Alberto Assa Anaví (Estambul, 1909) vivió intensamente la caída de la República de Weimar y la llegada de los nazis al poder. Alberto militó durante un tiempo en Alemania, pero las políticas antisemitas de Hitler lo llevaron a buscar refugio en su tierra natal. De vuelta en Turquía, recibe una llamada para unirse como voluntario a las Brigadas Internacionales. En 1937 aterriza en España, donde destaca por su dominio de idiomas y participa en la reconstrucción del PSUC. La resistencia clandestina durante la posguerra lo puso en contacto con Núria: su compañera, confidente y, más tarde, pareja.
El Turco y Núria pasaron los primeros años de relación bajo la lupa del régimen franquista. Alberto hablaba inglés, francés, alemán, español o catalán. Este cóctel lingüístico hizo que ocupase el cargo de secretario de comunicación en el nuevo PSUC. La Brigada Político-Social desarticuló hasta en dos ocasiones la dirección clandestina del partido y encarceló a sus principales líderes. El Turco ingresó en la Modelo de Barcelona, donde estuvo casi dos años. En 1943, las autoridades lo condenan a pena de muerte. Núria lo sacó de prisión y puso su vida en riesgo para salvar la de su futuro marido.
"Ella pertenece a una generación de jóvenes que se formó política y culturalmente durante la Guerra Civil. Esto marcó sin duda la relación de ambos", señala el profesor e historiador Fernando Hernández Holgado. Alberto llevaba meses planificando una fuga con cuatro de sus compañeros. Núria, mientras tanto, colaboraba desde fuera. "Ella falsificó las órdenes de liberación con la firma de las autoridades militares para conseguir que salieran por la puerta de la cárcel", recuerda el también autor de la tesis La prisión militante.
"Los dos pasaron un tiempo escondidos, pero finalmente dieron con mi abuela y la metieron en la cárcel de mujeres de Les Corts. Estaba embarazada y dio a luz entre rejas. Me han dicho que Alberto fue testigo de la detención", señala Eva Fortes, nieta del matrimonio. El Turco fue detenido a los pocos meses por la Policía en una pegada de carteles. La segunda condena la cumplió en Gran Canaria, donde volvió a sufrir en carne propia las atrocidades de la dictadura. "Tenía una oreja permanentemente torcida como consecuencia de las torturas recibidas. Le impusieron de nuevo pena de muerte por la fuga y la falsificación de documentos", continúa.
Núria puso rumbo a la isla nada más salir de prisión para intentar, otra vez, salvar a su compañero de aventuras. "Consiguieron una carta de la Cruz Roja para conmutar la pena de muerte por el exilio. En 1951, un contacto les sacó el visado y se marcharon a Colombia", precisa Eva Fortes. Alberto fundó varios colegios e institutos para niños en situación de vulnerabilidad y tuvo un papel importante como pedagogo. Murió en Barranquilla tras 44 años desterrado en el país.
Barcelona, un "hogar" donde "cerrar el círculo"
La hija pequeña del matrimonio –y madre de Eva– nació durante su exilio en Colombia. Núria y Alberto no podían volver de forma permanente a Barcelona "por mucho que quisieran", aunque visitaron varias veces la ciudad. Eva pasó su infancia y juventud en Estados Unidos, donde estudió literatura y lingüística. Los primeros recuerdos de la ahora investigadora en la Ciudad Condal pasan por la memoria de su abuela materna, fallecida hace 15 años.
Fernando Hernández Holgado aprovecha la ocasión para poner en valor la resistencia "silenciosa" de Núria durante toda la posguerra y los dos encarcelamientos del Turco. "La presionaron para que contase cómo había conseguido Alberto salir de la Modelo. El régimen siempre funcionaba de la misma manera, haciendo rehenes a las mujeres para que delatasen a sus maridos", denuncia el historiador.
Eva, tras una década de preguntas sin respuesta, dio con la ley de nietos, aprobada en 2007 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Esta norma permitió que muchos descendientes de españoles nacidos en el exilio pudieran adquirir la nacionalidad. "Tenía que demostrar que la huida había sido por motivos políticos o relacionados con la dictadura. Empecé a buscar documentación, imágenes y escritos", detalla la nieta de Núria y Alberto.
Teresa Pàmies había escrito mucho sobre la militancia durante la Guerra Civil y los 40 años de dictadura. Núria salía en alguno de sus libros y Eva los fotocopió para utilizar la literatura como prueba. La cineasta chilena Carolina Astudillo también aportó "muchos archivos", porque trabajó durante años en un documental sobre la líder republicana Clara Pueyo, amiga íntima de la pareja. Eva consiguió la nacionalidad hace diez años y le mandó toda la documentación a su hermano para que pudiera hacer lo mismo.
La actual Ley de Memoria Democrática también reconoce el derecho a reclamar la nacionalidad para las personas que hayan nacido en el exilio. Eva lleva una década viviendo y trabajando en Barcelona, donde ha formado su familia y está a punto de entregar su tesis doctoral. "Es una manera de cerrar el círculo y también una especie de homenaje. La ciudad se ha convertido en mi hogar, siempre había tenido esta conexión y ahora que vivo en el mismo barrio en el que vivieron mis abuelos, todavía la siento más fuerte", reconoce.
Fuente → publico.es
No hay comentarios
Publicar un comentario