El callejero oculto del franquismo
El callejero oculto del franquismo
Pablo Martínez Corral

 

Una de las batallas de las asociaciones de la memoria democrática ha sido cambiar el callejero de aquellas personas implicadas en la represión y la dictadura franquista, sin duda, ha habido batallas importantes en el Estado y aquí en Asturias es paradigmático el caso de Oviedo, donde durante años se sostuvo una dura polémica sobre el cambio de nomenclatura de diversas calles que han tenido que ser respuestas con nombres asociados a la dictadura.

El asunto va más allá, no solo se trata de nombres relevantes o personalidades de primer orden dentro del franquismo, primeras espadas de la dictadura de las que sus nombres han quedado en la memoria colectiva y que son fácilmente reconocibles por la ciudanía. ¿Pero qué ocurre con aquellas figuras locales asociadas a la dictadura? Los alcaldes, funcionarios y personalidades que formaban parte del aparato del estado franquista han quedado en muchos casos impunes por el desconocimiento o la pasividad de las corporaciones locales actuales.

 

Este verano en el concejo de Castrillón, un municipio de la Comarca de Avilés, en Asturias, varias asociaciones, como FAMYR y ARMH pedían la retirada de una de las calles principales de la localidad de Salinas. La calle tomó a principios de los años 70 del siglo pasado el nombre de Luis Treillard, jefe de Falange de la localidad y posterior alcalde del concejo en los años del desarrollismo. La alcaldesa Yasmina Triguero de IU que gobierna actualmente en coalición con el PSOE y Podemos respondía que estudiarían el caso por si fuese necesario retirar el nombre, a pesar de que en varios artículos de la prensa local salían documentos reveladores de la participación de este hombre en la represión posterior a la guerra como miembro de la Falange Local que aparecen en documentos del propio archivo municipal y del archivo militar intermedio del Ferrol donde se probaba que Luis Treillard participaba con sus informes en la represión del concejo, dando avales o enviando acusaciones contra los presos republicanos.

Una de las víctimas fue de Julio García Bango, obrero de la fábrica de ácidos de la Real Compañía Asturiana de Minas de Arnao, al que acusaba de ser comunista y de difamar a las tropas "nacionales", así como de haber participado en diversos asesinatos de personas de derechas sin presentar ningún tipo de prueba, Julio García Bango fue torturado por la propia Falange, juzgado y fusilado en Gijón el 5 de mayo de 1938. Si esto no fuese suficiente para que la señora alcaldesa abriese ya un procedimiento para retirarle la calle, hace unos años en la prensa local también se publicaba un artículo titulado "Historia de una medalla" donde se relataba el viaje de este alcalde y de una delegación local que habían realizado al Pardo, residencia del dictador, en octubre de 1969 para entregarle una medalla al generalísimo que el propio Luis Treillard había concedido en un pleno municipal de 1968 por " la gran mejora para toda la región, pero con la especialísima particularidad de que todas sus instalaciones están ubicadas en el término municipal de Castrillón", solo había que leer la prensa y comprobar las actas del alcalde.

 

El caso de Luis Treillard no es único en la comarca. En Avilés las asociaciones de memoria llevan años batallando para el cambio de callejero. Y es que a pesar de que la ciudad fue pionera en retirar las calles dedicadas a las figuras más importantes del franquismo en plena transición, cinco alcaldes franquistas siguen manteniendo su posición de privilegio en la memoria de la ciudad. Fue el 19 de julio de 1978 cuando el gobierno del PSOE y el PCE retiraba en un pleno 32 nombres del callejero de la ciudad, hubo presiones, amenazas, pero aquella corporación se eliminó de un plumazo a toda la jerarquía golpista del 36. De estos cuatro alcaldes sin duda quien más resalta por estar ligado a la primera etapa y la más represiva de la dictadura en la ciudad fue José López Ocaña, médico y profesor de educación física en Avilés, fue desde diciembre de 1937 alcalde de Avilés y ya lo había sido durante la dictadura de Primo de Rivera. Durante su mandato se produjeron en Avilés persecuciones, asesinatos, juicios sumarísimos y depuraciones del personal municipal del ayuntamiento. Además, el alcalde no dudó en solicitar para las obras locales la utilización de mano de obra de presos que estaban en el campo de concentración de la Vidriera, uno de los campos de concentración más importantes del norte de España.

Su nombre está ligado también a la persecución del líder del PCE de la comarca, Emeterio García, quien junto a su hermano Quico fueron perseguidos y asesinados en una redada de las fuerzas del orden en la primavera del 38. El alcalde fue el encargado de hacerle la autopsia al dirigente comunista y su ayudante, también concejal de entonces, Román Suarez Puerta pasó años después a sucederle en el cargo. Éste último, para mas inri, tiene el honor de dar nombre al estadio de futbol del equipo Local.

La retirada de los nombres ya ha sido planteada en un pleno del año 2017 cuando a propuesta de Izquierda Unida se quería modificar los nombres de estos alcaldes y del estadio Román Suárez Puerta ,además del antiguo Rector de la Universidad de Oviedo, Sabino Álvarez Gendín. La propuesta fue desoída por el gobierno municipal del PSOE que argumentaba sobre la necesidad de establecer criterios rigurosos para evitar problemas como en otras ciudades.

Pero en esta batalla que ha llevado el movimiento memorialista en la comarca no sólo ha habido derrotas. En diciembre de 2020 se conseguía cambiar el nombre a uno de los colegios del municipio avilesino, el colegio llevaba el nombre de un maestro local que había sido un represor durante el franquismo, Apolinar García Hevia, que había delatado a sus compañeros republicanos y participado en los registros que la Falange llevó a cabo durante el año 1938 en la ciudad. Apolinar era una persona siniestra según recordaban sus exalumnos quienes lo recordaban con pistola y por dar palizas a los niños en la clase. También el gobierno local quitó los símbolos de Falange de la Cruz de los caídos erigida en el cementerio municipal desde principios de 1938.

 

Sin duda, resulta paradigmático que en ambos concejos gobernados por la izquierda, que en está legislatura ha aprobado una ley de memoria que en el segundo apartado del artículo 35 dice que "serán considerados elementos contrarios a la memoria democrática las referencias realizadas en topónimos, en el callejero o en las denominaciones de centros públicos, de la sublevación militar y de la Dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron la dictadura". En el caso de la alcaldesa de Castrillón no es la primera vez que hace un desprecio a las víctimas de la memoria, en el verano del 2016 la regidora quería seguir realizando un festival de música sobre un espacio de memoria a pesar de las protestas de los familiares o la apuesta por ubicar una perrera en unos terrenos donde podría localizarse una fosa común, afortunadamente ya desechada. En el caso de Avilés creo que prima el miedo a la opinión pública y al ruido de una derecha que suele defender sus espacios de memoria a capa y espada.

Un factor importante es el desconocimiento sobre las actuaciones de estos cuadros medios del franquismo, el aparato represor de la dictadura se sustentó en los mandos locales que ejercieron el terror y que gobierno a sus anchas y fueron la correa de trasmisión de la dictadura. Porque sin ellos el régimen no podría haber sobrevivido.

Pablo Martínez, participa en la querella argentina denunciando la desaparición de más de 400 desaparecidos en la Casa Pedregal de Avilés


Fuente → blogs.publico.es

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