En Mallorca, durante la Guerra Civil
En Mallorca, durante la Guerra Civil
Jaume Claret

Primogénita del cónsul italiano enviado a la isla en 1937, Fabrizia Ramondino recuerda los años de aprendizaje al interesante 'Guerra de infancia y de España'

  • Fabrizia Ramondino
  • Libros del Asteroide
  • Trad. Celia Filipetto
  • 504 páginas / 26,95 euros

La Guerra Civil Española bautiza un hecho histórico concreto pero, como todas las etiquetas, tiene limitaciones. Así, en gran parte de la geografía no existió guerra, sino sólo represión; en muchos sitios el protagonismo fue militar y con actuaciones poco civiles o civilizadas; y, sobre todo, en todas partes se implicaron gentes de más allá de las estrictas fronteras estatales. Quizás, ningún territorio muestra tanto este desajuste como Mallorca donde, pese a quedar rápidamente en manos de los rebeldes y con un único intento de desembarco republicano limitado a quince días, la violencia se desató con gran crudeza, capitaneada entre otros por el falso conde Rossi enviado por asegurar los intereses de Mussolini sobre la mayor de Baleares. Literariamente, ya lo explicó el católico conservador francés Georges Bernanos a Los grandes cementerios bajo la luna (publicado en 1938) e, históricamente, hace años que el padre Josep Massot i Muntaner marcó el camino.

En este concreto cruce se sitúa Guerra de infancia y de España. Las guerras son grandes aceleradores de transformaciones y, en el caso de la escritora Fabrizia Ramondino (Nápoles, 1936 - Gaeta, 2008), vemos cómo se solapaba el conflictivo despertar de la infancia en el mundo de los adultos con los ecos del conflicto bélico que transformaría la breve experiencia republicana española en una larga dictadura militar. Primogénita del cónsul italiano enviado a la isla en 1937, su experiencia biográfica le sirve de humus para una obra enriquecida literariamente con una mirada lírica y de clase, con personajes icónicos y especial sensibilidad por la anécdota y los sentidos .

Lengua y poder

La obra se construye en tres principales escenarios: diferenciados también por lengua, clase y protagonistas. Como señala en el prólogo Daniel Capó, este aprendizaje mallorquín marcó su vida y su carrera: "Todo esto era, para mí, una clara fuente de contradicciones, pero me revelaba, al mismo tiempo, la dinámica de las relaciones entre clases sociales, descubrimiento que desde entonces creo que ha condicionado mi vida”.

El primer ámbito se despliega en italiano en el espacio familiar –donde se incorporan los dos hermanos pequeños nacidos en Mallorca–, bajo el reinado de la madre –Pia Mosca– y, sobre todo, del padre –Ferruccio Ramondino–. Este matrimonio culto, cosmopolita y estiloso –ella lee Bernanos a escondidas, él viene de servir una década en Pekín– socializa con la élite isleña y le permite retratar unos estereotipos también recogidos por un Lorenzo Villalonga al mismo tiempo juez y parte.

El segundo escenario corresponde al traslado de los Ramondino a Ciudad, cuando la Segunda Guerra Mundial se decanta ya a favor de los aliados y cuando la protagonista ya no puede ser exonerada de una formación reglada. El paso como interna del Sagrado Corazón –en castellano, evidentemente– sitúa a las monjas y compañeras de aula acomodadas en las coprotagonistas de un primer despertar sexual confuso, pero también de las hipocresías sociales.

Y el último espacio es, a la vez, el más brillante estilística y el más interesante literariamente. Situado en Son Batle –una casa de campo en la actual Génova palmesana– y bajo la figura protectora de la Dida, será donde la pequeña Titia –alter ego de Fabrizia— entrará en contacto con las clases humildes, con la comida y las costumbres mallorquinas y, sobre todo, con la lengua y la cultura autóctonas. Ecos cercanos que facilitan la entrada –inexplicablemente tardía– a uno de los grandes nombres de la literatura contemporánea italiana.


Fuente → es.ara.cat

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