La postguerra en canarias: hambre, represión y corrupción bajo la dictadura franquista
La postguerra en canarias: hambre, represión y corrupción bajo la dictadura franquista / Arturo Inglott 

La población se vio sometida a una dura represión política, pero también a una represión económica 
El periodo de la posguerra en Canarias, que se extiende desde el final de la Guerra Civil en 1939 hasta finales de la década de 1950, con el llamado Plan de Estabilización, estuvo marcado por la represión, el hambre y la corrupción bajo la dictadura franquista (...).

  

El periodo de la posguerra en Canarias, que se extiende desde el final de la Guerra Civil en 1939 hasta finales de la década de 1950, con el llamado Plan de Estabilización, estuvo marcado por la represión, el hambre y la corrupción bajo la dictadura franquista. Así lo revela el historiador Ricardo A. Guerra Palmero en su estudio "La larga posguerra en Canarias".

  Tras el Golpe militar de 1936, se instauró en España un régimen dictatorial que impuso una política económica autárquica, con el fin de lograr la autosuficiencia y evitar depender del exterior. Esto supuso en Canarias el cierre efectivo de los Puertos Francos, la caída de las exportaciones y el aislamiento del archipiélago.

   La población se vio sometida a una dura represión política, pero también sufrió una represión económica, con la caída de los salarios reales hasta en un 50-60% respecto a los de la República y el incremento del paro. Se instauró un régimen laboral de corte fascista que con los sindicatos de clase prohibidos permitía una explotación irrestricta de los trabajadores. 

   Mientras los grandes terratenientes y exportadores se enriquecían, el resto de la población sufría penurias. El hambre y las epidemias castigaron a los isleños, con un aumento de la mortalidad. Muchos emigraron de forma masiva y a veces ilegal a Venezuela para tratar de escapar de la miseria.

   La escasez y el alza descontrolada de precios propiciaron el surgimiento de un boyante mercado negro, tolerado para las élites afines al Régimen. La corrupción se convirtió en moneda común.

  El   Mando Económico, una institución   creada en 1941 bajo control castrense, maquilló la realidad con propaganda sobre supuestas mejoras sociales y obras públicas. Pero lo cierto es que empeoró el déficit de viviendas, la Sanidad y la Educación. Sus logros fueron más aparentes que reales.

  La autarquía en Canarias, según señala Guerra Palmero, supuso la transición entre dos modelos económicos: del agroexportador al terciario turístico, que se comenzaría a implantar a finales de los 50. Fue una etapa de ruralización forzada de la economía, con hundimiento del comercio exterior y un fallido intento de sustitución de importaciones y desarrollo industrial. 

El Mercado Negro: Espejo Oscuro del Racionamiento en la Década de 1940

  La escasez y el alza descontrolada de precios propiciaron el surgimiento de un boyante mercado negro, tolerado para las élites afines al régimen. La corrupción se convirtió en moneda común.

   El "estraperlo" o mercado negro fue la forma clandestina de comercio que emergió como una potente fuerza, desplazando en muchos casos al mercado oficial, y perfilándose como el reflejo oculto del sistema de racionamiento instaurado en ese periodo.

   El mercado paralelo no era una mera sombra; en su seno se escondía una variedad de fraudes, afectando a consumidores y entidades encargadas de supervisar las exportaciones e importaciones. Su existencia afectaba tanto a productos básicos como a otros bienes, tocando a todas las esferas sociales.

    Resulta crucial distinguir dos vertientes del estraperlo. Por un lado, estaba el estraperlo "de alto nivel", estructurado y bien organizado, que movía grandes sumas de dinero y operaciones. Esta vertiente estaba, en cierto modo, protegida o al menos tolerada por los organismos fiscalizadores. Por otro lado, el "estraperlo popular" se manifestaba en acciones de pequeños comerciantes, propietarios agrarios y cambulloneros que buscaban una mejora en su subsistencia. Sin embargo, este último enfrentaba una represión más severa, a pesar de que desde 1943 se   promovió una reducción en las sanciones.

   El tratamiento desigual ante estas prácticas ilícitas refleja el carácter clasista de la dictadura de la época. Las grandes operaciones, a menudo, estaban encabezadas por empresas prominentes, terratenientes y personas adineradas afines al régimen. Estos actores, en muchos casos, jugaban roles significativos en organismos económicos y políticos de la época, como la CREP, CREPA, y el Consorcio de Almacenistas. Todo este entramado puso de manifiesto una red profunda de corrupción y favoritismos, que se extendía por todos los niveles del poder.

    El estraperlo, fiel acompañante del racionamiento, comenzó a desvanecerse a partir de 1952, cuando el tráfico ilícito de productos básicos empezó a normalizarse. Sin embargo, se mantuvo una corriente de contrabando significativo, y el comercio portuario tradicional, conocido como "cambullón", vivió uno de sus momentos más esplendor.


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