De la República a nuestros días: un paseo por la Sevilla resistente
De la República a nuestros días: un paseo por la Sevilla resistente
Olivia Carballar 
 
Cartel en la Casa del Pumarejo, declarada monumento en 2003.
Un libro recoge un recorrido por una Sevilla que resistió, que intentó, de múltiples maneras, hacer frente a los golpistas que se rebelaron contra la República.

 

Con los labios pintados, una palestina al cuello y una amplia mirada que irradia luz. “El viernes iré a ver Pequeñas cartas indiscretas”, le dice Paqui a dos mujeres antes de comenzar el acto. “Va de un pueblo en Inglaterra donde empiezan a recibir cartas con insultos y todos piensan que ha sido una mujer”, continúa explicando a las dos mujeres, que atienden sin pestañear. “Hasta que ellas, las mujeres, van tejiendo alianzas”, finaliza Paqui, que además de los labios pintados y –últimamente– la palestina, siempre lleva en su outfit dos prendas imprescindibles para vivir este tiempo: la alegría y la resistencia. Paqui y las dos mujeres, y unas decenas de personas más, han acudido a la presentación de un libro que va también de resistencia, de otro tiempo pero también de este, en un lugar que encarnó y sigue encarnando la resistencia ciudadana: el Pumarejo, en Sevilla. 

El libro se llama Paseando por la Sevilla resistente. Experiencia de interpretación urbana de la defensa popular ante el golpe militar de 1936. Editado por el Grupo de Trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT, su autor es Gonzalo Acosta Bono, geógrafo-urbanista ya jubilado, coordinador de la página web Todos los nombres. “Un mes de julio, sábado y en Sevilla. Era como para estar durmiendo la siesta”, bromea Acosta, desafiando los tópicos, en la presentación de la obra. No sin intención. 

El plano del recorrido por la Sevilla resistente.
 

Con todos los condicionantes adversos, hubo una Sevilla que resistió, que intentó, de múltiples maneras, hacer frente a los golpistas que se rebelaron contra la República, contra sus avances. Y ese es el eje del libro, que nace de los paseos en directo con diferentes colectivos a lo largo de los últimos años, el más reciente con un grupo de personas que, desde Portugal, venían buscando las huellas de Saramago y Lorca. “Saramago siempre nos dio su conocimiento y humanidad”, destaca el autor del libro. 

En nueve paradas por el casco histórico de la capital andaluza, el paseo, como recurso, como instrumento para mostrar la realidad, trata algunos aspectos que definen la situación vivida en aquellas fechas y sus consecuencias. Y hay muchas cuestiones que recuerdan a nuestro ahora: el poder de la iglesia, la lucha por los derechos laborales, el feminismo…

El recorrido es temático: así, según la historia de cada lugar, en cada estación se aborda un conflicto o un asunto. Acosta insiste, además, en que no sólo las personas sufrieron la represión entonces, como recoge más específicamente, por ejemplo, la parada de la muralla de la Macarena, donde se fusilaron a quienes fueron directos al cementerio. “La represión también afectó a la propia ciudad, que vivió un derribo intencionado por haber sido resistente”, dice sobre la transformación del barrio de San Julián. 

Gonzalo Acosta, en un momento de la presentación.
 
La vivienda como problema
 

En la pantalla, en este paseo virtual, visitamos esta tarde, en primer lugar, la Plaza de San Martín. Acosta explica los diferentes tipos de casas que había: una casa de una familia noble, un corral de vecinos y una casa de pisos de principios del siglo XX. La propiedad está muy concentrada. “Desde los años 20 hay un movimiento ciudadano que se organiza contra las condiciones de la vivienda”, dice en el mismo lugar, el Pumarejo, donde desde hace años se reúne la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Sevilla, la PAH. “Y realizaban acciones de mucha contundencia, como el entierro simbólico de los propietarios, llevar ataúdes hacia la casa del propietario, que ahora se llamaría escrache”, prosigue. En el 36 había, además, una huelga de inquilinos. Todo lo que va contando suena a presente en un casco histórico, hoy, completamente gentrificado y “bartrificado”, como han acuñado en el lugar.

“Esta casa tiene la misma catalogación que la Giralda: Monumento”, se puede leer en el interior de la Casa del Pumarejo. David Gómez, integrante de la Asociación Casa del Pumarejo, realiza un breve repaso de lo que ha supuesto y supone hoy ese espacio que, pese a todo, ha resistido también a la especulación. 

“Es una casa palacio que se convierte en una casa de vecinos a finales del XVIII y luego adquiere también otros usos en el siglo XIX. En 2000, los propietarios la quieren vender para hacer lo que se llevaba antes, un hotelito con encanto. Los vecinos que aquí vivían decidieron que querían seguir viviendo aquí. Y en 2003 se declara monumento, no solo por sus valores físicos, históricos, sino también por la diversidad de sus usos”. 

La represión de las mujeres

Allí, en la Casa del Pumarejo, también luce un azulejo en honor a Isabel Atienza, vecina del barrio, madre de Saturnino Barneto Atienza, miembro del Partido Comunista de España en Sevilla. Fue asesinada el 9 de septiembre de 1936 de un tiro en la cabeza. ”La mataron como a muchas otras mujeres que iban buscando información sobre sus hombres”, cuenta Acosta, que cita el trabajo imprescindible de Pura Sánchez sobre la represión específica del franquismo a las mujeres. De eso va esta parada. 

Sobre la pantalla se proyecta ahora un vídeo de hace más de una década, de cuando un grupo de mujeres, vestidas de riguroso luto, entraron en la basílica de la Macarena, a escasos pasos de donde se presenta este libro, y depositaron sobre la tumba del golpista Queipo de Llano una corona de flores con la siguiente inscripción: “Las mujeres no olvidamos. 1936-2013”. Después, en la calle, sobre una réplica de esa tumba, bailaron y taconearon sin cesar

Paqui, la mujer que recomendaba una peli al principio, que hablaba de la sororidad, de la importancia de tejer alianzas, no quita ojo. Ella fue quien gritó, mientras Queipo de Llano abandonaba la Macarena en noviembre de 2022, tras la batalla del movimiento memorialista: “¡Honor y gloria para las víctimas del franquismo!”. Aquella madrugada, Paqui iba más abrigada que esta tarde primaveral, pero con la misma alegría y resistencia de siempre. Hablamos, claro, de Paqui Maqueda. «Pedimos verdad, justicia y reparación. Y, muy importante, las garantías de no repetición, que no se olviden. Que estamos viendo que en cualquier momento vienen los fascistas», dice esta tarde de abril, a escasos días del 93º aniversario de la II República.

Paquii Maqueda hace una semblanza del autor del libro. 
 

Fuente → lamarea.com

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