¿Para qué sirve la Ley de Memoria Democrática en España? Es de facto una ley de “postureo”, una ley para parecer que se hace algo sin hacer nada.
Todos nos hacemos desde hace algún tiempo la misma preocupada pregunta: ¿para qué sirve la Ley de Memoria Democrática en España? ¿En su cumplimiento qué actuaciones se han llevado a cabo? ¿Cómo es posible aún no se hayan retirado de los espacios de reconocimiento público más de 70 monumentos de exaltación del fascismo que todavía hay en España?. La respuesta a la pregunta por la utilidad de esta Ley que -no lo olvidemos- está en vigor desde el 2022 nos la proporciona esta información: el Secretario de Estado de Memoria Democrática, el señor Martínez López, considera que cantar el himno fascista Cara al Sol en actos públicos no vulnera la ley de Memoria Democrática.
La ley de Memoria Democrática es de facto una ley de “postureo”, una ley para parecer que se hace algo sin hacer nada. Fíjense en esta relación, en la cantidad y extensión territorial de monumentos y cruces de caídos fascistas que continúan erguidas por casi todo el territorio del estado español.
Así realizada, la pregunta sobre la utilidad de esta ley es retórica, ya que para estar bien hecha ha de reformularse en otra dirección, señalando hacia “otro” objetivo de beneficio. La ley de memoria democrática con su redacción intencionadamente anfibológica -así lo han señalado varios abogados expertos en “Memoria Antifascista” (ese sería el hombre históricamente correcto)- ha servido para amparar judicialmente a grupos neonazis, cuyas cómodas y “facilitadas” actividades han convertido a España en el nuevo santuario europeo del neofascismo.
Para finalizar. Mi interpretación sobre la intencionalidad real de esta ley de la Memoria democrática es la siguiente: su técnica jurídica se ha puesto al servicio de un objetivo político doble y perverso: por un lado reducir durante algún tiempo el enfado de la izquierda a la izquierda del PSOE y por otro alentar, sin que lo parezca, el crecimiento del espectro político que va desde la ultraderecha hasta el neofascismo, espectro que antes o después deposita su voto útil en las candidaturas de Vox. Que la ultra derechizada derecha española esté dividida, está bien, pero que al servicio de este buen objetivo político se ponga una ley como esta, no está tan bien.
Fuente → nuevarevolucion.es
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