Hijos, sobrinos, nietos, y bisnietos de las víctimas cuentan en
primera persona cómo marcaron a sus familias las desapariciones y el
posterior silencio y olvido. «Para nosotros es un espacio que da voz a
las víctimas en el que podemos homenajearlos, pero en el que también se
puede recuperar del olvido la historia de aquellas víctimas que no
tienen familiares. Todos tendríamos que coger el nombre de una de las
víctimas y escribir una carta, homenajear a quienes murieron por la
libertad», dice Maria Antònia Oliver, presidenta de Memòria per Mallorca.
El testimonio de Antonio Campins Pons ayuda a arrojar luz sobre la
historia de las personas que se enrolaron con las tropas republicanas
tras el golpe de Estado de 1936. Aunque la mayoría de las víctimas del desembarco de Bayo eran procedentes de Cataluña, también hubo milicianos de Mallorca y Menorca
que perdieron la vida en aquél combate, cuyos restos siguen
desaparecidos a día de hoy. Este lunes 21 de noviembre han comenzado los
trabajos de exhumación en el cementerio de Son Carrió (Sant Llorenç) donde se trata de localizar a algunos de aquellos desaparecidos.
«Todo empezó cuando te embarcaste con las tropas del capitán Alberto Bayo, las fuerzas leales a la República, desde Mahón,
la ciudad que te vio nacer, hacia Mallorca a combatir el fascismo. Mi
madre me contaba que para ti, su hermano, era como una aventura, que
eras un joven, casi un niño, de carácter dispuesto, alegre y simpático,
que siempre tenías una sonrisa en la boca, por eso te ganaste el apodo
de Rielletes (Risitas): Tu querida hermana Rosa decía que yo me parecía
mucho a ti, también somos de la broma y me gusta mucho reír; tenías la
piel clara y pecosa como yo, siempre repetía que yo le recordaba mucho a
ti. Te quería tanto tu hermana... eras la alegría de la casa. Sufrió
mucho tu ausencia forzosa y yo sin haberte conocido también. No tuviste
ni tiempo para casarte ni para tener hijos, pero sí que dejaste una
familia que te quería, con sus recuerdos y así me lo transmitió ella»,
dice el sobrino de Santiago Pons en la carta que forma parte del
memorial.
Antoni Campins Pons recuerda como un día, tras perder la pista de su
tío, un compañero de trinchera contactó con la hermana del fallecido y
le contó su tráfico final: «Estabais en el frente, parapetados en Porto Cristo,
combatiendo a los fascistas. Agosto en Mallorca y hora punta, con un
sol de justicia, tenías sed y no escuchaste la voz de peligro de tu
compañero que te decía que no te levantaras. Tú, sin experiencia y con
la inconsciencia de tu juventud, sin ver el peligro no te lo pensaste
dos veces, te levantaste para ir a beber; una bala asesina te segó la
vida en un instante y la alegría de la casa se fue».
«Todo fue tan triste e injusto... durante mucho tiempo no se podía ni
hablar ni reclamar nada; pero yo no he olvidado lo que mi madre me
contó y hoy, en honor a ella, tomo de nuevo su voz y te recuerdo como
ella me enseñó. Aquí, públicamente, quiero rescatarte del olvido»,
concluye la misiva.
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