Corral Andrades, la feroz represión franquista de una familia de La Línea (Cádiz)
Corral Andrades, la feroz represión franquista de una familia de La Línea (Cádiz) / Manuel Almisas Albéndiz   
 
La familia Corral Andrades, que habían llegado a La Línea procedente de San Roque (Cádiz), de donde era natural la madre, Salvadora Andrades Saborido, y donde habían nacido los dos primeros hijos, María (1900) y Francisco (1903), no se imaginaban al terminar el reinado de Alfonso XIII de Borbón y llegar las libertades republicanas, el triste destino que la historia le depararía pocos años después. 
 

En ese momento de euforia con la tonadilla del Himno de Riego a todas horas y la tricolor en lazos, balcones y ventanas, la familia constituía una especie de gran matriarcado, con Salvadora como cabeza de familia al haber quedado viuda de su marido Antonio Corral Caros un lustro antes, y a cargo de sus cuatro hijos varones, Francisco, Manuel, Andrés y José, y con María, la hermana mayor, ayudándola en lo que podía, pues aunque ya se había casado con Rafael Chacón Partal y habían tenido a sus tres primeros hijos, Antonio, Andrés y Salvador, se había quedado sola en La Línea en aquellos meses en que su marido Rafael se marchó a Ceuta a trabajar en la CAMPSA.

Amparados en la nueva legalidad republicana, Francisco y Andrés ingresaron en la masonería, y Manuel y José se hicieron miembros y simpatizantes del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, que tanta influencia tenía en la localidad, y se sindicaron en la CNT. Por su parte, Rafael Chacón, al volver de Ceuta tras la muerte de su hijo mayor Antonio, se colocó de camarero en el bar de la Sociedad «Logia La Aurora», y con total seguridad se inscribió en dicha Sociedad de Socorros mutuos, muy avanzada para su época, y donde los afiliados tenían cubiertos los gastos médicos, farmacéuticos y de entierro, además de disfrutar de las actividades culturales y deportivas de «La Logia». Aunque «La Aurora» no pertenecía a ninguna orden de la Masonería, es cierto que tenía ritos y símbolos similares y en un pueblo como La Línea con tantas logias y masones, no era difícil que no se distinguiera a unos de otros.

Cuando llegó el año 1936, y tras la victoria del Frente Popular, Manuel ya había ingresado en el Partido Comunista y en la UGT, y los tres hermanos trabajaban en una lechería de Gibraltar que regentaba el linense Cipriano Barea Mendoza. Todos eran conocidos en el pueblo como de ideología izquierdista, aunque sin ocupar ningún cargo político que los señalara.

Tras el golpe de los generales fascistas el 18 de julio de 1936, y la resistencia que los jóvenes linenses opusieron el día 19 a la entrada de las tropas de regulares llegadas de Algeciras, los cuatro hermanos Corral Andrades huyeron de La Línea. Francisco, Andrés y José se refugiaron en Gibraltar, y Manuel se escondió en las huertas a la espera de que las fuerzas de la República recuperaran el poder en la localidad.

Francisco el sábado día 18 se fue a Gibraltar a trabajar en la lechería, y solo volvió a La Línea el martes 21 de julio, pero al comprobar que su mujer Josefa Expósito y sus dos hijos se habían marchado de su domicilio en la calle Castelar n.º 3, fue a reunirse con ella en el cortijo de las Canteras, en la vecina Guadiaro, donde ella tenía familia, en poder aún de los republicanos, y allí permaneció hasta mediados de agosto, pero ante el avance de las fuerzas franquistas se trasladó a Fuengirola permaneciendo cinco meses viviendo de la ayuda del Comité de refugiados y de algo de dinero que llevaba desde que salió de La Línea.

Cuando Francisco volvió el día 21, quizás no pudo saber la tragedia que comenzaba a cernirse sobre la familia. Porque su hermana María fue la primera que sufrió el zarpazo de la represión franquista. Su marido Rafael, aun estando enfermo, salió de su casa de la calle Pedreras el domingo 19 de julio con la intención de ir a trabajar: el Bar «La Aurora», situado en la céntrica calle Libertad (aunque la gente le seguía llamando Calle Real), no podía dejar de abrir el primer día de las Fiestas de la Velada, y Rafael quería estar en su puesto de trabajo; no sospechaba que desde la noche anterior estaban suspendidas. Pero «La Aurora» no abrió sus puertas aquel domingo y Rafael volvió pronto a casa para contarle a María las noticias que había oído y presenciado aquella mañana con la entrada en la población de las tropas de regulares al mando de oficiales golpistas de Algeciras y el breve pero intenso enfrentamiento que había tenido lugar, y cómo le habían aconsejado que se refugiara en Gibraltar para evitar ser detenido. Rafael cogió un hatillo de ropa, se despidió de sus hijos y se marchó a Gibraltar. Nunca atravesó la verja de la Colonia. Dicen que lo detuvieron y pasó uno o dos días en la Cárcel Municipal de la calle Granada, y que en una de aquellas noches lo sacaron en un camión con otros presos y fue fusilado en algún paraje cercano sin identificar. Rafael sigue desaparecido a la espera de que se abran las fosas comunes de La Línea y se identifiquen los restos de los represaliados. Su hijo menor, Rafael, que entonces apenas tenía un añito de vida y que aún vive a la edad de 89 años, espera morir después de ver recuperados los restos de su padre y enterrarlos dignamente al lado de su mujer y sus hijos.

Andrés Corral Andrades también cruzó la frontera y se exilió en Gibraltar con su familia durante muchos años. José Corral Andrades hizo lo propio el 18 de julio de 1936; se despidió de su madre Salvadora y salió de su casa en la calle Antonio Maura n.º 74 marchándose a trabajar a Gibraltar como todos los días, pero ya no regresó, embarcando para Málaga y alistándose en las Milicias Antifascistas de Málaga, ingresando en el Partido Comunista y luchando por la República hasta el final de la guerra.

Por último, el fatídico 19 de julio de 1936, Manuel se despidió apresurado de su madre Salvadora, con quien también vivía y se escabulló por detrás de la casa hacía las numerosas huertas que rodeaban al núcleo urbano de La Línea, permaneciendo escondido varios días hasta que pudo refugiarse en Gibraltar en compañía de otros comunistas que estaban huidos, como la futura capitana Anita Carrillo Domínguez, su marido José Torrealba Ordóñez, y un grupo de la sociedad de chóferes que estaban con ellos. De Gibraltar se embarcaron para Estepona (Málaga) e igualmente se alistaron en las Milicias Antifascistas, formando su propia Compañía miliciana -de comunistas linenses en su mayoría-, la 15ª Compañía o Compañía «Angel Mesa», que mandó Torrealba, y que formaría más tarde parte del mítico «Batallón México».

Los tres hermanos fueron detenidos y encarcelados al acabar la guerra. Manuel había terminado de capitán de la Compañía especial de Ametralladoras de la 221ª Brigada Mixta, y propuesto para Mayor de infantería, aunque no dio tiempo a aprobarse y hacerse oficial. José, lo hizo como delegado político del 206 Batallón de la 52ª Brigada Mixta, y propuesto para Comisario político de dicho Batallón, aunque ya tampoco dio tiempo. Por último, Francisco, que había seguido trasladándose de domicilio con su familia a medida que las tropas franquistas iban tomando ciudades malagueñas, terminó quedándose a vivir en la localidad valenciana de El Puig, donde se había instalado un cuñado, y allí estuvo trabajando de campesino hasta junio de 1938 en que, seguramente animado por sus hermanos, se alistó de voluntario en el Ejército Republicano, ingresando en la Intendencia de la 221ª Brigada Mixta que estaba en ese momento acuartelada en Adra (Almería).

Manuel, tras pasar por el Campo de concentración de Viator (Málaga), la Prisión de Almería, el Campo de concentración de La Almadraba (Rota-Cádiz), el Batallón de Trabajadores de Cádiz (antigua fábrica de Torpedos) y la Cárcel de La Línea de Concepción, fue condenado en Consejo de Guerra celebrado en dicha población a la pena de muerte por el delito de Adhesión a la Rebelión, a pesar de que no pudieron probar las graves acusaciones que pesaban sobre él, basadas en cartas escritas por «personas de orden» de cuando estuvo destinado en Adra. Su pena de muerte fue conmutada por la de 30 años de reclusión y comenzó su peregrinaje por media docena de cárceles: Cárcel de Jerez, Penal de El Puerto (Cádiz), Prisión de Hellín (Albacete), Penal-sanatorio antituberculoso de Cuéllar (Segovia) y Penal de Burgos, de donde salió en libertad condicional en 1951.

José, tras pasar por el Campo de concentración de Albatera (Alicante) y el Campo de Concentración-Prisión central de Porta Coeli (Valencia), fue llevado a la Cárcel municipal de La Línea, y de allí a la de Ronda y a la de Málaga, donde se terminó de instruir su Sumario. El Consejo de Guerra se celebró en la Prisión provincial de Sevilla y aunque el fiscal pedía para él, por el solo hecho de haber sido Delegado político durante la guerra, la pena de reclusión perpetua, finalmente fue condenado a diez años de prisión por un delito de «Excitación a la Rebelión». Debido a la lentitud con que se instruyó el Sumario, esta sentencia no se aprobó hasta enero de 1942, cuando ya llevaba preso casi dos años, por lo que pudo beneficiarse de un reciente Decreto aprobado por el régimen y José salió en prisión atenuada en marzo de 1942 domiciliándose en casa de su madre Salvadora, la ahora llamada calle General Sanjurjo n.º 74. Sus camaradas de Gibraltar prepararon un operativo para que escapara de La Línea y se exiliara en el Peñón, acción que acabó con éxito y José Corral Andrades se convirtió durante muchos años en uno de los máximos dirigente del Comité del PCE de Gibraltar.

Francisco fue represaliado doblemente. A pesar de acabar la guerra únicamente como soldado de Intendencia, fue denunciado como su hermano Manuel por presuntos desmanes y crímenes cometidos en Adra que no se pudieron probar, y el Consejo de Guerra, en contra de la petición desorbitada del fiscal, lo condenó a un solo año de prisión. Sin embargo, por no haberle comunicado la Sentencia en su debido tiempo, y pensar él que habría salido la petición del fiscal, estuvo en la cárcel un año más, saliendo en libertad de la Prisión Provincial de Cádiz, y tras haber pasado por la de Jerez y el penal del Puerto, en noviembre de 1941. Sin embargo, llevaba varios días en libertad con su mujer y sus hijos viviendo en la calle Castelar de La Línea, cuando fue detenido de nuevo: en el Sumario había declarado su pertenencia a la logia linense Minerva n.º 42, y el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo dictó orden de su ingreso en prisión. Fue sentenciado a doce años y un día de prisión que fue conmutado a la pena de seis años y un día, saliendo en libertad de la Prisión de Jaén en 1948.

Decir esta lista de cárceles, así sin más, no puede ocultar el enorme sufrimiento físico y moral por el que pasaron los prisioneros republicanos y presos antifranquistas en aquellos terribles años. El régimen de Franco, junto a las medidas de gracia para aliviar la inhumana masificación y hacinamiento de las cárceles, siguió con las ejecuciones de presos para dar escarmiento a los que quedaban en ellas, y a sus familias. Manuel estuvo condenado a muerte y durante meses vivió la lacerante tortura de imaginarse de si aquella noche sería la última, y el terrible dolor que atravesaría el pecho de Salvadora al conocer la noticia. Tortura y agonía que en su caso, como en la de los demás, se alargó de forma cruel, pues las autoridades penitenciarias tardaron ¡más de un mes y medio! en comunicarle la conmutación de la pena de muerte.

¡Cuántas veces cantaron los hermanos Corral Andrades, en sus años de cárcel, los versos de la «Marcha Fúnebre» por los cientos de camaradas que llevados a pasar su última noche en capilla, ya no los volvieron a ver más…!

Vosotros caísteis en lucha fatal,

amigos sinceros del pueblo.

Por él inmolasteis vuestra libertad.

Por él disteis el último aliento.

(…)
¡Dormid, hermanos, cubristeis de honor
la senda más noble y valiente!

María, viuda, pero sin poder decir que lo era -pues Rafael Chacón simplemente estaba «desaparecido»- y sus cuatro hijos pequeños, se fueron a vivir con su madre Salvadora, y comenzó el terrible sufrimiento por el que pasaron tantas familias de fusilados, señaladas, apartadas y condenadas al hambre y a la miseria, pero ella con el agravante de que sus hermanos se habían ido a la guerra y después estuvieron presos, y María se las vio y se las deseó para sacar adelante a su familia. En la Línea, a la mujer de un fusilado y hermana de rojos ya no le daban trabajo de limpiadora o de costurera, como antes, y María, que padecía de la enfermedad de Dupuytren que le dificultaba la movilidad de las manos, solo encontró trabajo en una lavandería de Gibraltar que terminó por agravarle aún más su dolencia.

La cruel represión franquista que, como los Corral Andrades, sufrieron, no solo los que defendieron con las armas la legalidad republicana durante tres años de guerra, sino también sus familias, es algo difícil de imaginar, que solo nos puede producir una indignación sin límites, y más cuando se sigue negando y silenciando, y aún quedan nietos y nietas que siguen queriendo identificar y recuperar los restos de sus abuelos que casi noventa años después siguen en fosas comunes, que no son sino pesadas losas sobre la memoria de un pueblo que solo, ¡solo!, grita y pide «Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición».

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NOTA: Mis especiales agradecimientos al linense y roteño Rafael Chacón Pozo, nieto de María Corral Andrades y de Rafael Chacón Partal, y sobrino-nieto de los hermanos Corral Andrades, por haber servido de intermediario con otros miembros de la familia y que a través suya han proporcionado datos e imágenes de interés para este trabajo.

* Las fotografías de la imagen del artículo corresponden, de izquierda a derecha, a María, Francisco, Manuel y José Corral Andrades, facilitadas por la familia.

** Puede ser de interés consultar las breves biografías escritas por Manuel Almisas Albéndiz:

Francisco Corral Andrades: corralandradesrepresaliadoslalinea.blogspot.com

José Corral Andrades: corralandradesrepresaliadoslalinea.blogspot.com

Manuel Corral Andrades: corralandradesrepresaliadoslalinea.blogspot.com

Rafael Chacón Partal: corralandradesrepresaliadoslalinea.blogspot.com

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Y otros textos sobre Manuel y José Corral Andrades publicados con anterioridad:

– «Breve aproximación histórica al desconocido Partido Comunista de España en Gibraltar (1936-1951)», de Manuel Almisas Albéndiz, disponible en: historiapcegibraltar.blogspot.com

 – «El comunista linense Manuel Corral Andrades, dado por muerto en el frente de Sierra Nevada -agosto de 1937», de Manuel Almisas Albéndiz, disponible en: batallonmexicolalinea.blogspot.com

– «El capitán linense Manuel Corral Andrades y la operación guerrillera del Fuerte Carchuna-Mayo de 1938», de Manuel Almisas Albéndiz, disponible en: batallonmexicolalinea.blogspot.com


Fuente → kaosenlared.net

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