Luisa Paramont, la rejoneadora antifascista
Luisa Paramont, la rejoneadora antifascista
Luis Miguel Sánchez Seseña


Luisa Paramont fue una mujer valiente, polifacética y adelantada a su tiempo. Comprometida con la legalidad republicana y con los derechos de la mujer hasta sus últimas consecuencias.

 

Hace ahora 88 años. Corría el año 1935 cuando Luisa Paramont pisaba los alberos de las Plazas de toros de España como rejoneadora de novillos.

En esta temporada, un largo cartel de féminas se lanzaba a los ruedos. En el libro Garapullos por Máuseres: La Fiesta de los toros durante la Guerra Civil (Editorial La Catedra, 2015), su autor, Antonio Fernández Casado, hace un repaso al papel de la mujer en el mundo del toro de la época:

La República y su Constitución de diciembre de 1931 facilitaron el acceso de la mujer torera a los cosos taurinos:

En la temporada de 1935, Luisa Paramont lidió como rejoneadora en Las Ventas de Madrid, en la Monumental de Barcelona y en Vista Alegre de Bilbao, además de sus actuaciones en las Plazas de Ciudad Real, Plasencia y Talavera de la Reina. Junto a Beatriz Santullano, se disputaban con gran competencia su maestría con los rejones a lomos de sus caballerías.

Atrás quedaba la dura infancia de Luisita: sus años en la Inclusa de Madrid, la convivencia con su “hermano” Juan Manuel bajo la crianza y protección de la misma nodriza de Guadalajara, y su posterior adopción por una familia de posibles, que le proporcionó valores y educación.

Lejos estaba ya su aventura viajera a la Argentina, donde –según ella misma cuenta- fue jockey en carreras de caballos en Buenos Aires:

La Paramont, abandonó también los escenarios como tiple de revista musical, para dedicarse por completo al difícil arte de rejoneadora de reses bravas:

En estos años el toreo femenino se abre paso con muchas dificultades, entre zarandeos y zancadillas, de dentro y de fuera de las Plazas. Sin embargo, la rejoneadora mostraba gran habilidad sorteando las dificultades y adversidades, además de esquivar, junto a su caballo, al ganado de lidia.

Compartió cartel y arena con algunas de las más significativas toreras coetáneas, entre las que se encuentran:

MARY GÓMEZ (En Las Ventas, Madrid, 3-8-1935).

MARÍA GRETA y MARIA ALEGRE (En Ciudad Real, 20-5-1935).

ALFONSITA QUIÑONES “LA BELMONTE” (En Plasencia, 10-6-1935).

Pero el papel de la mujer como torera se ha visto permanentemente sujeto tanto a prohibiciones como a rechazos. Las crónicas periodísticas de marcado tinte machista, y muchas veces despectivas, seguían copando las reseñas taurinas de los periódicos de estos años:

La última actuación de Luisa Paramont en los ruedos, antes del estallido del golpe de estado, fue en Albacete el 25 de mayo de 1936. Así recogían su faena en algunos periódicos (Diario La Rioja y La Voz de Cantabria):

El 18 de julio de 1936, con el comienzo de la sublevación fascista, Luisita Paramont elige sin titubeos defender la legalidad republicana: “Como cuando en los ruedos taurinos sorteábamos la muerte y la gloria, entre el entusiasmo de miles de corazones populares…”. Y continua:

Junto con otros compañeros de profesión se agrupan en la Sierra de Madrid:

Luisa Paramont se alistó voluntariamente en las Milicias Taurinas del Batallón Galán, que en el verano de 1936 estuvieron luchando en Madrid, en las sierras de Somosierra y Guadarrama. Los toreros madrileños formaron una agrupación de milicianos voluntarios impulsada desde la Asociación de Matadores de Toros y Novillos de Madrid que no dudaron en ir a combatir al frente a defender la República, controlando la zona que va desde Buitrago, Cinco Villas, Lozoyuela, La Cabrera y Villa Vieja hasta los Gascones.

Luisa Paramont, junto con otros profesionales de la tauromaquia, estuvo defendiendo el agua y su suministro a Madrid en el Frente de Guadarrama.

Fue enlace entre los frentes de guerra, llevando mensajes, misivas y órdenes de uno a otro lado, a la grupa de su caballo: “De noche monto en él y allá nos vamos, campo adelante, de un frente a otro, los dos solos”.

Destacar también su labor en la doma y adiestramiento de caballerías para su manejo por el ejército de la República. Fue de las pocas mujeres que alcanzaron las tres estrellas de Capitana en la milicia popular.

En el mencionado ejemplar de la revista Estampa se puede leer lo siguiente:

Es un pueblecito con ese grande cielo de luces dramáticas, cernido sobre las cresterías y campanarios de la España Negra. A la entrada del pueblo, en un hotelito o chalet que fue de recreo –y que las Milicias le han proporcionado-, vive Luisita Paramont, sola, su vida de campaña. Tiene salas espaciosas; tiene una espléndida terraza sobre el campo; … (Entrevista publicada en la Revista Estampa, nº 458, del 24 de octubre de 1936, en sus páginas 28-29).

En la entrevista, no aparece ni un solo dato de su ubicación real. Solo se dice: “En un frente de la sierra”. La guerra obligaba a no desvelar demasiada información de los frentes en los periódicos y revistas.

Sin embargo, la foto que precede, de J.M. Pando (“Frente de Guadarrama, Sector de Buitrago de Lozoya”) de la colección Frente y retaguardia: mujeres en la Guerra Civil -perteneciente al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía- es la misma que aparece en la portada (foto de abajo) de la entrevista señalada. Este documento gráfico nos permite situar la estancia de Luisa Paramont durante la guerra civil.

Indagando un poco más sobre la foto de la portada, la que aparece con su caballo Lucero, se pueden observar las murallas y fortificaciones del fondo. La estructura del recinto amurallado coincide con la construcción de la Casa del Bosque, cercana a Buitrago de Lozoya.

El origen de la Casa del Bosque de Buitrago del Lozoya se remonta al siglo XIV cuando la Casa de los Mendoza recibe el Señorío de Buitrago del Lozoya. En el siglo XV, los Mendoza convierten la llamada Dehesa del Bosque en un coto de caza donde levantarán este edificio a inicios del siglo XVI.

El edificio sufrió distintas reformas a lo largo de ese siglo y en el XVII, hasta que fue abandonado y saqueado por las tropas napoleónicas.

Esta construcción protegida como Bien de Interés Patrimonial de la Comunidad de Madrid, por ser una edificación única en su tipología arquitectónica, emulando las villas italianas del siglo XVI.

Durante la guerra civil, en la Casa del Bosque se instalaron las cocinas del ejercito republicano, en la primera línea de frente en la sierra madrileña. En el transcurso de la contienda, el edificio fue bombardeado y desmantelado. Su localización dentro del frente de Puentes Viejas contribuyó a su decadencia, por lo que se encontraba en un avanzado y peligroso estado de ruina; habiéndose perdido gran parte de sus dependencias, vallas de cerramiento, jardín, así como construcciones anexas de servicio. Su remodelación se ha llevado a cabo por la Comunidad de Madrid durante 2022-23.

Desde la Casa del Bosque se tenía acceso directo con Buitrago de Lozoya a través del Puente de madera de la Coracha, que quedó sumergido bajo sus aguas con la construcción del Embalse de Puentes Viejas en 1940.

Pasados los primeros meses de la guerra, la figura transgresora de la miliciana se fue diluyendo. La militarización de las milicias supuso que las escasas mujeres que permanecieron en filas, se integraran en el ejército popular, entre el otoño de 1936 y la primavera de 1937.

Luisita Paramont deja la milicia para incorporarse al Cuerpo de Carabineros a caballo del Ejército Popular de la República. En el texto de la foto anterior (donde aparece Luisa montada a caballo entre dos compañeros) se lee:

“En uno de los combates de ayer en el sector del Centro, este grupo de carabineros tuvo una intervención brillantísima”

“Una miliciana, perteneciente a uno de nuestros regimientos de Caballería, lucha en la defensa de Madrid como un hombre” (Crónica, 15-11-1936).

“Una miliciana, gran jinete, que pudo ser rejoneadora, o jockey, o cazadora campera en carreras de liebres. Pero que es guerrera y emplea su arte de caballista al servicio de la causa” (Ahora, 8-11-1936).

Aquí se pierde su pista en las hemerotecas. Todo indica que fue asesinada en el frente de la Casa de Campo de Madrid por las tropas sublevadas. Tenía poco más de treinta años.

Luisa Paramont fue una mujer valiente, polifacética y adelantada a su tiempo. Comprometida con la legalidad republicana y con los derechos de la mujer hasta sus últimas consecuencias.

HONOR y MEMORIA.

Bibliografía:

Museo Virtual de la Mujer Combatiente

– J. Mª Cossío, Los Toros. Tratado técnico e histórico, volumen III, Madrid, Espasa-Calpe, 1943.

– J. de Urrutia, Los toros en la guerra española, Madrid, Editora Nacional, 1974.

– E. Boado y F. Cebolla, Las Señoritas Toreras. Historia, erótica y política del toreo femenino, Madrid, Ediciones Felmar, 1976.

– J. Torbado, En el día de hoy, Madrid, Editorial Planeta, 1976.

– H. Thomas, La Guerra Civil Española, vol II, Madrid, Ed. Urbión, 1983.

– J. J. García, La Monumental de las Ventas y su circunstancia (1931-1981), Madrid, Ayuntamiento – Comunidad, 1984.

– M. Feiner, La mujer en el mundo del toro, Madrid, Alianza Editorial, 1995.

– R. Mª Ballesteros, El efecto de Cronos. Brigadistas olvidadas por la Historia, Málaga, Biblioteca Omegalfa, 2008.

– E. Barranquero Texeira, Mujeres en la Guerra Civil y el Franquismo: violencia, silencio y memoria de los tiempos difíciles, Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 2010.

– A. Fernández Casado, Garapullos por Máuseres: La Fiesta de los toros durante la Guerra Civil, Madrid, Editorial La Cátedra Taurina, 2015.

– A. Martínez Rus, Milicianas. Mujeres republicanas combatientes, Madrid, Editorial Catarata, 2018.

– A. Fernández Casado, De San Antón a Vista Alegre: Cinco siglos de toros en Bilbao, año a año, Madrid, Editorial La Cátedra, 2019.

– L. M. Sánchez Seseña, Luisita Paramont. Apuntes biográficos al natural, Madrid, Ediciones GPS, 2022.


Fuente → nuevarevolucion.es

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