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El asesinato de la anarquista María Otero González por la guardia civil rebelde, en Atochas (La Coruña), en 1937 / Tulio Riomesta
En
Julio de 1937, Galicia estaba sometida desde hacía casi un año bajo la
bota de la represión franquista. Las redes de resistencia formadas por
militantes de la FAI, trataban de reunificarse, resistir y combatir al
fascismo en colaboración con grupos Republicanos. En A Coruña la CNT
sumaba 15.000 afiliados, eran temidos por los rebeldes porque eran
numerosos, jóvenes, idealistas y organizados. Las casas refugio eran
viviendas particulares que las mujeres libertarias pusieron al servicio
de la causa antifranquista, dando acogida y cobijo a perseguidos por el
fascismo.
Estas casas traspasaron el ámbito asistencial para convertirse
en verdaderos centros de organización de la resistencia antifascista,
sirviendo de lugares de encuentro de las distintas formaciones políticas
en proceso de reorganización. Estos grupos estaban integrados
mayoritariamente por miembros de la FAI y la CNT, pero también incluían a
comunistas y militantes de otras familias políticas del laborismo y el
Republicanismo, que se oponían a los rebeldes golpistas.
Sobre las mujeres que mantenían estas casas recaía el peso de
la tarea de coordinación y comunicación entre los diferentes grupos,
dado el mayor grado de libertad que tenían para moverse por el espacio
público. Las casas refugio se convirtieron así en nodos de la red de
resistencia, a través de los cuales circulaba información, recursos
económicos e incluso armas utilizadas por los resistentes.
María Otero González tenía 33 años, era natural de Allariz
(Ourense), y era viuda de un fusilado por los franquistas en A Coruña.
La participación de la casa de María en la resistencia consistía en
servir de enlace con el anarquista griego Antonio Fournarakis (Antonio
Fernández “El Viejo”), para la reconstrucción de la FAI, y en acoger en
su vivienda de Atocha Alta a compañeros y compañeras perseguidos. En
esta casa había estado escondida Elisa Vázquez Rozas, hermana del
anarquista José Vázquez Rozas, detenida al inicio del levantamiento de
1936 y de nuevo detenida a consecuencia del proceso de la caída de la
casa de María Otero y condenada a la pena de veinte años de reclusión en
diciembre de 1937.
El desmantelamiento de la red clandestina de Anarquistas del
barrio obrero de Atochas-Monte Alto (A Coruña), fue un sangriento
episodio de la dictadura, un golpe de gracia a los intentos de
reorganización de los grupos Anarcosindicalistas. La madrugada del 9 al
10 de julio de 1937, un destacamento de guardias civiles reforzado con
soldados y falangistas irrumpieron en 2 viviendas de la zona de
Atochas-Monte Alto.
En este asalto María Otero fue directamente asesinada en su
casa de Atocha Alta por disparos de la guardia civil. La operación se
saldó con 9 muertos y 21 arrestados. Durante los 10 días siguientes se
elevaron la cifra de asesinados a 19, entre paseados y ejecutados
después de juicios sumarísimos, mientras otras 14 personas fueron
encarceladas.
En el momento de la caída de la casa de María Otero estaban refugiados en ella los anarquistas Fernando Caamaño Pérez, vendedor de periódicos, que resultó muerto; Carlos Míguez Pérez, peón de 25 años, muerto también; Jesús Rodríguez de Ares,
miembro de las Juventudes Libertarias, igualmente muerto; José
González, secretario de la federación local de la FAI coruñesa,
detenido, y su hermano Rogelio González, camarero miembro de las
Juventudes Libertarias, herido en la toma de la casa.
Referencias: Openedition Journals (Carmen Blanco). El País ( Xosé Manuel Pereiropaola Obelleiro). La Opinión A Coruña (Gemma Malvido). Praza.gal (Marcos Pérez Pena). El Salto Diario (Daniel Palleiro). Imagen: BastianaEditora
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