Isabel Mesa Delgado, una mujer libre pese a todo
Isabel Mesa Delgado, una mujer libre pese a todo
Angelo Nero
«El anarquismo es un camino hermoso, pero muy accidentado. Pero hay que seguirlo y una vez que estás en él no puedes salir, te envuelve, te embriaga. El anarquismo es amor, libertad, igualdad, humanidad en todas las condiciones.»

 

Fue un 30 de diciembre de 1913, hace ahora ocho años de su centenario, que nació en la localidad andaluza de Ronda, Isabel Mesa Delgado, que también fue conocida como Carmen Delgado Palomares, el nombre que utilizó en la clandestinidad esta revolucionaria anarquista y resistente antifascista. Nació en el seno de una familia obrera con una fuerte tradición anarquista, como ella misma se enorgullecía al decir: «soy hija, nieta y biznieta de anarquistas». Su tío-abuelo fue José Mesa Leompart, que participó en la Comuna de París y fue uno de los pioneros de la introducción del marxismo en España.

A los once años trabajaba ya como costurera, y a los catorce, cuando su familia se trasladó a la localidad africana de Ceuta, se afilió al Sindicato de Actividades Diversas de la CNT, participando también en el Ateneo Libertario de la ciudad, como contaba la misma Isabel: “donde se enseñaba a leer y a escribir a los obreros; también música, pintura, esperanto, naturismo, se hacían asambleas, se hablaba de la Revolución y de las ideas. Era una juventud bonita de verdad. Lo primero que hicimos en el sindicato fue una biblioteca, los carpinteros hicieron una vitrina y cada persona llevó los libros que pudo. En mi casa había bastantes libros, que llevamos también. Entonces empezamos a escribir pidiendo más libros. Si los que recibíamos estaban repetidos los repartíamos ¡Hicimos allí una biblioteca, chula de verdad!, poníamos bancos de madera porque no teníamos sillas.” Con solo quince años se convirtió en la bibliotecaria del Ateneo Libertario.

La joven Isabel pronto destacó en la actividad sindical, participando en la creación del Gremio de la Aguja, y en la organización de las mujeres trabajadoras, confirmándose como una auténtica líder anarcosindicalista antes de los veinte años. Durante una huelga en la pesca de la almadraba, en la que la empresa utilizó la táctica de contratar a mujeres magrebís por la mitad del salario que le pagaba a las españolas, para boicotear la protesta, consiguió que se unieran también estas, en menos de veinticuatro horas, logrando mejores condiciones laborales para todas.

En 1934, tras la muerte de su padre, Isabel Mesa se trasladó a Tetuán, que entonces formaba parte del Protectorado español, uniéndose a la Juventud Libertaria, que operaba bajo el paraguas de una sociedad esperantista. Pero fue expulsada por sus actividades anarquistas y regresó a Ceuta, donde contactó con el germen de la revista Mujeres Libres, que fundaron Amparo Poch, Lucía Sánchez Saornil, y Mercedes Comaposada, y donde también escribieron Federica Montseny y Emma Goldman. Isabel también plasmó sobre el papel muchas de sus ideas sobre el feminismo, el sindicalismo y el anarquismo:

“El anarquismo es un camino hermoso, pero muy accidentado. Pero hay que seguirlo y una vez que estás en él no puedes salir, te envuelve, te embriaga. El anarquismo es amor, libertad, igualdad, humanidad en todas las condiciones. ¡Ni fronteras, ni color, ni raza, ni banderas! … En el anarquismo solo hay humanidad, sentimiento humano, esperanza para todos, lo máximo que se puede conseguir…”

Al triunfo de la sublevación militar fascista en Ceuta, el 16 de julio de 1936, le siguió una cruel represión de todos los republicanos, con detenciones, torturas y fusilamientos, e Isabel colaboró con la red solidaria que ayudó a muchos compañeros a huir hacia la península, utilizando barcos de pesca, hasta que ella misma, ante la grave amenaza para su vida que era permanecer allí, embarcó en uno de ellos, con doce camaradas, con destino a Marbella. Cuando esta ciudad cayó en manos de los franquistas, en 1937, se mudó a Valencia, donde realizó un curso de enfermería, para trabajar como enfermera en Valencia, primero, y después en Gandia.

Participó también en el congreso constituyente de la Federación Nacional de Mujeres Libres, de la que llegó a ser secretaria general de la agrupación valenciana, compartiendo militancia con Lucía Sánchez Saornil, Pura Pérez Benavente y Amelia Torres Maeso. Representado a Mujeres Libres estuvo en el Comité Nacional de la CNT y en el pleno de Solidaridad Internacional Antifascista que se celebró en 1938 en Valencia.

Con el desplome de la República, huyó a Alicante, el último refugio republicano, pero no pudo embarcar en los últimos buques que iban con destino a Argelia, y se marchó caminando hasta Almería. Desde allí se fue a Málaga, donde comenzó a trabajar en la edición clandestina del Faro de Málaga, en 1941. Pero la red de propaganda fue descubierta por la policía franquista, e Isabel Mesa, aunque eludió la detención, fue juzgada en rebeldía y condenada a muerte.

Pasó a la clandestinidad y cambió su nombre por el de Carmen Delgado Palomares, continuando sus actividades antifascistas, y en 1942, en Valencia, fundó, con otras compañeras, la Unión de Mujeres Democráticas, con el objetivo principal de ayudar a los presos republicanos y a sus familias. Junto a su compañera anarquista Angustias Lara Sánchez, montó un quiosco de periódicos, desde donde, en secreto, distribuían prensa anarquista. En 1956 fue detenida durante ocho días, y torturada en la comisaria de Samaniego, en Valencia, pero esto no consiguió que siguiese dedicándose a la propaganda anarquista.

Con la desaparición del dictador, colaboró en la creación de varios grupos libertarios en la ciudad de Valencia, como Libre Estudio, la Federación de Jubilados de la CNR, Radio Klara y el Libertario Ateneo Al Margen, además de militar en Dones Lliures y de formar parte de la Fundación Salvador Segui.

Su ciclo vital se completó el 25 de febrero de 2002, y en su funeral, tal como había pedido expresamente, su cuerpo fue envuelto en la bandera roja y negra del anarquismo y se cantó “A las barricadas”, el himno anarcosindicalista: “Negras tormentas agitan los aires / Nubes oscuras nos impiden ver / Aunque nos espere el dolor y la muerte / Contra el enemigo nos llama el deber.” Isabel Mesa dedicó toda su vida a ese deber de luchar contra el fascismo, aun cuando las nubes más oscuras presagiaban el futuro más negro. Es ahora nuestra obligación reivindicar su memoria.


Fuente → nuevarevolucion.es 

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