Francisco Javier Ansa, el penúltimo asesinado por el Batallón Vasco Español
Francisco Javier Ansa, el penúltimo asesinado por el Batallón Vasco Español / Angelo Nero
 

Ignacio Iturbide sólo cumpliría 10 años entre rejas, a pesar de que en el juicio quedara probado que él había sido el autor material de los asesinatos

Regreso a las hemerotecas a propósito de un artículo publicado por los compañeros de LQSomos, titulado “La modélica transición. Sangres de marzo 1976-1981”, en el que se hace una relación de las víctimas de esa Transición Sangrienta que los medios de (des)información masiva durante décadas nos han querido bautizar como modélica, e incluso, que ya es mucho blanquear, como pacífica. Bien lo señala la redacción de nuestro medio aliado, que coordina nuestro amigo Iñaki Alrui: “Para comprender bien el presente, es necesario conocer el contexto en el que se produjo la transición, y los límites que se impusieron a sangre y fuego. Porque esta transición, esta constitución, está teñida de sangre y no se fraguó en un clima de verdadera libertad.”

La negra lista de las víctimas de marzo comienza con los 5 obreros asesinados por la policía armada, el 3 de marzo de 1976, y continúa con las víctimas de la represión policial en las manifestaciones de protesta por los asesinatos: Juan Gabriel Rodrigo Knafo, asesinado el 6 de marzo en Tarragona, y Vicente Antón Ferrero, el día 8 de Marzo en Basauri.

El inventario de sangres de marzo de la pieza publicada por LQSomos, se cierra otro 3 de marzo, pero de 1981, cuando presidía el gobierno de UCD, Leopoldo Calvo-Sotelo, sobrino de José Calvo Sotelo, jefe del Bloque Nacional en 1936 que declaró sus simpatías por el fascismo en el parlamento. También es necesario señalar que entonces era ministro de interior, Juan José Rosón Pérez, que fue, entre otros cargos, secretario general del Sindicato Español Universitario (SEU), en la dictadura, y cuya familia estuvo destacada en la represión como habían destapado en un reportaje de Interviú, en 1978, titulado “Los Rosón, azote de Galicia”, los periodistas Eliseo Bayo y José Luis Morales.

Pues bien, vayamos a la hemeroteca, porque en ella encontramos esta noticia, datada el 4 de marzo de 1981, y firmada por Victorino Ruiz de Azua, en el diario madrileño EL PAÍS, bajo el título: “El Batallón Vasco Español reivindica el asesinato de un obrero de Andoaín”. El BVE era otra de las siglas bajo la que se ocultaba el terrorismo de estado, en una intrincada red de mercenarios, ultraderechistas y policías, que todavía no ha sido investigado en profundidad. En la Wikipedia se señala que el informe de la Oficina de Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco de 2010 “advierte que de los 74 actos terroristas atribuidos a estos grupos —que causaron 66 víctimas mortales— solo en 33 se abrieron diligencias judiciales, de los que solo 17 acabaron con una sentencia firme.” Esto tiene un nombre: Impunidad.

La noticia publicada en El PAÍS es la siguiente:

Francisco Javier Ansa, de 36 años, obrero metalúrgico, fue asesinado ayer por dos encapuchados que abrieron fuego contra él cuando esperaba el autobús para dirigirse a su trabajo, en las afueras de Andoaín (Guipúzcoa). Mediante llamadas telefónicas a medios informativos de Bilbao, una persona que dijo hablar en nombre del Batallón Vasco Español (BVE) reclamó la autoría del atentado para esta organización, que ya el viernes había disparado contra el propietario de un bar en Hernani, hiriéndole de gravedad.

En algunas esferas relacionadas con la izquierda vasca, pudo captarse ayer cierto optimismo sobre la posibilidad de esclarecimiento del asesinato de Ansa. Según la versión de tales fuentes, «alguien se ha pasado de la raya, inscribiendo los atentados de extrema derecha, de forma clara, en la estrategia provocadora y golpista a nivel de todo el Estado español». Esta circunstancia facilitaría una investigación a fondo de la cadena de agresiones ultraderechistas en la zona, para la que ya existen, al parecer, algunos datos de interés a disposición de las autoridades. Francisco Javier Ansa estaba soltero y era una persona de vida solitaria y retraída. De constitución enfermiza, sufría ataques nerviosos con alguna frecuencia, y se le consideraba apolítico, aunque un hermano suyo es teniente de alcalde del Ayuntamiento de Andoaín, elegido por el Partido Nacionalista Vasco. También era pariente, aunque más lejano, del joven de diecisiete años José Ramón Ansa, que apareció muerto con un tiro en la nuca el 6 de mayo de 1979.

El atentado de ayer fue perpetrado minutos antes de las ocho de la mañana. Francisco Javier Ansa había recorrido caminando los doscientos metros que separan el caserío Antxisu, donde residía con su familia, de la carretera Andoaín-Hernani. Allí se detuvo frente a la fábrica Kraft, a la espera de que llegara el autobús para trasladarse al taller de construcciones electromecánicas Fierro, donde, estaba empleado.

A la hora indicada, se detuvo ante Ansa un automóvil del que descendieron dos encapuchados, que hicieron cinco disparos de pistola. Dos proyectiles alcanzaron a la víctima en la cabeza, hiriéndole de muerte, mientras otros dos iban a estrellarse contra la carrocería de un automóvil aparcado muy cerca. Los agresores regresaron a su vehículo, en el que les esperaba al menos otra persona, y se dieron a la fuga. La Guardia Civil localizó más tarde cuatro casquillos de bala, del calibre 7,65.”

Los autores del asesinato no tardaron en ser identificados como Ladislao Zabala e Ignacio Iturbide, a los que se les señaló como autores de seis muertes más las de José Ramón Ansa, Tomás Alba, Felipe Sagarna, Miguel Arbelaiz, Luis Mari Elizondo y Joaquín Antimasbere.

Según las informaciones de Naiz, Ignacio Iturbide, Piti, “Trabajó como guardia jurado en Orbegozo de Hernani y también como policía municipal en Zornotza. Le iba la marcha. Confidencias, informaciones… y acción. En 1978, Iturbide fue condenado por haber incendiado la sede del PCE en Donostia y la del equipo de baloncesto Askatuak. Sus influencias le sacaron de prisión en cinco meses. Entonces se unió a Ladislado Zabala, cinco años más joven que él e hijo de quien fuera vicepresidente de la Diputación guipuzcoana en los años 60.”

Ladislao Zabala e Ignacio Iturbide cometieron su último crimen una semana después del golpe de estado protagonizado por Tejero, y eso determinó que fueran detenidos, juzgados y condenados a 231 años de cárcel cada uno, como autores de siete asesinatos consumados y otros dos frustrados . Ignacio Iturbide sólo cumpliría 10 años entre rejas, a pesar de que en el juicio quedara probado que él había sido el autor material de los asesinatos. Ladislao Zabala fundaría junto a Ricardo Sáenz de Ynestrillas Pérez, el grupo ultraderechista Patria Libre. Dos años después de su fallecimiento, en 2015 “Zabala fue homenajeado por el Hogar Social Ramiro Ledesma de Madrid (HSM), junto con La España en Marcha y una muchedumbre de ultraderechistas vinculados al franquismo, al falangismo y al carlismo,” según la información ofrecida por el períodico Diagonal.


Fuente → nuevarevolucion.es

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