Camino a la República | 2. Manuel Azaña: la voz intelectual de la Segunda República

Camino a la República | 2. Manuel Azaña: la voz intelectual de la Segunda República / Javier F. Ferrero


Manuel Azaña Díaz, nacido el 10 de enero de 1880 en Alcalá de Henares, es una figura emblemática en la historia de España. Su vida, marcada por la política y la literatura, le llevó a ser presidente del Consejo de Ministros y más tarde presidente de la Segunda República. Azaña, más allá de su rol político, fue también un destacado escritor y periodista, lo que le otorgó una perspectiva única sobre los acontecimientos que vivió y lideró.

Desde sus primeros años, Azaña mostró una inclinación hacia las letras y el estudio. Se licenció en derecho en Zaragoza y Madrid, doctorándose posteriormente. En 1910, entró por oposición en la función pública y completó sus estudios durante 1911 y 1912 en París gracias a una beca de la Junta para Ampliación de Estudios. Su actividad intelectual le llevó a trabajar en la secretaría del Ateneo Madrileño entre 1913 y 1920.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, Azaña se declaró republicano y en 1925 fundó Acción Republicana. En esta época, su prestigio literario creció gracias a obras como El jardín de los frailes o Ensayos sobre Valera. Tras la proclamación de la República, Azaña se integró en el gobierno provisional como ministro de guerra.

EL LIDERAZGO DE AZAÑA EN LA SEGUNDA REPÚBLICA

Manuel Azaña Díaz ocupó el cargo de ministro de la Guerra desde el inicio de la II República española y se convirtió en presidente del Gobierno tras la renuncia de Niceto Alcalá Zamora, seis meses después de la proclamación de la República en abril de 1931. Durante este período, Azaña se debatió entre su pasión literaria y su vocación política, decidiendo finalmente combinar ambas. Plasmó sus reflexiones y sentimientos políticos en diarios detallados y compartió sus ideas con el Congreso y el público en general a través de mitines.

Azaña comenzó a escribir su diario poco después de las elecciones a Cortes Constituyentes en julio de 1931, cuando la República parecía consolidada. Estos diarios ofrecen una visión detallada de los consejos de ministros, debates políticos, estilos de vida de los políticos, entre otros aspectos. Retomó su diario en varias ocasiones, siendo la última vez en enero de 1939, poco antes de cruzar la frontera con Francia.

Además de sus diarios, Azaña escribió otras obras, como “Mi rebelión en Barcelona”, un relato autobiográfico sobre los eventos revolucionarios de 1934, y “La velada en Benicarló”, donde reflexiona sobre la guerra civil española. Juan Marichal, un reconocido crítico, consideró los escritos de Azaña como el “texto memorial más importante de la historia española moderna”.

Manuel Azaña fue presidente del Gobierno de la República desde el 14 de octubre de 1931 hasta el 8 de junio de 1933. Durante su mandato, enfrentó desafíos significativos, incluida la insurrección anarquista de Casas Viejas en 1933. A pesar de las críticas y desafíos, Azaña implementó reformas progresistas significativas, como la democracia parlamentaria, la profesionalización del ejército, la separación entre el Estado y la Iglesia, y la expansión del sistema público de enseñanza.

Sin embargo, la rapidez y profundidad de estas reformas generaron resistencia entre las fuerzas más conservadoras del país. Azaña subestimó la intensidad de la oposición a su gobierno y no contó con los medios adecuados para consolidar sus reformas. Finalmente, todo su trabajo se vería truncado tras el golpe de estado de Franco. A pesar de ello, su legado como líder reformista de la II República española sigue siendo significativo en la historia de España.

AZAÑA TRAS EL 36: UN LÍDER EN EL EXILIO

Después de 1936, la vida de Azaña tomó un giro dramático. Con la Guerra Civil en pleno apogeo y la victoria de las fuerzas franquistas cada vez más cercana, Azaña se vio obligado a abandonar España. Cruzó la frontera francesa a pie en febrero de 1939, acompañado de su esposa, Dolores de Rivas Cherif, y otros miembros del gobierno español. A pesar de su estatus, Azaña enfrentó dificultades en Francia. Fue perseguido por agentes franquistas y vigilado por la Gestapo. Pasó sus últimos días en el Hôtel du Midi en Montauban, Francia, protegido por la legación de México. Finalmente, falleció en noviembre de 1940, y su funeral fue organizado por la embajada de México en Francia

EL LEGADO DE AZAÑA: UNA HUELLA INDELEBLE EN LA HISTORIA ESPAÑOLA

El legado de Manuel Azaña en la historia de España es innegable. A pesar de los desafíos que enfrentó durante su mandato, su visión progresista y reformista dejó una marca duradera en la política y la sociedad españolas. Su compromiso con la democracia parlamentaria, la secularización del Estado y la expansión de la educación pública sentaban las bases para una España más moderna y equitativa.

Azaña también fue un defensor apasionado de la cultura y la educación. Creía firmemente que la educación era la clave para el progreso y la modernización de España. Durante su mandato, se establecieron numerosas instituciones educativas y culturales, incluida la creación de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander, que se convirtió en un referente en la educación superior en España.

Además, Azaña promovió la protección y conservación del patrimonio cultural español. Bajo su liderazgo, se crearon museos, bibliotecas y otras instituciones culturales que siguen siendo pilares de la cultura española en la actualidad. Su pasión por la literatura y las artes también se refleja en su apoyo a escritoras y escritores, artistas y músicas y músicos de la época, contribuyendo al florecimiento cultural de la Segunda República.

LA NECESIDAD DE OTRO AZAÑA EN LA ESPAÑA DE HOY

En la España contemporánea, donde las divisiones políticas y sociales parecen más pronunciadas que nunca, la figura de Manuel Azaña resurge como un recordatorio de la necesidad de líderes visionarios y unificadores. Azaña, con su capacidad para combinar la pasión literaria con la vocación política, representa el tipo de líder que puede tender puentes entre diferentes facciones y promover un diálogo constructivo.

Las tensiones políticas actuales en nuestro país requieren de líderes que, al igual que Azaña, puedan articular una visión inclusiva y progresista para el país. Líderes que valoren la diversidad y la pluralidad, y que estén dispuestos a implementar reformas audaces para abordar los desafíos contemporáneos.

La figura de Azaña también resalta la importancia de la integridad y la coherencia en la política. En una era de noticias falsas y polarización, la honestidad y la transparencia son más cruciales que nunca. La España de hoy necesita líderes que, inspirados por el legado de Azaña, puedan guiar al país hacia un futuro más unido y próspero.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Camino a la República
  2. Jackson, Gabriel. “La República Española y la Guerra Civil”. RBA Libros, 2005.
  3. Preston, Paul. “El zorro rojo: La vida de Santiago Carrillo”. Debate, 2012.
  4. Casanova, Julián. “República y Guerra Civil. Vol. 8 de la Historia de España”. Crítica/Marcial Pons, 2007.
  5. Azaña, Manuel. “Obras completas”. Ediciones Istmo, 2007.
  6. Thomas, Hugh. “La Guerra Civil Española”. Ediciones Urbión, 1977.
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