Un documental recupera la memoria del anarquista valenciano que salvó a 300 presos de Mauthausen
Un documental recupera la memoria del anarquista valenciano que salvó a 300 presos de Mauthausen / Joan Canela
 
«El Kapo» se estrenó en el festival Docs València y reconstruye la investigación de Carles Senso y Guillem Llin

 

¿Cuál es la actitud correcta cuando eres prisionero en un campo de exterminio nazi? ¿Resistir todo lo que puede aunque sepas que vas a morir? ¿O intentar sobrevivir aunque sea a expensas de colaborar con los captores? Ésta es una pregunta que, obviamente, queda sin respuesta. Sobre todo si no has tenido la mala suerte de pasar por allí. Pero con todo, ésta es la maldición que persiguió al anarquista valenciano César Orquín Serra hasta el final de su vida.

Orquín fue a parar a Mauthausen el 12 de diciembre de 1940, junto a miles de republicanos de todo el estado español que habían sido reclutados por el gobierno francés en las brigadas de trabajadores extranjeros y que fueron entregadas a los alemanes cuando Francia va rendirse. Estos «españoles» -recordamos que Franco les retiró la nacionalidad para facilitar su exterminio por parte de los nazis- fueron enviados al campo de Mauthausen-Gusen, donde morirían más del 70%.

Las técnicas de supervivencia serían múltiples, pero una de las más curiosas sería la de Orquín. El hecho de hablar alemán le convirtió en un enlace entre los guardas de la SS y los presos y desde esa posición convenció a los alemanes de que los presos serían mucho más productivos, económicamente hablando, si se les permitía trabajar fuera del campo y tenían unas condiciones de vida mínimamente mejores. Así nacería la rareza del Kommando César, una brigada de trabajo de unas 400 personas que llevaba el nombre de pila de su jefe. Esta cooperación económica de los hombres de Orquín con el esfuerzo de guerra alemán permitiría salvar la vida al grueso de sus integrantes. Solo se han documentado 12 defunciones en los cuatro años de existencia del Kommando César.

Durante años, el papel de de Orquín fue extremadamente discutido. Los comunistas -la mayor y más organizada fuerza política entre los presos- lo consideraron poco más que un colaboracionista. Otros presos que habían estado a sus órdenes ofrecieron declaración jurada del trato recibido que les había salvado la vida. Montserrat Roig, en su mítico Los catalanes en los campos nazis escribió «hubo un republicano valenciano, César Orquín, que ha creado a su alrededor una leyenda. Me han llegado noticias contradictorias». Joaquín Amat Piniella, autor de KLReich, la gran novela sobre las desventuras de los presos republicanos en Mauthausen describe a Orquín, en el personaje de Augusto como alguien «carismático pero algo megalómano». Y sobre su Kommando: «Los hombres del Kommando de agosto habían superado un período de decadencia física y moral; sus vidas estaban ahora estabilizadas a un nivel mínimo que probablemente les llevaría hasta el fin de la guerra».

En 2017, Guillem Llin se sintieron atraído por el personaje e inició una investigación, a la que se sumaría Carles Senso. Ésta les llevaría hasta Argentina, país donde se refugiaría Orquín después de la guerra, en buena medida para huir de los ataques que recibía por su papel en Mauthausen, a pesar de haber sido liberado de cualquier cargo por los aliados. Su conclusión, plasmada en el libro César Orquín Serra: El anarquista que salvó a 300 españolas en Mauthausen queda clara desde el propio título.

Todo su proceso de investigación ha sido recreado ahora por el documental "El Kapo", dirigido por Albert Montón y producido por el Taller de Audiovisuales de la Universidad de Valencia, y que se estrenó recientemente durante el festival Docs València. Montón también tiene claro su veredicto: «Si ya es difícil ser un héroe, en el infierno lo es aún más, porque el infierno genera demonios, no héroes. En la situación en la que estaba, lo que hizo Orquín, que no sólo se salvó él, sino que salvó a cientos de presos, es una heroicidad y debe reconocerse como tal».

Un personaje apasionante

César Orquín que Llin va destapando a medida que va avanzando el documental se acerca más a un parsonaje de novela que a una persona real. De familia obrera, era en realidad hijo ilegítimo de un miembro de la familia Trenor, el clan aristocrático que dominó a Valencia a caballo de los siglos XIX y XX. El dinero del padre biológico –que instaló los Orquín en una casa frente a su palacio- sirvió para darle una educación refinada –así se explica su dominio del alemán- impensable entonces para un niño de clase trabajadora. Afiliado a la CNT en 1933 y voluntario en las milicias antifascistas desde inicios del golpe de Estado, fue el único comisario político anarquista de las brigadas internacionales. Ya en ese momento empezaron sus problemas con los anarquistas que le durarían toda la vida y que serían la clave de la leyenda negra que le perseguiría después de salir de Mauthausen.

Como explica Marta Marine-Dòmine, directora del centro cultural El Born de Barcelona, ​​en el documental: «la memoria de Mauthausen iba ligada a una épica de resistencia que fue hegemonizada por los comunistas y aquí los demás relatos no tenían cabida». Montón lo cuenta con otras palabras: «Si ves las películas de Hollywood, parece que los americanos ganaron la guerra solos, y si sigues el relato de los comunistas europeos, parece ser Stalin el único que hizo algo». En esta simplificación, experiencias como la de Orquín eran demasiado molestas para estudiar sus matices.

Y, tal vez, también influyó en que, a diferencia de los catalanes Neus Català o Francesc Boix, Orquín fuera valenciano. Una tierra donde ha costado bastante dignificar a los héroes antifascistas.

La próxima oportunidad para ver el documental será el 1 de junio, a las 6 de la tarde, en el Centro Cultural La Nau de Valencia, en el marco de una jornada sobre producción audiovisual.


Fuente → diarilavoz.com 

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