En los últimos cuatro años hemos asistido al centenario de los diversos acontecimientos sociales que, entre los años 1919 y 1923, determinaron el devenir de la historia contemporánea de Cataluña y España. Un periodo, comprendido entre la huelga de la Canadiense y el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, en el que, en Cataluña, la lucha de clases alcanzó su punto más álgido, elevándose a la categoría de una verdadera guerra social.
En torno a este ciclo histórico han sido varios los seminarios y conferencias realizados por diferentes entidades e instituciones. También se han publicado un número importante de libros y múltiples artículos que abordan los principales sucesos acontecidos durante aquel periodo, así como diferentes biografías de algunos de sus protagonistas. De los libros, por mencionar algunos de los más destacados, citaremos los dos que llevan por título La Vaga de la Canadenca, uno de Ferrán Aisa, (Ediccions de 1984, 2019) y el más reciente de Teresa Abelló, (Rosa dels Vents, 2024). Más general sobre el período, e imprescindible, es El Fascio de las Ramblas de Xavier Casals y Enric Ucelay (Pasado&Presente, 2023). Por último, cabe mencionar, el libro publicado en fechas recientes, La Dictadura de Primo de Rivera: La primera dictadura espanyola del segle XX, (Icaria, 2024) obra colectiva coordinada por Josep Pich Mitjana, Alfonso Bermúdez Mombiela y Gerard Llorena DeCesaris.
De las biografías destacaremos, Salvador Seguí. El noi del sucre de Ferrán Aisa (Editorial Base, 2024) y Miguel Primo de Rivera, de Alejandro Quiroga (Crítica 2022). Unas publicaciones que ponen de relieve el renovado interés de historiadores y editores por aquellos sucesos que marcaron la historia reciente de nuestro país.
Dentro de esta cadena de acontecimientos iniciados en 1919 y que finalmente desembocaron en la Dictadura de Primo de Rivera, hay que situar un hecho poco mencionado a pesar de la relevancia histórica que a nuestro parecer merece: el locaut patronal de Barcelona de 1919. Un cierre patronal que comenzó el tres de noviembre, primero de forma parcial hasta el 30 de noviembre de 1919, y después, del 1 de diciembre hasta el 26 de enero de 1920, de forma total. Durante ochenta y cuatro días este locaut sumió a la clase obrera en la miseria más absoluta. La imposición de este planificado pacto de hambre convirtió la ciudad de Barcelona en un dramático escenario donde miles de obreros y obreras sin ninguna fuente de ingresos formaban numerosas colas delante de las casas de empeño y las instituciones benéficas para recibir algo de comida o vagaban por las calles dedicándose a la captación una vez agotados todos sus recursos.
Su larga duración supuso una dura derrota para el conjunto de la clase trabajadora que, acorralada por las deudas y el hambre, tuvo que aceptar las condiciones humillantes impuestas por la patronal para poder volver al trabajo tras el levantamiento del locaut. Una derrota que de facto significó la desarticulación, durante un largo periodo de tiempo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). En pocos meses el movimiento obrero había pasado de obtener, con la huelga de la Canadiense, su victoria más emblemática, –la conquista de la jornada de ocho horas–, a tener que asumir su rendición por hambre ante su enemigo de clase.
Quizás por desarrollarse dentro lo que los historiadores han denominado «la época del pistolerismo» o por tratarse de una derrota disonante con el triunfo de la Canadiense, el locaut de 1919, a pesar de su trascendencia histórica, ha pasado un tanto desapercibido para los anales de la historia. La reciente publicación del libro de la historiadora Soledad Bengoechea, Barcelona 1919: La huelga patronal que alumbró la dictadura de Primo de Rivera, viene, de forma oportuna, a corregir este descuido histórico.
Por su dilatada actividad investigadora centrada, entre otros temas, en los movimientos sociales y organización de la patronal catalana durante las primeras décadas del siglo XX, Soledad Bengoechea es una de las voces más autorizadas y referencia obligada para el estudio del contexto, los hechos y los protagonistas de esta convulsa etapa de la historia del país. Cuenta con una amplia bibliografía, entre la que destaca su obra Organització patronal i conflictivitat social a Catalunya y ha publicado gran cantidad de artículos relacionados con dicha temática. Con este nuevo libro Soledad Bengoechea vuelve sobre su obra anterior y recupera el gran cierre patronal de 1919 para situarlo en el actual debate sobre el origen y las causas que provocaron el golpe de Estado de Primo de Rivera.
En él, la historiadora reconstruye cronológicamente el desarrollo del locaut a partir de la actitud de la patronal que lo impulsó y nos muestra como durante su preparación se articuló el movimiento reaccionario formado por la burguesía catalana y el triunvirato de generales (Milán del Bosch, Martínez Anido y Miguel Primo de Rivera) que se sucedieron al frente del poder militar en Cataluña durante aquel periodo. Señala, además, como, desde fechas tempranas, anteriores al golpe de Estado de Mussolini en Italia en 1922, la burguesía catalana, con el telón de fondo de la alta conflictividad social, trató de imponer una dictadura militar que pusiera fin definitivo al peligro de un fuerte movimiento obrero bajo la hegemonía del sindicalismo revolucionario de la CNT. A la cabeza de este frente único, en el que se vertebró la burguesía catalana para llevar a cabo el locaut, se situó la asociación patronal más beligerante y combativa, la Federación Patronal de Barcelona. Dirigida con mano de hierro por su presidente, Félix Grupera Lleonart, un controvertido propietario y contratista de obras dispuesto a acabar por todos los medios, incluidos la guerra sucia y el pistolerismo, con la CNT. Graupera jugó un papel destacado en su preparación y durante buena parte del locaut hasta que sufrió un atentado, el 5 de enero de 1920, que a punto estuvo de costarle la vida.
Este nuevo trabajo de Soledad Bengoechea es una traducción ampliada de una obra previa: El locaut de Barcelona (1919-1920) Els precedents de la Dictadura de Primo de Rivera, publicada en catalán por la editorial Curial (Barcelona, 1998). En el texto actual, la autora ha sometido el texto a revisión en relación con algunas interpretaciones más recientes sobre aquellos años, comprobando que en lo esencial no ha habido explicaciones diferentes y que, más bien, las nuevas interpretaciones vienen a reforzar las hipótesis ya planteadas en su obra anterior. El libro también ha sido ampliado con unas breves reseñas biográficas de los protagonistas del locaut, así como un amplio apéndice documental y bibliografía que, sin duda, será útil para futuras investigaciones.
La obra consta de doce capítulos, divididos en tres partes. En su primera parte; «Antecedentes inmediatos», la autora nos sitúa a una burguesía catalana en plena crisis económica generada por el fin de la I Guerra Mundial y aterrorizada por la posibilidad real de la propagación de la revolución bolchevique y sus diferentes réplicas revolucionarias que se estaban dando por toda Europa. Temía, como nunca, que tras la gran victoria de la CNT en la huelga de la Canadiense había llegado la hora de los obreros en Cataluña.
En su segunda parte, «Barcelona bajo el locaut», aborda la preparación del locaut como la respuesta a huelga de la Canadiense a partir de la insubordinación de Milans del Bosch frente al gobierno y la rebeldía de una patronal que contribuyó decididamente a la consolidación de un contrapoder militar frente a las autoridades que ostentaban el poder civil. Aprovechando la situación de fuerza alcanzada, la patronal trató de imponer una salida autoritaria ante la ineficacia de los gobiernos para acabar con lo que denominaban «el problema social». Es a partir de este momento que se declaró el locaut de Barcelona en cuyo transcurso, además de dejar sin sustento durante tres meses a una clase trabajadora que ya estaba exhausta tras los 44 días de huelga de la Canadiense, también ocasionó importantes pérdidas para los pequeños patronos y comerciantes.
En la tercera parte, «Del locaut a la dictadura de Primo de Rivera», la autora explica cómo, a partir del triunfo del locaut, se impuso la línea dura en el nombramiento de gobernadores civiles y capitanes generales, llevando la represión sobre el movimiento sindical a una guerra de exterminio, primero con Martínez Anido y después bajo control del propio Miguel Primo de Rivera, donde fueron asesinados sus lideres más emblemáticos, incluido el propio Salvador Seguí. Soledad Bengoechea también nos aporta en esta tercera parte detalles pocos conocidos de un frustrado intento golpe de Estado de Milans del Bosch.
Finalmente, la autora nos muestra como el poder acumulado durante el locaut por el tándem de la patronal y los militares se fue imponiendo frente a los sucesivos y frágiles gobiernos del sistema de la Restauración. Un poder que, con el beneplácito de Alfonso XIII, acabó materializándose en el golpe de Estado del 13 de septiembre de 1923.
Antes de adentrarnos en la lectura de esta obra, su propio título ya nos sugiere dos interrogantes: ¿Por qué la autora se refiere al locaut como huelga patronal? ¿Y por qué vincula este hecho directamente con el golpe de Estado de Primo de Rivera?
La primera respuesta la encontramos, como bien sitúa la autora, el hecho paradoxal de identificar el locaut con una paralización de la actividad patronal, cuando lo que verdaderamente se produjo fue una movilización sin precedentes de la clase patronal y las elites económicas. Durante el locaut, primero unas 15.000 personas armadas pertenecientes al Somaten patrullaron las calles (llegaron a ser 60.000), junto a los militares y la guardia civil bajo órdenes directas del capitán general Milans del Boch. Se fundó el Sindicato Libre que pronto entraría en escena con sus bandas de pistoleros. La policía paralela de Bravo Portillo, actuó de forma indiscriminada. La intensa presión política del lobby patronal efectuada contra un gobierno condicionado por el constante desafío militar provocó distintas dimisiones y crisis gubernamentales. En definitiva, El locaut de 1919 fue todo lo contrario a un paro de la actividad patronal.
A la segunda pregunta Bengoechea da respuesta a través del exhaustivo trabajo de documentación proveniente de los archivos de la patronal Fomento del Trabajo Nacional (FTN), Las Cámaras de Comercio y otras importantes fuentes primarias, que nos demuestra como a partir de la réplica de la patronal a la huelga de la Canadiense, el locaut de 1919, se gestó toda una estrategia conspirativa, que apenas cuatro años después culminó en la Dictadura de Primo de Rivera.
Gracias a ese trabajo de investigación podemos observar el laboratorio donde la burguesía y la patronal catalana fueron fraguando los objetivos y los métodos a emplear en la búsqueda de una fórmula eficaz para erradicar el problema social que significaba el sindicalismo revolucionario. Y nos permite asistir al momento preciso en que la burguesía evolucionó desde una posición de resistencia frente a las reivindicaciones de la clase obrera hacia una ofensiva total que la situaron en posiciones claramente dictatoriales: El II Congreso Patronal de Federaciones Patronales Españolas, que se celebrado en Barcelona los días previos al inicio del locaut. Allí se sellaron las alianzas entre las clases medias, los patronos más influyentes de FTN, el resto de instituciones económicas de la burguesía catalana, incluidas sus asociaciones recreativas y sus representantes políticos, tanto los de Lliga de Cambó, como los de la Unión Monárquica de Alfonso Sala. Contaban para ello con la protección y la complicidad del estamento militar. También se repartieron las funciones que cada sector debía realizar, dejando a la Federación Patronal la declaración del locaut como desafío al propio gobierno que lo declaró ilegal aunque no actuó para impedirlo. Esta gran demostración de fuerza de la patronal que supuso la huelga patronal de 1919-1920, ha de ser vista como un primer ensayo en el que asentaron las bases de una estrategia que finalmente concluyó con en el golpe de Estado de 1923.
Otra tesis formulada por la autora resulta, si se quiere, paradoxal: la patronal, en su lucha contra el sindicalismo revolucionario de la CNT, utilizó las mismas herramientas que su adversario. Dado que Fomento tenía prohibido en sus estatutos actuar directamente en los conflictos, fue la Federación Patronal de Barcelona quien jugó el papel de verdadero «sindicato patronal». A la huelga general contrapuso el locaut. A las coacciones obreras a los esquiroles, la coacción y el boicot a los empresarios que no secundaron el locaut. A las cajas de resistencia para subsistir durante las huelgas, un gran fondo que llegó a contar con de doce millones de pesetas para ayudar a los pequeños empresarios a soportar el cierre patronal. Al pistolerismo de los grupos de acción anarquistas, los atentados a manos de fuerzas parapoliciales. Incluso el paso a la clandestinidad de las organizaciones obreras en momentos de fuerte represión del movimiento huelguístico, fue utilizado por la Federación Patronal que contaba con un comité clandestino que dirigió el locaut y tomó las decisiones más importantes.
También cabe destacar un fenómeno sobre el que la autora reflexiona en sus conclusiones finales: la reivindicación de la patronal durante el locaut de un modelo corporativista de sindicación obligatoria y única por ramos de industria para obreros y patronos que a la práctica suponía la eliminación de los sindicatos y con ello la eliminación de la lucha de clases. Un modelo a caballo entre una utopía basada en la tradición gremial catalana y un protofascismo, que años más tarde sería el modelo corporativo establecido por el franquismo en el año 1940: los Sindicatos Verticales.
El carácter excepcional que tuvo el locaut durante el otoño y el invierno de 1919-1920 en la lucha de clases abierta entre la patronal catalana y el sindicalismo obrero en Barcelona, que su autora disecciona meticulosamente en este libro, aporta una visión amplia del papel de la clase patronal y la burguesía catalana durante aquel ciclo histórico que desembocó en el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera, un papel que después de la lectura de esta obra nos revela una implicación mucho más directa y decisiva, no solo en instigación y participación en la represión movimiento obrero, sino también en los preparación y proclamación de la Dictadura de Primo de Rivera de la que recientemente se ha cumplido sus cien años.
Fuente → serhistorico.net
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