Guerrilleros antifranquistas Abatidos a Muerte o asesinados por la guardia civil en Rute (Córdoba) en 1950
Guerrilleros antifranquistas Abatidos a Muerte o asesinados por la guardia civil en Rute (Córdoba) en 1950 / Tulio Riomesta

Cuando finalizó la guerra civil española, un sector minoritario de los vencidos continuó la resistencia armada contra la dictadura franquista. Eran personas que esquivaban la represión franquista en la posguerra. Estaban comprometidos con los valores Republicanos y con los sindicatos obreros. Se echaron a la sierra para escapar de las torturas, las detenciones, las cárceles y los fusilamientos. Al menos 3.500 Guerrilleros Antifranquistas murieron en la posguerra (220 de ellos en Córdoba) y unos 1.500 enlaces (paisanos) cayeran abatidos solo en el trienio 1947-1949 por la “ley de fugas”. De la lucha contra el movimiento Guerrillero se ocupó fundamentalmente la guardia civil mediante batidas y expediciones por los campos. 
 

En 1947 se desató una persecución indiscriminada y violenta, que acabó por completo con los últimos resistentes por medio de la ley de fugas, los sobornos, y el exterminio de enlaces, familiares y Guerrilleros. Sin embargo, en 1950, en el sur de Córdoba se produjo una incursión de Guerrilleros granadinos; mandaba la partida Antonio García Caballero, “Marcos”, quien se había enrolado tras ser detenido y torturado por la guardia civil, por su pertenencia a una célula clandestina del Partido Comunista. Los Guerrilleros aparecieron a finales de Mayo en Rute, donde vivía Rosario García Caballero, hermana de Antonio y de Miguel, que facilitó algunos encuentros gracias a los cuales, Gumersindo Bueno Reina, Miguel Borrego del Cabo “Miguelillo o Peque”, y el antiguo combatiente Republicano Diego Porras Piedra “el Tuerto” se ofrecieron como enlaces de la Guerrilla.

El 22 de Junio de 1950, en los olivares de la finca el Pamplinar, al margen derecho del río Genil y el cerro de La Mezquita, hubo un encuentro entre una la guardia civil que realizaba una batida, y la partida de Guerrilleros. Los guardias abatieron a Miguel Borrego del Cabo, 39 años, que se había incorporado a la partida a principios de Junio, y le detuvieron herido. Al día siguiente los franquistas asaltaron la cima del monte, donde quedaba el Guerrillero José Centurión Jiménez, 47 años. Los guardias pasearon su cadáver terciado en los lomos de un mulo por las calles de Rute hasta el cuartel. Según la autopsia un disparo en el cuello le causó una abundante hemorragia y la muerte. A José Centurión Jiménez lo inhumaron en el cementerio junto a un perro de la guardia civil, pero sus primos, el capitán Ángel Centurión Hernández, y el capellán Antonio Centurión, consiguieron que se le diera sepultura en una tumba individual.

El Guerrillero José Centurión es un ejemplo de una vida truncada por el golpe de Estado y la posterior represión franquista, según relata el historiador José María Azuaya Rico en su libro La Guerrilla Antifranquista en Nerja, y contaron su propio hijo y su nuera, Francisco Centurión Centurión y Rosario Sánchez Prados. Antes de la guerra, José Centurión trabajaba sus propias tierras y había sido presidente del comité del Partido Comunista y alcalde pedáneo en el Río de la Miel (Nerja, Málaga.) Cuando los franquistas conquistaron el pueblo, huyó y luchó en el bando Republicano como guardia de Asalto. Al acabar la guerra estuvo 3 años encarcelado. Cuando volvió a su casa en el Río de la Miel el ambiente era hostil para los retornados desde las cárceles, y José Centurión tenía que presentarse periódicamente en el cuartel de la guardia civil, donde con frecuencia lo maltrataban. En 1947 le acusaron de colaborar con la Guerrilla, recibió palizas, y ante el temor de que le aplicaran la ley de fugas, se incorporó en Octubre a la Guerrilla junto a 2 primos y otros vecinos.

En represalia, la guardia civil castigó a la familia metiéndole fuego a su casa y a la del hermano de su mujer, que tenía 6 hijos. La visita a la familia de un hijo de José, José Centurión Centurión, coincidió con la muerte de 2 confidentes de la guardia civil por la Guerrilla, y en venganza lo detuvieron junto a su tío Ramón Centurión González y a otros 2 jóvenes, y los asesinaron el 11 de Marzo de 1950. Por otra parte, Miguel Borrego del Cabo, gravemente herido y atado de pies y manos, sufrió interrogatorios en la cuadra del cuartel, siendo cruelmente torturado por guardias civiles. El 24 de Junio le asesinaron en el cementerio, y lo arrojaron a una fosa común.

La guardia civil arrestó a varios enlaces de la Guerrilla el 23 de Junio, entre ellos los jornaleros Gumersindo Bueno Reina, 58 años, y Diego Porras Piedra, 39 años, que habían llevado comida a los Guerrilleros. Contra ellos jugaban sus antecedentes familiares Republicanos. El día 27 ambos fueron asesinados por la guardia civil mediante la ley de fugas. En realidad iban esposados juntos con grilletes, vigilados por guardias iban armados con subfusiles; la autopsia reveló que Gumersindo Bueno recibió un balazo estando arrodillado, disparado a pocos centímetros de pie frente a él, con entrada por región craneo-frontal y salida occipital. Otras 2 personas, Juan Pérez Quintero y Rafael Jiménez Granados, murieron por la misma causa, “ley de fugas” el 13 de Octubre en la fuente del Puerto del término de Carcabuey.

En octubre de 1950 entró de nuevo en el sur de Córdoba la partida de Antonio García Caballero, a quien la guardia civil mató el día 13 en la zona de Priego. Al día siguiente la guardia civil acabó con la vida del lojeño Antonio Molina Frías «Alfonso»en el término de Carcabuey. Miguel, hermano de Antonio, murió con posterioridad también en un enfrentamiento con la guardia civil. Jorge José Muñoz Lozano acabó fusilado en el cementerio de Granada el 22 de Enero de 1953.


Toda la información procede de las publicaciones del historiador Arcángel Bedmar: El libro Desaparecidos: La Represión franquista en Rute (1936-1950). Y el artículo, La guerrilla antifranquista en Rute en 1950


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