La monarquía tiene un problema, pero el republicanismo también

La monarquía tiene un problema, pero el republicanismo también
Diego Díaz Alonso

"La monarquía sigue sin remontar en popularidad, pero el republicanismo tampoco despega" titulamos en 2021 en NORTES: por ahí seguimos.  
 
Sobreactuación. Ese podría ser un resumen de lo vivido este martes en los grandes medios del país, volcados con la que, una y otra vez, se presentó, no como heredera al trono, sino como “futura reina”, dando por sentado que los Borbones han logrado consolidar su dinastía, tres veces interrumpida (1840, 1868, 1931) en la historia contemporánea de España.

Ciertamente, tras años muy movidos, lo peor de la crisis de régimen parece haber ya pasado. La monarquía, la institución española que más errores de forma y fondo cometió en la pasada década, ha dejado de perder popularidad, pero es muy probable que siga sin recuperarse de una larga crisis iniciada en torno a 2012, y cuyo epílogo fue el tremendo discurso televisado de Felipe VI durante el confinamiento de 2020. Si el CIS sigue sin preguntar por la Casa Real, será por algo.

A falta de datos oficiales sobre la popularidad de la Monarquía, en 2020 un grupo de medios, entre ellos NORTES, englobados dentro de la Plataforma de Medios Independientes, encargamos a la empresa demoscópica 40db una encuesta que midiera de manera científica y rigurosa el grado de apoyo a la institución real. En 2021 volvimos a hacerlo. En ambos años el resultado fue parecido, un casi empate entre el 31% favorable a la monarquía y el 39% a la república, y sobre todo, muchos, muchos, muchos indecisos.

“La monarquía sigue sin remontar en popularidad, pero el republicanismo tampoco despega” titulamos en NORTES en 2021 los resultados de la encuesta. Visto lo visto, es probable que a día de hoy ahí sigamos ahí. En el empate entre una Monarquía, derechista, antipática y anacrónica a ojos de una gran parte de los españoles, de forma muy mayoritaria en Catalunya y el País Vasco, y una República izquierdista, sin liderazgo y que nadie, ni siquiera sus propios simpatizantes, terminan de creerse. La monarquía eso sí, tiene a favor la fuerza del Estado y la inercia de la costumbre. Es decir, va ganando, pese al escaso carisma del actual Rey.

¿Qué hacer los que desearíamos otro estado de las cosas? Construir un republicanismo sereno y convincente, firme pero sin histrionismos, debería ser el reto para estos tiempos de reflujo, de resaca del ciclo rupturista 2011-2016. Horizonte y estrategia para el mientras tanto.


Fuente → nortes.me

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