Andrés García Fernández, un corazón partido en dos por los neonazis en la Transición Sangrienta
Andrés García Fernández, un corazón partido en dos por los neonazis en la Transición Sangrienta / Angelo Nero

El autor material de la muerte de Andrés, José Luis Martínez Merino, era miembro del Frente de la Juventud, una escisión neofascista de Fuerza Nueva, y ya había sido detenido con anterioridad por el asalto a una sede del PCE.

Visitamos una vez más la hemeroteca del diario madrileño El País, para seguir el rastro de la sangre de aquella Transición “modélica y pacífica”, que nos quisieron vender como si realmente fuera una transición de la dictadura a la democracia, y no una suerte de vuelta de tuerca gatopardiana, de ese “cambiar todo para no cambiar nada”, pues no cambiaron los pilares del régimen los jueces, los militares, los policías, el jefe del estado sería el designado como sucesor por el dictador, los poderes económicos, que se habían lucrado con el trabajo esclavo y el expolio siguieron siendo los mismos, e incluso muchos de los políticos que habían medrado bajo el régimen franquista, como Adolfo Suárez y Manuel Fraga, ocuparon puestos prominentes al frente de la nueva democracia.

Nos acercamos en esta ocasión a una crónica firmada por el periodista José Manuel de las Heras, y fechada el primero de mayo de 1979, bajo el título: “Andrés García, asesinado el domingo, será enterrado esta tarde.” El artículo, que reproducimos a continuación es este:

Hoy, a las tres y media de la tarde, se procederá al sepelio del joven Andrés García Fernández, de dieciocho años, asesinado el domingo en la calle Goya por un grupo de jóvenes, uno de los cuales portaba un brazalete con la cruz gamada. El cortejo fúnebre partirá del local del PCE donde ha sido instalada la capilla ardiente, en la calle Abtao, número 23, y el entierro se realizará en el cementerio de San Isidro.”

La calle Goya, como señalaba el periodista Antonio Grimaldos “era considerada entonces zona nacional por la bandas ultraderechistas manejadas por el ministro del Interior Rodolfo Martín Villa y su gobernador civil en la capital, Juan José Rosón.” Martín Villa y Rosón, que unos años más tarde también ocuparía la cartera de Interior, eran dos acérrimos franquistas, con una hoja de servicios que rezumaba sangre. Martín Villa acabaría siendo imputado en la Querella Argentina, y la jueza Servini lo investigaría en la causa abierta por los crímenes del franquismo, amparándose en que los suyos eran delitos de lesa humanidad. La lista de los crímenes cometidos mientras el estaba al frente del Ministerio de Relaciones Sindicales y del Ministerio del Interior es alargada. Rosón, que venía de una familia que se había distinguido en la represión en Galicia, siempre será recordado por el Caso Almería. Solo 48 horas después del asesinato de Andrés García declaraba: “Sí, es cierto que durante los últimos días se han generado unas anormales relaciones de tipo político en esta ciudad. Creo, sin embargo, que la cota de violencia es normal en Madrid, globalmente considerada.”

Pero, volvamos al relato de El País: “Los amigos que lo acompañaban cuando sucedió la agresión aseguran que ésta «sólo puede explicarse como un acto vandálico por parte de los agresores, sin que en el origen del incidente existiera la más mínima implicación política». Los amigos del joven asesinado, Justo, José, Alberto y José Luis, ninguno de los cuales milita en partidos políticos, insisten en sus manifestaciones en que «las informaciones hasta ahora difundidas parece que intentan manipular los hechos y dar la impresión de que fue un enfrentamiento entre comunistas y nazis, para así justificar la agresión de los atacantes».

Esta información puesta en boca de los amigos de la víctima, sería rápidamente desbaratada, ya que la condición de ultraderechistas de los atacantes se demostró con la detención de los mismos: El autor material de la muerte de Andrés, José Luis Martínez Merino, era miembro del Frente de la Juventud, una escisión neofascista de Fuerza Nueva, y ya había sido detenido con anterioridad por el asalto a una sede del PCE.

«Serían las nueve y cuarto de la noche. Habíamos ido a ver la película “La cocina del infierno”, en el Carlos 111, y no “Siete días de enero”, en el Tívoli, como se ha dicho. Íbamos cinco. Nos conocemos de hace unos dos años, tenemos aficiones deportivas comunes. Al salir del cine, a la altura de la cafetería California 47, vimos a un grupo de unos diez o quince muchachos de nuestra edad. Uno de ellos llevaba en el brazo un brazalete con la cruz gamada. Parecía que estaban molestando a un viejo, posiblemente, por su aspecto, un borracho, aunque quizá no. Nosotros pasamos de largo. »

Uno de estos chicos precisa: «Yo volví la cabeza unos metros más adelante, vi que uno de aquéllos parecía amenazar al viejo con el puño, y vi también que nos observaban a nosotros. Un poco más adelante oímos como una carrera e inmediatamente vimos que nos atacaban con un puño metálico. Otro llevaba una cadena. Echamos a correr. Cuatro de nosotros nos reunimos de nuevo cerca de El Corte Inglés y vimos que faltaba Andrés. Desde una cabina llamamos a la policía y luego nos fuimos a casa de Andrés, en la calle de Menéndez Pelayo, número 36. Allí contamos a su padre lo que había pasado. Volvimos a llamar a la policía y nos dijeron que nuestro amigo había sido ingresado en el Francisco Franco con heridas graves y que un coche patrulla nos recogería para tomarnos declaración. Nos llevaron a la comisaría de Buenavista y allí nos enteramos de que había muerto. »

La vendedora de helados de la calle Goya esquina a Hermanos Miralles asegura que no fue allí donde mataron al chico, en contra de lo que han señalado algunas informaciones. El grupo de agresores alcanzó a Andrés en la manzana anterior, en Goya esquina a General Pardiñas. Allí, uno de los agresores le asestó dos puñaladas mortales. «Puede que hubiera un testigo excepcional, el pipero que está en esa esquina todos los domingos y festivos», han comentado algunas personas del barrio. Por su parte, un ordenanza del hotel Goya, desde la puerta, vio pasar corriendo a los agresores. «Yo conté cinco chavales, de unos dieciséis años, que iban corriendo hacia Alcalá. Dos mujeres, que debieron presenciar lo ocurrido, los perseguían. Otra mujer dijo que hacia abajo, en dirección a la Castellana, iban más

Los chavales que vio pasar el ordenanza, además del citado José Luis Martínez Merino, de 17 años, que le asestó dos puñaladas mortales al joven comunista, eran Federico Baudín Pichardo, también de 17 años, cómplice del asesinato al sujetar a Andrés mientras lo apuñalaban, y Claudio Alonso Becerro de Bengoa, de 17 años, y José María Vega Dosal, de 15 años. Estos dos últimos fueron exculpados de la agresión en el juicio posterior. Los dos primeros si fueron condenados por homicidio, con el atenuante de la minoría de edad, a ocho años de prisión.

La crónica de El País concluye de la siguiente forma:

Andrés García Fernández estudiaba tercero de BUP por las tardes y por las mañanas cumplía servicio militar voluntario en el Ejército del Aire. En principio, el Ejército del Aire se ofreció a instalar la capilla ardiente en el Hospital Militar de la calle de Arturo Soria. Ayer por la tarde, mientras una ambulancia militar y un coronel esperaban en el Instituto Anatómico Forense la orden para el traslado del cadáver, paralelamente se comunicó al PCE que el Ejército del Aire no podía instalar la capilla ardiente del muchacho. El PCE improvisó ésta en el local antes mencionado.

Según los amigos de Andrés, éste no solía hablar de su militancia comunista y en su comportamiento jamás habían advertido que fuese militante de partido. El mismo les informó de ello hacía unos meses.

Andrés marchó con sus padres, Andrés y Carmen, y su hermano menor, a Francia, en 1964, como consecuencia de haber cerrado la empresa en la que trabajaba el cabeza de familia, y regresaron hace dos años a España.

Por otra parte, este atentado ha sido condenado en comunicados expresos al efectos por el PCE, el PSUC, el PSOE, el MC, el PTE, la ORT, la Joven Guardia Roja, Unificación Comunista de España, CCOO y UGT. Los comunicados exigen el esclarecimiento de los hechos y la disolución de las bandas fascistas.


Fuente → nuevarevolucion.es

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