Colectivización y cine anarquista en España 1936-1939

Colectivización y cine anarquista en España 1936-1939
Alfredo González


Durante la Revolución Española de 1936 a 1939, uno de los acontecimientos más significativos fue la implementación de colectivizaciones agrícolas e industriales por parte de anarquistas que se oponían al régimen fascista de Francisco Franco.


Las colectivizaciones agrícolas surgieron principalmente en la región de Cataluña, Aragón y Levante, donde los campesinos se organizaron en colectivos para gestionar la tierra de forma colectiva. Esto implicó la expropiación de grandes propiedades rurales, muchas de las cuales pertenecían a terratenientes y partidarios del régimen de Franco. Los colectivos agrícolas generalmente estaban gobernados democráticamente en asambleas locales, donde los campesinos decidían la siembra, la cosecha y la distribución de los productos. Esta forma de organización tenía como objetivo acabar con las desigualdades sociales en el campo y promover la autosuficiencia local.

Se formaron al menos dos mil colectivos rurales autogestionados, se expropiaron más de quince millones de acres de tierra entre julio de 1936 y enero de 1938, y entre siete y ocho millones de personas se vieron directa o indirectamente afectadas por la colectivización en casi el 60% de la superficie terrestre del país. España afectada por este proceso (Breitbart 1979a: 60).

La colectivización fue voluntaria y generalmente siguió a una reunión de la aldea, en la que se tomó la decisión de agrupar las parcelas campesinas y los instrumentos de producción y las tierras tomadas a los terratenientes en una sola unidad de producción. Los artesanos, barberos y otros trabajadores no agrícolas también se agruparon en colectivos (Geurin, 1970).

Las colectivizaciones durante la Revolución Española estuvieron profundamente influenciadas por ideologías anarquistas, sindicalistas y comunistas libertarias, que defendían la autogestión, la igualdad social y la eliminación de las estructuras de poder capitalistas y autoritarias. Sin embargo, estas iniciativas enfrentaron desafíos importantes, incluida la propia guerra civil, la oposición interna de partidos comunistas y socialistas más moderados y la hostilidad externa de los regímenes fascistas y democráticos que apoyaban a Franco.

A pesar de su corto período de existencia, las colectivizaciones durante la Revolución Española representaron un experimento radical e inspirador de autogestión y democracia directa, destacándose como un ejemplo histórico de cómo los trabajadores y campesinos pueden organizarse para impugnar el poder establecido y reorganizar la sociedad en una sociedad. manera más justa e igualitaria.

Además de las colectivizaciones agrícolas, también hubo experiencias de colectivización industrial, especialmente en Cataluña y otras zonas urbanas. Las fábricas e industrias fueron tomadas por los trabajadores, que formaron comités de gestión para gestionarlas colectivamente. Estos comités estaban formados por trabajadores y técnicos especializados, buscando mantener la producción aboliendo las jerarquías tradicionales y buscando una redistribución más justa de los recursos y ganancias:

…la revolución no se limitó a las zonas rurales: los trabajadores urbanos (“trabajadores”) implementaron “uno de los experimentos más largos y extensos llevado a cabo íntegramente por trabajadores en la producción industrial” en la historia, reestructurando la vida económica y social en torno a los sindicatos (Amsden, 1979). , pág.99).

El sector del entretenimiento, el teatro y el cine, fue uno de los aspectos más destacados de la colectivización urbana. A continuación se muestra un texto sobre el tema, escrito por Alfredo González.

Cine anarquista 1936-1939

Cuando en julio de 1936 los trabajadores salieron a las calles para impedir el golpe militar, no se contentaron con volver a la legalidad republicana, sino que comenzaron a poner en práctica el mundo que llevaban en el corazón.

En el campo de la propaganda y la cultura, redoblarán sus esfuerzos, esta vez sin los impedimentos de los poderes establecidos y de las fuerzas reaccionarias. Utilizan todas sus herramientas culturales habituales, además de dos herramientas casi completamente nuevas para ellos: la radio y el cine.

Con el cine, el anarquismo hispano tuvo una gran relación, ya que muchos de los trabajadores de la escasa industria cinematográfica española eran activistas libertarios; Algunos trabajaron fuera del país, pero no pudieron hacer películas propagandísticas, salvo el caso particular de “Las Hurdes, Tierra sin Pan”, documental rodado por Luis Buñuel en 1933 gracias al dinero aportado por su amigo Ramón Acín, un pintor anarquista que ganó 20.000 pesetas en la lotería.

El cine será colectivizado por los sindicatos al inicio del conflicto de 1936. Entre el 20 y el 25 de julio, los trabajadores del espectáculo público de la CNT se apoderan de las salas y los estudios cinematográficos. Se crea una comisión técnica para preparar un proyecto de colectivización del sector. Pero la verdad es que no había mucho que colectivizar; Además de las salas de exposición, algunos estudios en Barcelona, ​​Valencia y Madrid, y poco más. Es importante el marco de garantías sociales que se establezca: prestaciones de enfermedad, invalidez, vejez y desempleo forzoso. También se consideran las condiciones de los espectadores y se eliminan las propinas y la reventa de entradas.

Se inició la producción de cortometrajes propagandísticos y, poco a poco, se fue consolidando una auténtica industria cinematográfica, con largometrajes documentales o de ficción, en cuyo caso se abarcaban casi todos los géneros: drama, comedia, intriga, musical... Desde las filas del de los sindicatos surgen excelentes cineastas; Algunos, como Fernando Mignoni o Louis Frank, proceden de otros países atraídos por la revolución y sus posibilidades artísticas.

Un caso muy particular en el cine de nuestro conflicto es el de Armand Guerra. Su verdadero nombre era José Estívalis y participó en varios proyectos cinematográficos, primero en Europa y luego en España. Además de trabajar como guionista y director, publicó varios artículos sobre cine e intentó crear una productora. El estallido de la guerra le llevó a rodar en Madrid la película “Carne de fieras”. Termina apresuradamente el rodaje y, sin editar lo filmado, avanza. Sus experiencias fueron publicadas en el libro “A través de la Metralla”. Su producción se ha perdido, aunque gran parte de su metraje ha sido utilizado en otras películas, como seguramente ocurre con las tomas que tomó de la comunidad de Brihuega, utilizadas en “Amanecer sobre España”, un documental propagandístico de 1938, con versiones en Español, Inglés y Francés.

Hay varios cientos de películas producidas por libertarios en el período 1936-1939. Lamentablemente sólo nos han llegado unos sesenta, y algunos de ellos sin sonido o incompletos.

De la variada producción cinematográfica libertaria queremos destacar el cortometraje “Bajo el signo libertario”, de 1936, que combinando escenas documentales con otras protagonizadas por actores, narra la labor de los cineastas en la guerra y la revolución. Es un homenaje a una profesión que, en momentos serios, se esforzó por entretener, educar y hacer soñar a la población.

 


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