El rey nos trata como a niños
El rey nos trata como a niños
Arturo del Villar
 

Trasladaron a nuestro señor el rey católico Felipe VI de Borbón a Ronda, para que leyese un discurso con motivo de la conmemoración de los 450 años de la creación de la Real Maestranza de Caballería, por orden del fanático y tiránico rey Felipe II de Austria. No ha habido un buen rey Felipe en toda la triste historia de España. La fundó para que se encargase de defender el misterio absurdo de la inmaculada concepción de la Virgen, que entonces todavía no era dogma y no se encuentra en ninguna página de la Biblia, por lo que no lo acepta ninguna confesión cristiana fuera de la secta catolicorromana. El actual rey Felipe es hermano mayor de la institución, así que está dispuesto a defender ese dogma a cañonazos contra quien ose discutirlo.

El acto se celebró en la plaza de toros, adonde habían llevado a todos los niños de la localidad, armados con banderitas nazionales de papel para que vitoreasen al monarca, quien estrechó las manos de los más afortunados que alcanzaron esa suerte. 

Es un delito, además de una indignidad, utilizar a los niños como multitud fervorosa para hacer creer a los reyes que gozan de la estimación de sus vasallos, conforme a lo dispuesto en la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y adolescencia frente a la violencia, y la Convención de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, ratificada por España en 1990: así se introduce en sus mentes sin consolidar la idea de que los reyes son sus señores naturales y les deben guardar respeto y admiración. Los responsables de esta abominación debieran ser procesados, si no se tratase de la Casa Irreal, detentadora de todos los privilegios del reino.

Resultó muy divertido el discurso que el escriba de turno preparó para que lo leyese nuestro señor el rey, aunque los niños presentes no pudieron apreciarlo, al no estar al tanto de la vida política en el reino. Parecía que nuestro señor el rey se dirigía también a unos niños ignorantes de la historia reciente de España. Solamente así podían estar dispuestos a tomar en serio unas consideraciones tan alejadas de la realidad social como las leídas con su desparpajo habitual por nuestro señor el rey, quien tal vez las crea por la circunstancia notoria de vivir aislado en una irreal burbuja borbónica protegida por sus fuerzas brutas policiales, sin conocer la opinión públicamente expresada por sus vasallos en las manifestaciones:

En nuestra España constitucional y democrática (sic) habéis sabido ver que la ascendencia y la historia comportan sobre todo obligación y compromiso, y que el privilegio únicamente puede entenderse como honor y como servicio a los demás. […] Requiere también ser un ejemplo a seguir en un momento en que son tan necesarios modelos y referencias éticas, esa exigente y digna forma de liderar.

El monarca que lo es por herencia biológica del designado sucesor a título de rey por el dictadorísimo genocida, declara que la España actual es democrática, aunque no hemos podido celebrar un referéndum para elegir la forma del Estado preferida por los españoles, como sí se ha hecho en las naciones salidas de una dictadura. Es rey por la gracia del dictadorísimo fascista instaurador de la monarquía del 18 de julio, por la fecha de su rebelión, como él mismo anunció en su día. Pese a ello, este privilegiado español sobre todos los demás que lo mantenemos desde su nacimiento con nuestros forzosos impuestos y nuestro forzado acatamiento, se atreve a afirmar que el privilegio debe entenderse como un servicio a los demás. Realmente él debiera ser nuestro servidor porque lo mantenemos con todos sus gastos pagados, pero sucede al revés de hecho, y si acaso a alguno se le ocurre tomarlo a broma le esperan la mazmorra y la multa económica, si no logra exiliarse a tiempo de evitarlas.

También es resaltable por su incongruencia que aplique al líder, en este caso él mismo como único amo y señor del reino por herencia biológica, ya que nadie lo ha elegido, ni tampoco a su indigno padre, la condición de ejemplo a seguir, cuando su familia es la única irreal del reino y resulta imposible imitarla por ningún vasallo. Además conviene no hacerlo, puesto que es una familia de delincuentes, como lo ha demostrado el tener imputado por la comisión de delitos económicos y extorsión al patriarca, propietario de una gran fortuna amasada fraudulentamente por su puesto dirigente, y a una hija y un yerno integrantes de una banda mafiosa. Esta familia borbónica ignora lo que es la ética y su aplicación. ¿Por qué la toleramos?


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