Tras nueve años de búsqueda infructuosa, la temible Brigada Político-Social se enteró de la identidad real del responsable de reconstruir el PCE gracias a una indiscreción del escritor
La extravagante ocurrencia de Fernando Sánchez Dragó de proponer al exdirigente comunista Ramón Tamames como candidato a la presidencia del Gobierno en una moción de censura apoyada por la extrema derecha cerró el círculo de una zigzagueante trayectoria política que el autor de Gárgoris y Habidis había iniciado 70 años antes con su militancia en el PCE. Su recorrido ideológico posterior fue inestable y vertiginoso como una pista de bobsleigh, pero en aquellos años más que duros de la dictadura franquista, Dragó ya dio muestras de saber afrontar cualquier tipo de curvas. Según Francisco Xavier Redondo Abal, investigador de la Universidad de Santiago, fue el escritor quien, de forma consciente o inconsciente, desveló a la policía franquista la verdadera identidad del responsable de reconstruir la resistencia comunista en España. Después de nueve años de perseguir inútilmente a un fantasma del que sólo sabían que se hacía llamar “Federico Sánchez”, la temible Brigada Político-Social que dirigía el no menos temible comisario Roberto Conesa se enteró de que su identidad real era la de Jorge Semprún Maura gracias a una indiscreción de Dragó.
En 1943, con apenas 20 años, Jorge Semprún Maura fue internado por los nazis en el campo de trabajo de Buchenwald. Una década después, con un falso pasaporte francés, se metía voluntariamente (aunque siguiendo las órdenes del partido) en otra boca del lobo: la España franquista. Su cometido era reconstruir la organización, y tantear las posibilidades de derrumbar un régimen fascista que las potencias occidentales vencedoras habían decidido salvaguardar en aras de los intereses de la Guerra Fría. Además de contactar con los rescoldos que quedaban de los ámbitos obreros, Semprún trabó relación con aquellos círculos culturales en los que se integraban otros jóvenes que, como él, procedían de familias de raíz conservadora.
Una década después de Buchenwald, Semprún se metía en otra boca del lobo: la España franquista
“Curioso caso, el suyo, de desdoblamiento vital. Cuando lo conocí, en el verano del 54, al arrimo de una horchatería del Retiro, se llamaba Federico Sánchez, y durante mucho tiempo, pese a la intensa relación que en los años del antifranquismo nos unió y, a la vez, nos separó, siguió sin ser Jorge Semprún”, escribía uno de aquellos contactados, Fernando Sánchez Dragó, en un especial que le dedicó El Mundo al escritor hispanofrancés en su fallecimiento, en 2011. “Aquel día, por su mediación y con su bendición, entré en el Partido Comunista. No tuvo que convencerme. Estaba ya convencido. Pero, si hubiese sido necesario, lo habría hecho, porque su poder de seducción era de los que no admiten réplica. De hecho, nos sedujo a todos: a Enrique Múgica, a Julián Marcos, a Javier Pradera, a Julio Diamante, a Emilio Sanz Hurtado, a Alberto Saoner, a Ramón Tamames, a Jaime Maestro, a Manolo Moya, a Ángel González, a Pepe Esteban, a Javier Muguerza. A ‘nosotros, los de entonces’”.
Según Redondo Abal, “gracias a los pasaportes falsificados con maestría por Domingo Malagón, y a su prudencia, astucia o un sexto sentido”, Semprún consiguió que, durante nueve años los hombres de Conesa únicamente persiguiesen un fantasma del que solo sabían que se hacía llamar “Federico”. En 1962, Semprún dejó de ser Federico y atravesó la frontera con Francia en sentido contrario. Dragó se enteró más tarde. “Fue a comienzos de los sesenta –en el 63, me parece– cuando dejó de existir Federico Sánchez y salió a escena Jorge Semprún. Mi sorpresa fue morrocotuda. Estaba yo desayunando en el mostrador de un café de Padua. Desplegué L'Unitá, leí en su primera página la noticia de que Carlos Barral, Gallimard, Einaudi y otros editores de prestigio habían concedido en Mallorca el premio Formentor a un tal Jorge Semprún, bajé los ojos, los posé sobre la foto que servía de soporte al titular y se me cayó la taza de café al suelo y el alma a los pies al comprobar que era Federico Sánchez, Agustín, mi amigo, mi enlace con el Partido y mi superior en él, quien había conseguido ese premio con una novela titulada El largo viaje”, recordaba Dragó en aquel especial de El Mundo.
Dragó fue detenido a su regreso de Italia, en septiembre de 1963. En uno de sus últimos libros, Galgo corredor: los años guerreros (1953-1964), (Editorial Planeta, 2020) asegura que en el registro de su casa se encontró un informe sobre la Alianza Democrática Popular Española, y gracias a ese documento “la Policía española se enteró de que el misterioso Federico Sánchez era el laureado escritor Jorge Semprún”. La policía se enteró de la auténtica identidad del misterioso “Federico”, pero no por el informe. Un Boletín de la Comisaría General de Información Social titulado Agitadores comunistas. Jorge Semprún Maura, fechado el 22 de junio de 1968, descubierto por Redondo, y publicado en el número 108 de Luzes (septiembre de 2022), reza [las mayúsculas y la puntuación son las originales]: “Hasta el mes de septiembre de 1963 no volvieron a tenerse noticias de AGUSTÍN o FEDERICO. Pero ello no se debió a nuevas actuaciones clandestinas, sino a unas manifestaciones de Fernando SÁNCHEZ DRAGÓ, al margen de diligencias que le eran instruidas por su participación en una organización denominada Alianza democrática Popular Española”. “SÁNCHEZ DRAGÓ, en conversación con los funcionarios que intervenían en el caso, hizo constar ‘que se había visto sorprendido extraordinariamente’ al comprobar que la fotografía de JORGE SEMPRÚN MAURA, que aparecía en un periódico comunista italiano, elogiándose por haber obtenido el Premio Formentor, correspondía a un amigo suyo que en los años 1956 y 57, llevaba la dirección del trabajo del Partido Comunista en Madrid, siendo conocido por el nombre de FEDERICO ARTIGAS”.
Boletín de la Comisaría General de Información Social en el que se afirma que fue Sánchez Dragó quien reveló la identidad de Semprún.
Semprún llevaba ya entonces un año fuera de España, a salvo, iniciando un periplo de brillo intelectual y de heterodoxia política. Pero la Brigada Político-Social probablemente pudo atar cabos a los que hasta entonces no les encontraba sentido. El sucesor de Semprún al frente de la organización interior del PCE, José Sandoval, cayó al año y medio. Dragó despedía así aquel obituario de hace doce años: “Que nos quiten, Jorge, lo bailado. A ti ya no te lo quitarán”. Ahora, a Fernando, tampoco.
Fuente → ctxt.es
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