, por lo tanto, defender la memoria no es solo una cuestión histórica, sino una cuestión de la convivencia y del porvenir. Les pido que retiren expresamente el insulto del título del artículo respondido reiterado también en el texto del mismo. Y les recuerdo que el respeto a todas las víctimas, que nos llevó a colaborar en la investigación de fosas comunes, cuando aún no había ADN y se tenía que investigar con base en huesos, dientes, hebillas, botones, zapatos, etc. hace ya 50 años. Fui invitado y estuve en la celebración de los fusilados y desaparecidos de Cortes de Navarra el 1 de noviembre pasado, en donde tuve el honor de leer uno a uno los nombres de todas las personas fusiladas y desaparecidas, como lo hacen todos los años y seguirán haciéndolo...
Fuente → naiz.eus
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