
Esta cifra de personas que llenaban hasta los topes el barco y que lo escoraron peligrosamente a babor a lo largo de toda la travesía, todavía es ampliada a más de tres mil viajeros según diversas fuentes
Tras la batalla de Teruel (diciembre de 1937 – febrero de 1938), las tropas franquistas también se impusieron en la ofensiva del Ebro (julio-noviembre de 1938), por su superioridad material, ante un ejército republicano mal abastecido a causa del cierre de la frontera francesa, que les impidió abastecerse, y del cambio político internacional surgido del pacto de Múnich, que dejaba la República en manos de los enemigos.
A pesar del éxito de los planes de retirada escalonada de Negrín y Rojo hacia los puertos mediterráneos, determinados factores (golpe de Casado, deserción de la flota de Cartagena, rendición de Menorca, caída de Madrid) deshicieron las expectativas republicanas y los frentes se hundieron . La única esperanza de fuga se encontraba en los puertos de la Meditarránea.
Tres días después de la deserción de la flota republicana, el 5 de marzo de 1939, la armada franquista bloqueó toda la zona mediterránea y el acceso de barcos a los puertos quedó prácticamente paralizado. Sin embargo, cuarenta embarcaciones de varios tipos consiguieron esquivar el bloqueo y hacer llegar a más de 10.000 personas a las costas norteafricanas.

En esta hazaña fue sin duda el Stanbrook , un barco mercante de escaso tonelaje, el que logró una proeza mayor, tanto por su envergadura en el plano humano como por las dificultades superadas durante la peligrosa travesía, una auténtica odisea llena de riesgos en la que estuvo a punto de zozobrar varias veces debido a la enorme sobrecarga humana. Se añadía la dificultad de evitar la flota y los bombardeos franquistas. Si la nave llegó a destino fue gracias a la habilidad de su capitán, el galés Archibald Dickson.
El Stanbrook , un buque de la naviera France Navegation , que pertenecía a una de las compañías pantalla que tenía la república para abastecer la zona republicana, debía cargar tabaco, naranjas y azafrán en el puerto de Alicante, pero su capitán, pasmado ante el drama de miles de republicanos hacinados en el puerto desesperados por salir del Estado español huyendo de las represalias, optó por embarcar al mayor número posible de personas. Así, zarpó rumbo a Orán el 28 de marzo de 1939, a las once de la noche y sin luz alguna para no ser detectados por los barcos franquistas. Llevaba a bordo a 2.638 personas en un espacio previsto para una veintena de tripulantes.

Archibald Dickson , un marinero galés al que la humanidad y el coraje convirtieron en la única persona que superó el bloqueo de la armada franquista. Según relataron los testigos, desde el barco se oyeron las detonaciones. Fue el último bombardeo sobre la ciudad de Alicante; esto, sin embargo, ya no quedó grabado.
De ese viaje, de aquellos últimos días de la Guerra Civil vividos en el puerto de Alicante, nos han llegado pocos testigos. Uno de ellos fue el de Helia González, a sus 82 años. Vivía en Elche, donde nació y donde vivía con su familia hasta que se vieron forzados a marcharse. Su padre, republicano, tenía una muerte segura si se quedaba. Mamá, papá, ella, que tenía 4 años, y su hermana pequeña, de 2 años, hicieron cola durante horas para subir al barco. Helia tenía grabados en la retina todos los detalles de ese viaje:
«Al capitán Dickson le recuerdo como si la estuviera viendo ahora. Saludaba a cada persona que subía y le indicaba adónde tenía que ir. A mí me cogió en el brazo, me dio un beso en la mejilla, y me depositó dentro del barco».

Embarcar en el Stanbroock fue al principio ordenado, pero al final se convirtió en un caos. El casco se llenó desde las bodegas hasta la cubierta. Viajaba hundido por debajo de la línea de flotación. Era difícil encontrar sitio:
«¿Dónde nos poníamos? Menos mal que encontraron que había un gran baúl donde nos sentamos mi madre y yo, mi hermanita en el brazo de la madre y mi padre dando vueltas. Recuerdo que todo estaba lleno y recuerdo a un grupo de jóvenes que cantaban: “ya se va el vapor, el vapor, el vapor ya se va”».
En marzo del 2015, Helia González escribió unas palabras para Diari la Ve :
«El 28 de marzo de 1939 alrededor de 3.000 personas salimos del puerto de Alicante con un barco carbonero, el Stanbrook […] El Capitán Dickson y su veintena de tripulantes nos llevaron al puerto de Mers-el-Kebir, en Orán […] Las condiciones de hacinamiento, de frío, de hambre, de miedo, de inseguridad por un futuro incierto configuraban nuestra situación. Pero asimismo era la única esperanza que nos quedaba […] El sufrimiento de los hombres en los campos de concentración fue indescriptible, la vida de las familias en Argelia que ya se preparaba para sufrir la felonía del Mariscal Petain y la segunda guerra mundial , fue de miseria y de dolor. Muchos españoles emigrantes y muchos franceses ayudaron a los exiliados que llegaron finalmente, a llevar una vida digna.
Nos habíamos liberado de la represión franquista… seguro que había merecido la pena.
Gracias por su recuerdo.
Helia»

Cabe decir que no existe un listado «oficial» de embarque en Alicante que, si bien en un principio se hizo con cierta documentación facilitada por las autoridades republicanas, al final, el capitán Dickson se vio totalmente desbordado por la situación y dio paso libre para el embarque general con la intención de salir lo antes posible del puerto para evitar un desastre mayor dadas las circunstancias.
Esta cifra de personas que llenaban a rebosar el barco –como queda inmortalizado en la foto de llegada– y que la escoraron peligrosamente a babor a lo largo de toda la travesía, todavía es ampliada a más de tres mil viajeros según diversas fuentes . En realidad, este listado hecho por las autoridades francesas y archivado en los «Archivos nacionales franceses de Ultramar» está confeccionada a lo largo de los 40 días que Stanbrook estuvo anclado en el puerto y las semanas siguientes, a partir de la documentación acumulada por los diversos desembarcos más o menos controlados realizados a lo largo de los días y por varios motivos. Se sabe que al día siguiente de la llegada hubo un primer desembarco de mujeres y niños, y en los días siguientes continuaron los desembarcos de personas mediante el aval de familiares residentes en Orán, influencias políticas… Los seis primeros días desembarcó prácticamente la mitad de los refugiados republicanos.
El capitán Dickson escribió en una carta dirigida al director del diario Sunday Dispatch, fechada el 4 de abril, seis días después del embarque:
«En este momento los refugiados llevan a bordo seis días, ahora habrá unos mil quinientos. Se han realizado gestiones porque las autoridades locales les suministran pan. Antes de que desembarcaran las mujeres y los niños, los oficiales de la nave y yo mismo les dimos algún suministro 'extra' como chocolate, leche, caramelos… Los hombres siguen a bordo. Su aspecto es verdaderamente patético, sobre todo porque no se pueden lavar ni afeitar. Ninguno ha podido ni siquiera cambiarse de ropa».
A partir de ahí, el desembarco se hizo muy lentamente, previa identificación, dada la «peligrosidad» atribuida por las autoridades francesas a los 1.500 hombres que quedaban a bordo, muchos de ellos todavía con armas cortas. Los últimos desembarcos se realizaron a finales de abril. Luego se «desinfectó» el barco, que finalmente zarpó del puerto de Orán el 10 de mayo, 40 días después de su llegada, con destino a Casablanca.
Stanbrook Dickson simboliza esta tragedia por ser el último barco «abierto» que evacuó a republicanos de todo tipo y condición: civiles, militares, políticos, sindicalistas, funcionarios, familias enteras, etc., gracias al humanismo y heroísmo del capitán quien, fuertemente impresionado por la desesperación del gentío inmenso que a lo largo del día 28 de marzo se amontonaba ya en el puerto de Alicante, decidió personalmente acogerlos en su barco, contraviniendo las órdenes del armador, y partir hacia Orán.

Después de tan penosa y larga experiencia, no imaginaban que su destino inmediato sería el internamiento en campos de refugiados, auténticos campos de concentración bautizados de manera eufemística por las autoridades francesas como centros de recepción ; en realidad, campos de trabajos forzados en los que los exiliados sufrieron condiciones infrahumanas, maltrato y vejaciones de toda clase, al ser considerados por los conservadores franceses como una chusma de peligrosos revolucionarios, cuando no elementos muy peligrosos —comunistas y anarquistas— que fueron a parar directamente en presidios como el de Kasserine o Fort Lyautey (hoy Kenitra).
Sin embargo, la situación aún fue a peor con la capitulación y la posterior colaboración de la Francia de Pétain, y no empezó a mejorar hasta la liberación del territorio por parte de los aliados.
El último episodio de esta hazaña del Stanbrook tuvo lugar el día 18 de noviembre de 1939 cuando fue torpedinado desde muy corta distancia por el submarino alemán U-572, bajo el mando del Korvettenkapitán Claus Korth en la bocana del puerto de Amberes , en Mar del Norte, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El Stanbrook , partido en dos por el impacto, se hundió en pocos minutos y arrastró a los 20 tripulantes, incluido el capitán Dickson. No hubo ningún superviviente.

El capitán Dickson y la tripulación del Stanbrook reposan en la bocana del puerto de Amberes, en las coordenadas 51'21 N – 2'25 E, a escasamente 20 m. de profundidad.
Al llegar la noticia del trágico final del Stanbrook y su tripulación en los campos de concentración y de trabajo de Argelia donde estaban recluidos la mayoría de los refugiados republicanos, éstos prolongaron las formaciones en silencio, a los toques de reproche, como homenaje al barco ya su tripulación.
Fuentes: Rafa Arnal, « 80 aniversario de la odisea del Stanbrook », Diario La Voz, 2019 / Pepa Ferrer, « El Stanbrook, el barco que burló a la armada franquista lleno de refugiados de la guerra », ccma , 2018 / « Stanbrook, 1939. El exilio republicano hacia el norte de África », Universidad de Valencia, 2015
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