Dionisia Manzanero Salas, una de las 13 Rosas asesinadas por elementos franquistas
Dionisia Manzanero Salas, una de las 13 Rosas asesinadas por elementos franquistas, en el cementerio del este de Madrid en 1936  
 
Dionisia Manzanero Salas nació en el barrio madrileño de Cuatro Caminos en 1919. Su padre, León, era militante de la UGT. Dionisia lo tenía muy claro, nunca dudó en ayudar a los suyos, durante la guerra prestó auxilio a muchos necesitados, familiares de exiliados o difuntos, personas cuyos cercanos habían desaparecido, o quienes quedaron sin recursos para sobrevivir. Trabajó como enfermera en el Hospital de Brigadas Internacionales donde vio morir a más de un compañero. Y se fue al frente con el Batallón Octubre, con un rifle en la mano, Dionisia no era de las que temblaban. En 1938, demostró que estaba orgullosa de ser quien era: se afilió al PCE. Entre otras razones, porque una de sus hermanas murió aplastada por un obús. Dionisia no estaba dispuesta a que el fascismo le arrebatara nada más.

Con el PCE trabajó como mecanógrafa en el sector de Chamartín de la Rosa. Se hizo amiga de Rosario Sánchez Mora, “Rosario la dinamitera» con quien pasó 3 meses en la Escuela de Cuadros. También en el partido conoció a su novio Bautista Almarza, otro comunista peligroso que en su locura creía que el mundo podía ser un lugar más justo, y que durante la guerra fue responsable de una división de tanques en Valencia. Cuando detuvieron a Dionisia, Bautista estaba encarcelado en el campo de concentración de Albatera.

Tras acabar la guerra, Federico Bascuñana Sánchez, posteriormente fusilado, contactó con ella, como también había contactado con su amiga Pilar Bueno Ibáñez, y le pidió que trabajara en la clandestinidad como enlace para llevar y traer mensajes. Dionisia fue detenida de madrugada en el domicilio familiar. El día que fueron a buscarla su familia dijo que ella no se encontraba, pero ella salió del interior de su vivienda y se entregó. En su casa había 3 chicas escondidas, y así evitó que entraran a registrar y las detuvieran, acabando en la cárcel o en el patíbulo.

Ingresó en la prisión de Ventas el 17 de mayo de 1939, aunque no fue llevada al departamento de menores creado a iniciativa de la presa María Sánchez Arbós, sino que fue enviada a la 1ª galería derecha, celda 18. Una denunciante afirmó que en el domicilio de otra de las 13 Rosas, Blanca Brisac Vázquez, se planeaba un complot contra el Franco durante el desfile de la “victoria” ; sin embargo no fue acusada de ello. El asesinato de las 13 Rosas y los 43 Claveles fue una represalia por el atentado mortal que realizaron otros 3 militantes de las JSU contra el “comandante” de la guardia civil y miembro del servicio de Información y policía militar franquista, Isaac Gabaldón, su hija y el conductor José Luis Díez Madrigal.

En realidad las Rosas nunca fueron acusadas de ello, ninguna pudo tener relación con el atentado ya que estaban encarceladas en el momento de suceder. Dionisia fue condenada a muerte porque era “el enlace de Bascuñana para el contacto con las diversas ramas de las organizaciones de las JSU y el Partido Comunista». El fiscal la acusó de ser “indigna de estar en la sociedad de la revolución nazional sindicalista”. La sentencia de muerte fue aprobada el 3 de agosto, haciendo constar que la ejecución debía esperar hasta que se recibiera el enterado del dictador Franco.

Dionisia tenía 20 años cuando fue asesinada por fusilamiento, junto a las otras Rosas el 5 de agosto de 1939, en las tapias exteriores del cementerio de la Almudena. Pocas horas antes los fascistas habían fusilado a 46 hombres acusados de pertenecer al PCE o a las JSU. No esperaron a recibir el enterado, que no fue firmado hasta el día 13. Los familiares no fueron avisados. En cuanto tuvieron noticia, su hermana María fue corriendo al cementerio donde pudo ver el cadáver de Dionisia, entre las otras 12 rosas, cuyos pétalos se habían marchitado del todo. Antes de morir, Dionisia envió una carta a su familia en la que decía que “..tened en cuenta que no muero por criminal ni ladrona, sino por una idea. El apellido Manzanero brillará en la historia, pero no por crimen..”.

Olvidar las injusticias nos lleva a volver a cometerlas. Y por eso quieren que olvidemos, que dejemos enterrados los huesos, que borremos de nuestro pasado las historias desgarradoras de miles de personas que fueron brutalmente humilladas y asesinadas por algo que todavía sigue en nuestras instituciones: el fascismo. Nuestro deber es recordar, las 13 Rosas cometieron un terrible error, como tantas otras personas: defender una idea. La idea de la Justicia y la Libertad. Las tiraron bajo tierra, sin saber que esas Rosas, tenían una semilla más fuerte que todo el fascismo del mundo.


Documentos: La Voz de la República (María José Robles Perez). Wikipedia


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