Las mujeres tienen voto (1931)
Las mujeres tienen voto (1931)


De la editorial de Mirador (8-X-1931), semanario que entonces dirigía, de hecho, el redactor jefe Just Cabot (según la tesis doctoral de Carles Singla, 2003). Por los rasgos irónicos del artículo incluso puede atribuirse a Cabot la autoría del escrito. En el fondo del debate estaba implícita una superstición de las izquierdas: decían que las mujeres votarían a las derechas por influencia de los curas, por debilidad o por ignorancia sumisa.

El Congreso ha decidido que las mujeres, al igual que los varones, tendrán voto a partir de los 23 años. Es de justicia. Y ha sido el acto de galantería más generoso que se ha hecho en Europa, porque es justo decir que las mujeres no pedían esa distinción y las dos portavoces que el bello sexo tiene en la cámara defendían tesis contrarias. [...] Ninguno de los sectores de la Cámara ha negado el derecho del sufragio femenino. El debate se ciñó a la cuestión de la oportunidad. La señorita Victoria Kent (del Partido Republicano Radical Socialista) hizo constar que cree inoportuno conceder el voto a las mujeres. El argumento más fuerte que presentó es éste: "Actualmente, el voto es un peligro: aplazándolo desaparece el peligro".

La señorita Clara Campoamor (del Partido Radical) defendió el punto de vista contrario, favorable a la inmediata concesión del derecho de voto. El razonamiento que más impresión hizo en la Cámara fue éste: “Si cree que las mujeres no influyen en la política, diciendo esto afirma su personalidad, porque suponga que se resisten a votarse. Entonces, ¿por qué insistís en negarles el voto y siga reteniendo el Poder?” Tanto la señorita Kent como la señorita Campoamor han demostrado que merecen ocupar un puesto en el Parlament. Sus discursos son un modelo de dialéctica. La Cámara, sin temer a lo desconocido, se pronunció a favor de la reforma liberal. [...] Ciertamente, los argumentos a favor del aplazamiento de una reforma tan trascendental son dignos de consideración. Cabe pensar que la República francesa, después de más de sesenta años de existencia, no se ha atrevido a implantar el sufragio femenino.

Podrá objetar que Francia es hoy uno de los países más conservadores del mundo, pero podría contestarse que el régimen republicano funciona en Francia de una manera maravillosa. A favor de la concesión del voto existen numerosos ejemplos, sobre todo los de Inglaterra y Alemania. Pero el grado de progreso político al que han llegado estos países no puede compararse con la situación de España –podrían replicar a los adversarios de la reforma–. [...] El principal inconveniente del voto femenino consistirá probablemente en que en las grandes ciudades se consolidarán los partidos de izquierda, y en las ciudades de segundo y tercer orden, y sobre todo en el campo, las derechas obtendrán situaciones vitalicias. [...]

En esta cuestión los pros y los contra son numerosísimos, pero parece que vale la pena explorar una región desconocida de la política del país. Si ahora que uno empieza a hacer reformas y que el pueblo se gobierna a sí mismo nos asustaban las novedades, deberíamos reconocer que queremos una República que no introduzca otra originalidad que la sustitución del rey por un presidente. Pero, tanto si queremos como no, la República es otra cosa: la República es progreso democrático y debemos tener el valor de dar el paso decisivo. 
 

Fuente → ara.cat

banner distribuidora