Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano

Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano

Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano

Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano Lucio Martínez Pereda   …y si la República se pone frente a Dios, tanto...
Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano
Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano
Lucio Martínez Pereda
 

…y si la República se pone frente a Dios, tanto peor para la República. (…) ¿Que la religión católica es enemiga del socialismo y del comunismo? ¡Naturalmente!

¿Cómo va a aceptar doctrinas bárbaras que tratan de volver al hombre civilizado a la época cuaternaria, que son opuestas a la naturaleza humana, a la razón, al buen sentido, que están plagadas de errores doctrinarios, económicos y jurídicos?

Anónimo, “Retablillos de los pueblos”,
La Unión, 2 de marzo de 1932, citado en F. Espinosa, Contra la República. Los «sucesos de Almonte» de 1932. Laicismo, integrismo católico y reforma agraria. Sevilla, Acongagua, 2012.

La política religiosa de la Constitución de 1931 representó un punto medio entre «la aplicación de los principios liberales históricos y la decisión de tener a la Iglesia muy vigilada en vista del apoyo que había dado a la monarquía y la dictadura». Por  injustamente que fuera tratada en ciertos campos de actividad, «la Iglesia no fue sometida a una “guerra implacable” que pudiese reducirle a la impotencia. Siguió siendo una institución formidable, (Callahan, William J., La Iglesia Católica en España (1875-2002), Crítica, Barcelona, 2003). Gracias a una extensa red de instituciones sectoriales vinculadas de una u otra forma con la Iglesia y a la larga experiencia de dinamización atesorada por la acción social católica, la Iglesia patrocinó una poderosa movilización en demanda de sus derechos, fomentando el victimismo, atizando la confrontación entre creyentes y no creyentes y elevando al rango de categoría cualquier enfrentamiento institucional con la República (González Calleja, Eduardo, Contrarrevolucionarios, Alianza Editorial, Madrid, 2011, pp. 35 y ss.)

El motín proclerical de Almonte (Huelva), donde está enclavado el Coto de Doñana, confirma esta opinión si ampliamos el foco de lo religioso y nos fijamos en el nuevo poder municipal que había iniciado un proceso de revisión de los terrenos comunales, utilizados caciquilmente, para conseguir  recursos contra el paro y la revisión del catastro de la propiedad rústica que pudiera desarrollar  el proyecto de reforma agraria. Al mismo tiempo el 28 de febrero de 1932 por la tarde, se tomó la decisión, aprobada en octubre, de quitar el azulejo de la Virgen del Rocío y el cuadro del Corazón de Jesús que presidían el ayuntamiento almonteño, colocadas allí por el alcalde y gran propietario  José María Reales en 1926 como testimoniaba una placa. Según ha investigado Espinosa en el libro citado de “los sucesos de Almonte”    no es que “el pueblo” se levantara  sino lo que se produjo fue más bien un movimiento organizado (a la cabeza iba el testaferro de J. Mª Reales) que consistió en tomar el Ayuntamiento, del que fueron expulsados todos los funcionarios y cuyas llaves pasaron a manos de los amotinados, arrebatarle los atributos de mando al alcalde y registrar la casa para apropiarse de las posibles imágenes de la Virgen del Rocío que hubiera.

Las procesiones de desagravio dieron como  resultado un alcalde humillado y huido, el ayuntamiento tomado y el cura, traído a hombros a la plaza,  convertido en oráculo. Para cerrar el círculo faltaba, al final, la intervención  del ex alcalde monárquico, gran propietario y rociero de pro José María Reales. “El mundo almonteño ha vuelto al orden natural; la pesadilla ha terminado” sentencia F. Espinosa. El azulejo de la imagen en su sitio. Los maestros a petición del vecindario volvieron a colocar los Crucifijos en las Escuelas…  el día 29 Jose Mª Reales, Acevedo y otros abren sus bodegas a la gente: vino gratis para todos.

Este tipo de conflictividad se incrementaba en las celebraciones de Semana Santa que se prestaban a ser empleadas en las campañas antirrepublicanas para activar la idea de persecución llevada a cabo por enemigos históricos de la Fe. Las procesiones se convirtieron en la ocasión de crear lazos comunitarios en torno a esta narrativa victimista y articular una comunidad emocional de individuos vinculados por los lazos de un sentimiento de ultraje a la religión.

Página del diario “Ahora” (26 de abril de 1932) donde se da cuenta de los incidentes producidos en Sevilla con motivo de la Semana Santa y el cartel del año anterior (1931) (montaje: blog La Luna del Henares)
 

Hubo una utilización política de las hermandades, a las que usaron como arma de conspiración contra la República (…) La derecha no dudó en instrumentalizar y rentabilizar políticamente el tema de la Semana Santa”, sobre todo en 1933, señalaba días atrás en Diario.es L. Álvarez Rey.

La conjunción de teologismo político, propaganda sobre la decadencia de la patria, y sufrimiento victimista, articularon parte de los elementos de la propaganda religiosa antirrepublicana.  Este dispositivo buscaba producir una “comunidad emocional” victimista. El teologismo político ponía los asuntos políticos en una posición de consideración por debajo de la religión. La soberanía de Dios era perpetua y no podía aceptar limitaciones, ni mucho menos sometimientos a marcos legislativos que no tuvieran como fundamento la moral religiosa.  Dios tenía que ser el “corpus morale et politicum” del estado y lo que contribuyera a impedirlo o limitarlo se consideraba un ataque a la religión. El patriotismo y la nación entendidos desde este punto de vista carecían de una dimensión mesiánica y prometeica, no eran estimuladores de una transformación radical para crear un futuro mejor,[2] eran todo lo contrario, respondían a una obligación defensiva entendida como el compromiso moral que el individuo adquiría con una esencia situada por encima de su vicisitud personal.

La República -como representación política del Mal- era explicada como resultado de un proceso histórico de desnaturalización y sometimiento a influencias ajenas y contrarias a la tradición de lo español. Para enfrentarse a ello era necesario activar el espíritu de lucha. La propaganda del victimismo sirvió para presentar las leyes secularizadoras como ataques contra la religión y no contra el poder político de las instituciones eclesiásticas. Así fue como se puso en circulación una motivación emocional con gran potencialidad para activar el compromiso católico en la lucha contra la república. Este discurso propagandístico de la persecución después será empleado durante la Guerra Civil.

Imagen: eldiario.es
 

Analicemos casos concretos. Las cofradías se negaron a sacar sus pasos en la Semana Santa sevillana de 1932. Las negociaciones entre ayuntamiento y cofrades para preparar las celebraciones terminaron en fracaso. La prensa conservadora hispalense alentó rumores, desde abril de 1931, de una posible prohibición de las procesiones. La alcaldía, el gobernador y la mayoría de grupos políticos de la ciudad desmintieron los rumores y garantizaron la celebración de la Semana Santa. El alcalde, consciente de la posibilidad de un boicot, se reunió con los hermanos mayores para tratar el asunto de la Semana Santa de 1932. El gobernador intento evitar el boicot visitando al cardenal Eustaquio Ilundain para pedirle intercesión con las cofradías, proposición que este rechazó. El cardenal fue más lejos y publicó una carta pastoral apoyando el boicot cofradiero.

La campaña electoral de finales de 1933 estuvo protagonizada por los debates sobre la continuidad de la Semana Santa. Las derechas repartieron octavillas con mensajes que incidían en una supuesta prohibición de las cofradías: « Por causa de laicos y masones no salen las cofradías. Votad contra laicos y masones, enemigos del bien espiritual y material de Sevilla» Esta instrumentación como mecanismo de propaganda antirepublicana se intensifico en Sevilla, un cartel propagandístico de las elecciones de 1933 llevaba el siguiente texto:”hace dos años que no salen las Cofradías Sevilllanas. Piensa en tu Cofradía, sevillano, antes de votar. Y piensa todo lo que tiene que cambiar antes de que puedan salir”[3]

En Castilla también se produjeron los mismos episodios. En Zamora las procesiones se celebraron en 1932 sin ningún problema de orden público, pero fueron suspendidas por decisión del propio obispo en 1933, la excusa fue el temor eclesiástico a que se produjeran altercados, ya que la festividad de Viernes Santo ese año coincidía con el 14 de abril. La izquierda se empeñó en evitar su suspensión sospechando que todo se debía a una maniobra obispal para asegurarse el voto femenino en las próximas elecciones. Lo cierto es que el gobierno había tomado la decisión de no hacer actos públicos de ninguna clase ese día para que la iglesia pudiera celebrar sin temor las tradicionales procesiones. Algunos cofrades que no participan en el boicot tienen la impresión de que todo obedece a una maniobra ante la proximidad de las elecciones y piensan que “no sería nada extraño oír en los mítines de propaganda que la república había llegado incluso a suprimir las procesiones de Semana Santa, y que ese gobierno en su afán sectario y de persecución religiosa, no había tolerado que los sentimientos católicos se manifestasen por las calles. El diario republicano provincial, La Mañana, hace campaña a favor de la celebración de la Semana Santa: “una comisión de cofrades que visita la redacción del periódico vino a visitarnos para felicitarnos por nuestra campaña a favor de que no se rompa la tradicional costumbre de la Semana Santa zamoran[4]

Semana Santa de 1932 en Zamora: Camino del Calvario, el llamado «Cinco de Copas», bajando por la calle San Torcuato (foto de la colección García Rubio)
 

En 1934, con la llegada al poder del gobierno de derechas, los boicots desaparecen y las procesiones empiezan a celebrarse sin ningún problema ese año y el siguiente. No había excusa en una República de derechas y de orden para no salir en procesión. En Málaga, en 1935, volvieron a hacerse procesiones. La Semana Santa granadina volvió a celebrarse en 1935, pero en 1936, las cofradías decidieron no salir por la victoria del Frente Popular. A partir de febrero de 1936 por primera vez la alcaldía de Sevilla recayó en un político de izquierda y El diario tradicionalista «La Unión» propuso retomar el boicot de años precedentes. Las cofradías onubenses suspendieron sus salidas desde 1932 hasta 1935, año en que se reanudaron. Sin embargo, a principios de 1936, la situación cambió con la subida al poder del gobierno del Frente Popular y decidieron no realizar la salida procesional de ese año.[5]

La Agrupación de las cofradías malagueñas optó por hacer una única procesión de Viernes Santo con todas las cofradías. Fue elegida la Santa Virgen de los Dolores. La prensa local señalaba así el efecto producido por la unidad de todos los cofrades:” cuando la procesión recorría las calles de Málaga, en las que la barbarie soviética imprimió su huella terrible, parecía cosa de milagro”[10]. El 21 de mayo de 1937, días antes de la celebración de la procesión del Corpus por las calles de Granada el Ayuntamiento decidió reanudar una “vieja costumbre interrumpida durante los años anteriores” [11]

La reactivación de estas ceremonias religiosas en los territorios controlados por los alzados sirvió durante la Guerra Civil- como acabamos de comprobar- para reforzar la propaganda que anteriormente había presentado a la República como un régimen hostil a la libre práctica de las costumbres religiosas, pero ahora la clave ya no era victimista, ahora la lectura se hacía en términos de triunfalismo belicista.



Jueves Santo de 1937 en Sevilla: salida de la hermandad de Monte-Sión con los pasos de la Hiniesta (foto: inriinformacion.com)
 
Notas
 

[1] MONTERO, Feliciano (2005-133-161): “Origen y evolución de la acción católica española” en :  DE LA CUEVA MERINO, Julio y LOPEZ VILLAVERDE, Angel, Clericalismo y asociacionismo católico en España: de la restauración a la transición .Ediciones de la Universidad de Castilla- La Mancha.  Chiaki WATANABE, Confesionalidad católica y militancia política: la asociación católica nacional de propagandistas y la juventud católica española (1923-1936), UNED, Madrid, 2003, pp. 25-95.

[2] El nacionalismo mesiánico portador del utopismo del Hombre Nuevo seria propio- según algunos autores- del nazismo y el stalinismo. El nacionalismo de la propaganda contrarrevolucionaria española seria expresión de una mirada vuelta al pasado, lo que R. Koselleck llama la postura resignada del”campo de la experiencia” opuesta a lo que el entendía como percepción utópica del futuro y denomina ”horizonte de expectativas”( Reinhart Koselleck: Champ d´ expérience” el “ horizon d¨ attente”: deux catégories historiques, en Le Futur passé. Contribution à la sémantique des temps historiques, Paris, École des Hautes Études en Sciences Sociales, 1990, pag 307-329

[3] ÁLVAREZ REY, Fernando (1993: 215-238): La Derecha en la II República. Sevilla, 1931-1936. Sevilla- Ayuntamiento de Sevilla.

[4] La Mañana. Diario Republicano, 29 y 30 de marzo de 1933.

[5] José Carlos Mancha Castro: La Semana Santa y la construcción simbólica del franquismo en Huelva, Universidad Internacional de Andalucía, 2020.

[7] César Rina Simón (2020: 69) “Cultura y ritos festivos. En torno a la legitimidad sacro popular de la dictadura Franquista” Zira Box y Cesar Rina Simón(eds.)  El franquismo en Caleidoscopio. Perspectivas y estudios interdisciplinares sobre la dictadura. Comares Historia. Granada.2020

[8] La Semana Santa’, Huelva Odiel de 10 de abril de 1938, p. 5.  Reproducido en MANCHA CASTRO, José Carlos. La Semana Santa y la recatolización de Huelva. Un acercamiento a la construcción simbólica del franquismo de posguerra. Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 17, pp. 413-452.

[9] Las circunstancias de esta práctica en las ciudades de Málaga, Sevilla y Huelva han sido respectivamente tratadas por: RICHARDS, Michael,” Presentando armas la Santísimo Sacramento: Guerra Civil y Semana Santa en la ciudad de Málaga.1936-1939, en España fragmentada. Historia Cultural y Guerra Civil española. Id y EALHAM, Chris(eds.), Granada, Comares, 2010,pags 253-286; MORENO NAVARRO, Isidoro, La Semana Santa en Sevilla: conformación, mixtificación y resignificaciones, Sevilla, ICAS,2006; MANCHA CASTRO, José Carlos,” La Semana Santa y la recatolización de Huelva. Un acercamiento a la construcción simbólica del franquismo de postguerra”, Pasado y Memoria, nº 17, 2008, pags 413-452.

[10] Richards, Michael (2010: 278) ”Presentando armas la Santísimo Sacramento: Guerra Civil y Semana Santa en la ciudad de Málaga.1936-1939, en España fragmentada. Historia Cultural y Guerra Civil española. Id y EALHAM, Chris(eds.), Granada, Comares, págs 253-28.

[11] Claudio HERNÁNDEZ BURGOS: “La forja de la nación de Franco : nacionalismo, catolicismo y violencia en la zona rebelde durante la Guerra Civil española (1936-1939)», en Rúbrica contemporánea,  Vol. 9, Nº. 17, 2020, págs. 79-97.

Fuente: versión ampliada del artículo publicado en Nueva Revolución, 7 de abril de 2023

Portada: La hermandad de la Estrella fue la única que desfiló en la Semana Santa de Sevilla en 1932 (foto: eldiario.es)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia


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