La Primera República, olvido y recuerdo
La Primera República, olvido y recuerdo 
Ferran Pedret y Santos 
El gobierno de la Generalitat ha obviado por completo la conmemoración de los 150 años de la proclamación de la Primera República

En la agitación política y social de los años previos a la Revolución de 1868 -la Gloriosa- y en los voraginosos años posteriores, se produjo uno de los momentos de mayor influencia política catalana en el conjunto de España. Con el Pacto de Tortosa de 1869, el federalismo republicano aragonés, valenciano, balear y catalán se pronuncia por la república democrática federal y rechaza la separación del resto de España. Entre los impulsores encontramos a ilustres catalanes como Valentí Almirall y Anselm Clavé. Le siguieron, tomándolo de ejemplo, el pacto federal castellano, el galaico-asturiano y el vasco-navarro, y finalmente el pacto del conjunto del federalismo español, un acuerdo presidido por el insigne pensador y hombre político del federalismo, el catalán Francesc Pi i Margall.

La República no llegó de inmediato. La constitución liberal de 1869 establecía una monarquía parlamentaria para la que no fue fácil encontrar un monarca dispuesto. Tal era el cúmulo de problemas en el país. Amadeo de Saboya abdicó el día 11 de febrero de 1873.

Al conocer la abdicación, el gobierno no pudo resistir la presión de la calle y de las Cortes Generales. Otro republicano y catalán, Estanislau Figueras, impulsó la moción por la que las Corts se proclamaron en sesión permanente. Las cámaras, reunidas como Asamblea Nacional, proclamaron a la República con un amplio apoyo.

Catalunya aportó dos de los cuatro presidentes del poder ejecutivo que tuvo la Primera República: el propio Estanislau Figueras y Francesc Pi i Margall, que había sido también ministro de la Gobernación.

La primera experiencia republicana en España heredaba conflictos bélicos —la Guerra de los Diez Años en Cuba y la Tercera Guerra Carlista en la misma península— y una deplorable situación de crisis económica y social, agravada por el estallido de la Gran Depresión de 1873 • Había que sumar la permanente amenaza de los pronunciamientos militares, las insurrecciones cantonales, los conflictos con la Iglesia o con los monárquicos alfonsinos, por no hablar de los enfrentamientos entre los sectores unitarios y federales del republicanismo. Sin embargo último, el proyecto de constitución de 1873, que nunca llegó a entrar en vigor, establecía una república federal. El final abrupto de la república democrática, por el golpe de estado de Pavía y la dictadura republicana del general Serrano, allanaron el camino a la restauración borbónica tras el pronunciamiento militar de Sagunto, en 1874.

Preguntarse qué pudo ser del país, en otras circunstancias, no sirve sino como argumento para una ucronía, pero lo que sí sabemos es que la Primera República es un importante hito histórico. Un precedente emblemático de las luchas democráticas por constituir un estado republicano, democrático y social, laico y federal. Un ejemplo de la influencia política que puede tener Cataluña en la orientación política general de España. Una de las primeras ocasiones en las que la clase trabajadora, surgida de la industrialización del país, tiene un papel protagonista y sitúa la cuestión social como uno de los motores del proyecto del republicanismo.

La derecha ha asociado todos sus fantasmas a la idea de la república y del federalismo. Las han convertido en la encarnación del caos y la disgregación nacional. Una versión del red scare tan arraigada que el espantajo ha vuelto a pasear recientemente en boca de Ayuso, primero, y del resto del PP, después. La izquierda, a su vez, no ha terminado de saberse reconciliar con un periodo tan complejo y conflictivo.

Lo que no se puede hacer es dejarlo caer en lo más absoluto de los olvidos, porque la significación histórica de la Primera República es innegable, como lo es el papel que el republicanismo democrático y federal catalán tuvo.

Este año cumplirá 150 años de la proclamación de la Primera República. El Parlamento aprobó que se incorporara al calendario de conmemoraciones oficiales de la Generalidad de Cataluña para el año 2023. El gobierno de la Generalidad lo ha obviado completamente. Cuesta imaginar que haya sido porque la efeméride no le encaja en el relato sobre la historia del país que le resulta más cómodo o conveniente. Tal nivel de sectarismo sería asombroso.


Fuente → elpuntohoy.com 

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