Gracias en buena parte a documentación gráfica inédita recogida en el libro, se observa el interés de hacer visibles varios jerarcas militares y autoridades del régimen que tomarían el mando de la ciudad. En primera fila de la misa del 27 se observa el general Juan Yagüe, pero hay codazos para salir en la foto y en la ceremonia del día siguiente se ven también el general José Solchaga y los principales nombres del futuro consistorio , entre ellos el alcalde Miquel Mateu vestido de militar. "Pero no tienen suficiente y el día 29 hacen una tercera misa, esta ya sí con un altar y un santcristo", explica Capdevila. La del 29 es la misa del general Eliseo Álvarez-Arenas.
Si bien en el imaginario colectivo ha quedado la llegada de los blindados por la Diagonal –Franco vino por primera vez en febrero siguiente y protagonizó el coreografiado desfile de la victoria sobre un descapotable, con el brazo alzado y una salida al balcón en el edificio de la Diagonal, 508–, las tropas entraron simultáneamente y de forma coordinada por otros dos flancos, el marítimo (subiendo por Montjuïc) y el del Tibidabo, bajando por la avenida de la República Argentina. Los ejes procedentes de Esplugues y de Collserola se encontraron en la plaza del Cinc d'Oros y confluyeron al mediodía con lo que venía de Montjuïc en la plaza de Catalunya.
Saqueos e incendios
Capdevila remarca que hasta el día anterior, el 25 de enero, hubo bombardeos aéreos sobre la ciudad, con afectación en el frente litoral, en la falda de Montjuïc; bombardeos que se habían iniciado en febrero de 1937 en el marco de un acoso sistemático de Barcelona. “El 25 por la tarde-noche y el 26 por la mañana son las horas de vacío de poder; esta idea llega a la ciudad y se producen saqueos y asaltos en los almacenes, de los que no se tenía mucha constancia, por el hambre y la desesperación”, explica la historiadora. También ocurren los últimos incendios, fuegos provocados –según testimonian los informes de los bomberos–, para quemar papeles y evitar que caigan en manos de los rebeldes.
No consta ni gráfica ni documentalmente que hubiera ninguna pequeña disputa de resistencia dentro de la ciudad. "La entrada es plácida", constata Capdevila. Después de la plaza de Catalunya se llegan a la de Sant Jaume y ocupan las instituciones.
En las imágenes aparecen multitudes en las misas y en la llegada de los franquistas, con restos evidentes de escombros de los bombardeos. “Debemos tener en cuenta el agotamiento de la gente que el 26 de enero aún resiste en la ciudad. Mucha se había ido y otros muchos habían muerto. Quienes quedan están absolutamente fatigados de aguantar bombardeos sistemáticos y de pasar hambre. Con la llegada de las tropas respiran. ¿Significa esto que sean franquistas? No, aunque franquistas también había, evidentemente”, reflexiona Capdevila, que añade que en muchas memorias personales de quienes lo vivieron se explica que recibieron la entrada franquista con las contraventanas cerradas. “La realidad de una Barcelona republicana que recibe a los franquistas a regañadientes también está ahí.”
Por otra parte, la documentación gráfica existente sobre esa semana se concentra en los hechos ocurridos en la parte central de la ciudad, ya que hay escasas referencias sobre lo ocurrido en aquellos días de invierno sólo dos calles más allá.
Barcelona, enero de 1939. La caída repasa el fin de la guerra en la ciudad y la apertura de la Barcelona franquista y completa una trilogía que arranca con Topografía de la destrucción. Los bombardeos de Barcelona durante la Guerra Civil (1936-1939) (2018), de Capdevila y Laia Arañó, y Barcelona en posguerra, 1939-1945 (2014), con Eulàlia Pérez Vallverdú.
Fuente → elpuntavui.cat
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