Sobre el Autor Albert Portillo
A nivel europeo, el auge de la extrema derecha nazi-fascista en Alemania y Austria, además de las guerras coloniales de la Italia de Mussolini, marcaría el tono de los debates estratégicos de las izquierdas y el movimiento obrero. La propuesta del Frente Popular emanada del VII Congreso de la Internacional Comunista en 1935 planearía como horizonte posible. Pero sería la situación política generada por el Octubre de 1934 la que inspiraría el Frente Popular en España y el Frente de Izquierdas en Catalunya. Un contexto en el que el BOC, y por ende Maurín, jugaría un papel no menor, especialmente en Octubre de 1934, para radicalizar la República y rearticular las izquierdas.
La política unitaria del BOC, la Alianza Obrera y el Frente Popular muestran un conjunto de convergencias y divergencias que ponen sobre la mesa las diferentes concepciones sobre las políticas de alianzas. Sobre estas, Maurín intervino en términos teóricos y estratégicos, iluminando así las condiciones ibéricas para la hegemonía de la clase obrera.
El BOC: ¿una chispa del frente popular?
Uno de los hechos más característicos del Bloc Obrer i Camperol, la formación fundada en Terrassa en 1931, radica en su política unitaria, como ha destacado Josep Lluís Martín i Ramos:
"La política unitaria del BOC fue, (...), el aspecto más destacado de su actuación (...). Fue también su aportación más positiva a la historia del movimiento obrero."[i]
Una política unitaria pensada, por un lado, para abarcar el conjunto del movimiento obrero, profundamente escindido entre anarquistas de la FAI y sindicalistas trentistas, como Peiró o Pestaña, entre comunistas y socialdemócratas; y, por otro lado, dotarlo de una personalidad propia que lo liberara de la tutela del progresismo republicano. Aquí residirían las grandes obsesiones de Maurín: dotar a la clase obrera de su propio partido político para que fuera capaz de formular sus propias soluciones y no las del republicanismo de centro izquierda, frente al fascismo, la crisis del 29, la concentración de la tierra o las reformas sociales.
El Bloc desplegaría esta política unitaria sobre todo a partir de la plataforma de la Alianza Obrera, obteniendo una repercusión directa en los eventos ocurridos en Catalunya en octubre de 1934 e inspirando una política de alianzas, un éxito indirecto, en la Comuna de Asturias. De hecho, Martín i Ramos llega a considerar esta política unitaria como un precedente del pacto de unidad entre fuerzas obreras que dará a luz al PSUC[ii]. En este sentido, cuando los dirigentes del PCE, José Díaz y Dolores Ibárruri, propongan, el once de septiembre de 1934, el ingreso de este a las Alianzas Obreras, lo harán, en palabras de Díaz, afirmando que: "hoy las Alianzas son un comienzo de frente único."[iii]
Ciertamente, no se pueden obviar las diferencias en la política de alianzas expresada en el frente único frente a la del frente popular, visibles en el contorno de fuerzas que participaron en la Alianza Obrera, en un caso, y en las ausencias, bien visibles en el Frente Popular o el Frente de Izquierdas. Porque en el primer caso tenemos un bloque popular dirigido por las organizaciones de la clase obrera que en Catalunya se concretaban en el BOC, la Unión Socialista de Catalunya, el PSOE, la UGT, los Sindicatos de Oposición y la Federación Sindicalista Libertaria, la Unión de Rabassaires y, finalmente, el Partido Comunista de Catalunya[iv]. En el segundo, se trata de un bloque dirigido por el republicanismo progresista: ERC, Acció Catalana Republicana, Partit Nacionalista Republicà d’Esquerra, el Partit Republicà d’Esquerra con la adición de las organizaciones obreras: la USC, el POUM, el Partit Català Proletari, el Partit Comunista de Catalunya y la Unió de Rabassaires.
La nota común radica en la ausencia de la principal organización obrera en ambos bloques, la CNT. Esto condenaba a la pasividad a la clase obrera, limitando el dinamismo de la Alianza Obrera, mientras que en el caso del Front d’Esquerres reducía su participación al mero voto testimonial. En cambio, cuando la participación obrera, a través de su principal organización, se verificó, convirtió a la Alianza Obrera en un polo revolucionario en Asturias, contra el gobierno de extrema derecha surgido de las elecciones de 1933 y en el caso del Front d’Esquerres significó la presencia de dirigentes anarquistas en un gobierno, el de la Generalitat, en medio del proceso de redistribución de la riqueza más espectacular de toda Europa, el programa de colectivizaciones del verano de 1936.
Quizás por eso no sea tan fácil como considera Ricard Vinyes afirmar que lo que Maurín "llamó 'segunda revolución' o 'revolución democrático-socialista', básicamente coincide con la formulación del frente popular anunciada por Dimitrov."[v] Pero ciertamente son innegables algunos aspectos comunes.
Juegos de espejos entre Frente Único y Frente Popular
Para Maurín, la unidad de acción de la clase obrera, el Frente Único,
debía concretarse, como defenderá entre 1931 y 1932, en la unidad de
acción entre comunistas y anarcosindicalistas, entre el BOC y la CNT,
como garantía de un martillo capaz de golpear al fascismo. Amenaza
entreverada con el golpe frustrado de Sanjurjo el 10 de agosto de 1932:
"Toda la estrategia política en esta hora grave de la revolución española debe consistir en concentrar las fuerzas obreras y, como consecuencia, atraer o neutralizar a la pequeña burguesía.”[vi]
Para que de esta manera la clase obrera se convierta en“el eje de la situación". De tal manera que en la política de alianzas el protagonismo, el ímpetu, las ideas y el programa correspondan a la clase obrera en lugar de las más moderadas y pudientes clases medias o pequeña burguesía. En palabras de Antoni Monreal, lo que "se juega en la alianza necesaria entre movimiento obrero y pequeña burguesía, es el primero el que debe obtener la hegemonía."[vii]
El BOC desplegaría, en consecuencia, una política unitaria con esta vocación iniciando en febrero de 1933 una conferencia de unidad sindical para abordar el problema del desempleo. En julio de 1933 propondría a las diferentes organizaciones obreras una Alianza contra el Fascismo y en diciembre del mismo año constituiría la Alianza Obrera de Catalunya con un medio, Adelante, dirigido por Maurín. Teniendo presentes las tradiciones organizativas del movimiento obrero catalán y español, como observaría Maurín:
"los países de Occidente de Europa, y entre ellos el nuestro, poseen una tradición organizativa con la que hace falta contar. La originalidad de la Alianza Obrera radica en que se fundamenta sobre las organizaciones existentes."[viii]
Todas estas plataformas demostrarían la capacidad no solo de sentarse para escribir un programa conjunto entre diversas organizaciones del movimiento obrero sino también, y más importante, la capacidad de demostrar su fuerza social. En concreto, con la convocatoria en Catalunya de una huelga de solidaridad con los trabajadores madrileños el 13 de marzo de 1934. De manera más espectacular, durante la misma insurrección de octubre, estableciendo la sede de la Alianza ocupando el edificio de Foment del Treball.[ix]
Al llegar a octubre de 1934, la dualidad entre el gobierno republicano de derechas de Lerroux, aliado con la extrema derecha de la CEDA, y el gobierno progresista catalán de Lluís Companys sería vista por la Alianza Obrera como una dualidad de poderes equiparable al referente ruso de 1917. Y, por lo tanto, una ocasión para Maurín para que la clase obrera desencallara la situación inclinando completamente la balanza y, a su vez, estableciendo un nuevo poder que superara a los republicanos de izquierdas. No ha de sorprender tampoco que en la estrategia insurreccional de la Alianza Obrera se planteara la colaboración con los gobiernos municipales de ERC.[x]
Es por eso que, en relación al Frente Popular, Yveline Riottot concluye que Maurín "siempre consideró indispensable la alianza electoral con la pequeña burguesía"[xi]. De manera similar a lo que señala Andy Durgan: "el BOC estaba dispuesto a presentar algunas listas conjuntas con ERC en las elecciones locales, con tal de derrotar a la derecha."[xii]
Cuando se produce el triunfo del Frente Popular el 16 de febrero de 1936, el POUM, fruto de la fusión del BOC y de la Izquierda Comunista de Andreu Nin, llegará a exclamar que "el 16 de febrero se revelaría como una fecha más importante incluso que la del 14 de abril"[xiii]. Pero no por las razones que pensaban los abanderados de una concepción democrática liberal, sino como expresará el informe del Comité Central del BOC, probablemente escrito por Maurín:
"La democracia no ha fracasado. Lo que ha fracasado es la democracia burguesa. La democracia realizada por la clase trabajadora está aún por ensayar. (...). El triunfo del proletariado no significará la destrucción de las libertades, sino todo lo contrario, el triunfo de la libertad. Naturalmente, de la libertad para la clase trabajadora, para los campesinos, para las clases medias, para todos los que trabajan."[xiv]
El riesgo que se corría después de la victoria del Frente Popular el 16 de febrero era que se repitiera la dinámica de un pequeño reformismo ocurrido en el bienio progresista de 1931-1933 que según Maurín había llevado a la República a manos de la derecha y la extrema derecha, como ha resumido Monreal:
"las razones determinantes del resultado de las elecciones legislativas de 1933 se buscaban en el hecho de que la práctica reformista del gobierno de coalición formada por republicanos de izquierdas y socialistas no había logrado socavar los fundamentos económicos e institucionales en los que descansaba la monarquía."[xv]
En 1935, las consecuencias de no destruir las bases materiales, y de clase, de la monarquía residían en que estas habían evolucionado, como señalaría Maurín en su gran libro, Hacia la segunda revolución, en un sentido muy concreto:
"los defensores de la Monarquía son fascistas. Si triunfaran, se produciría una apoteosis negra, en la que se mezclarían las botas y las horcas, los títulos nobiliarios y los mausers, la propiedad de la tierra y la hambruna más atroz."[xvi]
Por estos motivos, Maurín, como flamante diputado poumista del Frente Popular, exhortará, tanto desde el Congreso como en los mítines de masas, a la derrota del fascismo desde una concepción socialista y revolucionaria de la democracia:
"Llegará un momento, sin embargo, en que Azaña habrá alcanzado el límite máximo de sus concesiones democráticas, instante en que la clase trabajadora necesitará unir el sentimiento democrático y el socialista de la revolución. Entonces, el movimiento obrero tendrá que tomar el poder necesariamente."[xvii]
Así, Maurín, que había considerado la victoria electoral del Frente Popular el 16 de febrero como una consecuencia directa de la acción del movimiento obrero de 1934, afirmó que:
"En situación revolucionaria, como la que actualmente vive nuestro país, las luchas electorales tienen una indiscutible significación revolucionaria."[xviii]
Señalará la necesidad de que el Congreso salido de las urnas actúe como una Convención jacobina:
"Cronológicamente, si la Revolución española se pareciera a la de Francia, las nuevas cortes deberían ser la Convención, es decir, la gran Asamblea revolucionaria que hiciera tabla rasa con todo el pasado."[xix]
Y en su segunda intervención en el Congreso, recriminará a Azaña la resistencia a conformar un gobierno que responda al momento del 16 de febrero, y con la vista puesta en las grandes huelgas obreras desencadenadas después de la victoria:
"Para destruir el fascismo no basta con medidas coercitivas, sino que es necesario aplicar medidas políticas, y una medida política, principalmente, señores del Frente Popular, es que el Gobierno responda a la constitución de este Frente, que no haya contradicción en la constitución del Gobierno. Un Gobierno que respondiera actualmente a los deseos de las masas populares y, por lo tanto, a la realidad, debería estar integrado, no solo por los partidos republicanos, sino por los partidos obreros, por los representantes del Frente Popular que crean en la política de este Frente Popular. Este gobierno, así formado, debería nacionalizar las tierras, los ferrocarriles, la gran industria, las minas, la banca y adoptar medidas progresivas, como las que ha adoptado en Francia Blum; este gobierno podría acabar con la amenaza fascista."[xx]
Y es que, no por casualidad, Maurín en el gran debate con Carrillo había mencionado el Frente Popular francés de Léon Blum como el ejemplo real de unidad integral: de unidad de acción, de unidad sindical y de unidad política[xxi]. Una posibilidad histórica sobre la que se podría decir que aún permanece abierta, y viva, y que al mismo tiempo muestra los aspectos convergentes entre el frente único y el frente popular, al menos en el frente populista revolucionario de Joaquim Maurín.
Albert Portillo es historiador, miembro de la revista Debats pel Demà
[i]Martín i Ramos, Josep Lluís: Els orígens del Partit Socialista Unificat de Catalunya (1930-1936), Barcelona, Curial, 1977, p. 72.
[ii]Ibídem
[iii]Citado en Martín i Ramos, Op. Cit., p. 171.
[iv]Durgan, Andy: Comunismo, revolución y movimiento obrero en Cataluña 1920-1936: los orígenes del POUM, Barcelona, Laertes, 2016, pp. 170-171.
[v]Vinyals, Ricard: La Catalunya internacional: El frontpopulisme en l’exemple català, Barcelona, Curial, 1983, p. 243.
[vi]Maurín, Joaquim: “La pequeñaburguesía y la clase trabajadora”, La Batalla, 27 de abril de 1933.
[vii]Monreal, Antoni: El pensamiento político de Joaquín Maurín, Puigcerdà, Edicions 62, 1984, p. 165.
[viii]Citado en Monreal, Op. Cit., p. 169
[ix]Durgan, Op. Cit., p. 259.
[x]Durgan, Op. Cit., p. 256.
[xi]Riottot, Yveline: Joaquín Maurín o la utopía desarmada, Zaragoza, Gobierno de Aragón (ed.), 2004, p. 281.
[xii]Durgan, Op. Cit., p. 172.
[xiii]Durgan, Op. Cit., p. 340
[xiv]Comitè Central del Bloc Obrer i Camperol – Federació Comunista Ibèrica: Les lliçons de la insurrecció d’Octubre, 1935, pp. 29-30.
[xv]Monreal, Op. Cit., p. 178.
[xvi]Maurín, Joaquim (ed. Andy Durgan): Hacia la segunda revolución, Toledo, Fundació Andreu Nin, 2023, pp. 53-54.
[xvii]Maurín, Joaquim: “Hacia la segunda revolución”, La Batalla, 20 de marzo de 1936.
[xviii]Discurso de Maurín pronunciado en el mitin del POUM a Madrid en el conjunto de actos organizados por el Frente Popular, transcrito a: La Batalla, 14 de febrero de 1936.
[xix]Maurín, Joaquim: “El tercer Parlamento de la República no será una Convención”, La Batalla, 21 de febrero de 1936.
[xx]Discurso pronunciado el 16 de junio de 1936 a MAURÍN, Joaquim: Intervenciones Parlamentarias, Barcelona, Editorial Marxista, 1937, pp. 14-18.
[xxi]Véase Arquer, Jordi (ed.): Polèmica Maurín-Carrillo, Barcelona, Editorial Marxista, 1937, pp. 20-21.
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Fuente → vientosur.info
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