El choque con mayor proyección internacional de la Guerra Civil y una de las primeras batallas "modernas" de la contienda
Se conmemoran ahora 86 años del de la Batalla del Jarama, una de las de mayor importancia de la Guerra Civil por su valor estratégico y el número de bajas. Además de ese carácter cruento, con miles de víctimas, fueron tres semanas en los que la contienda alcanzó su mayor difusión y repercusiones internacionales. A comienzos de 1937, Madrid era una ciudad leal a la República. La capital se encontraba prácticamente rodeada por el ejército nacional, que estaba ansioso por cortar la carretera que unía la capital con Valencia. La batalla toma el nombre de las primeras operaciones con la conquista en poco más de cuatro días de la zona del río Jarama.
Del 6 y el 27 de febrero de 1937
Fracasada la tercera ofensiva franquista contra la carretera de La Coruña, el golpe militar fascista del 18 de julio de 1936 había fallado. Es por ello por lo que entre el 6 y el 27 de febrero de 1937, el ejército franquista lanzó una gran ofensiva en el sureste de Madrid, en la zona que ocupa el denominado valle del Jarama. El fracasado “Alzamiento nacional” se convierte ahora en una guerra.
La ciudad del “¡No pasarán!”
Con este escenario, ambos bandos pensaban que esta acción en el Jarama iba a decidir el éxito o el fracaso de la guerra que, entonces, puede darse por comenzada. El objetivo, Madrid, la ciudad del “¡No pasarán!”. Sus repercusiones nacionales e internacionales, bien por su conservación, o bien por su caída, eran fundamentales para cada bando. Esto es lo que hace en esencial el desenlace de la batalla del Jarama, la primera gran acción militar de la Guerra Civil. Una batalla en la que se utilizaron por primera vez carros de combate, aviones de bombardeos y artillería pesada, al mismo tiempo. Un ensayo para la II Guerra Mundial.
Los sublevados tenían un objetivo era muy claro: aislar Madrid, cercándolo y aislarlo de Valencia (sede de la República en ese momento), cortar sus comunicaciones y, finalmente, obligar a su rendición. Esa era, además, el único trayecto por el que llegaban refuerzos, avituallamiento, armas y munición. Para llevar este fin plan, el ejército franquista se vio obligado a intentar superar las defensas republicanas ancladas a orillas del río Jarama y atravesarlo usando los escasos puentes existentes. Como valor añadido, Franco contemplaba también el hecho de que si cerraba la carretera de Valencia, sus soldados también podrían talar los accesos a Barcelona y cercar Madrid. Paul Preston en su La guerra civil española. Reacción, revolución y venganza explica el estado de ánimo de los golpistas en este momento: “Animados por sus éxitos en el sur, los rebeldes reanudaron sus esfuerzos por tomar Madrid”.
La defensa republicana no solo consiguió retrasar los planes de Franco para cercar Madrid, sino que también atrasó el final de la guerra. El ejército republicano contó entre los combatientes con las Brigadas Internacionales, en concreto las brigadas XI, XII, XIV y XV, que combatieron entre el Jarama y Morata de Tajuña.
La toma del Pindoque, el cerro Pingarrón y la lucha en la Colina del Suicidio
Fueron tres semanas en los que ambos ejércitos “echaron toda la carne en el asador” con medios humanos, los más sofisticados elementos armamentísticos y recursos bélicos. Fueron enfrentamientos a pecho descubierto y de manera frontal. Constituyó el más grande combate acaecido hasta el momento en la guerra civil. Ello conllevó un importante número de bajas y pérdidas materiales en los dos frentes. Para la historia quedaron hitos como la toma del puente del Pindoque, la trágica ofensiva republicana para hacerse con el control del cerro Pingarrón o la feroz y sangrienta lucha en la Colina del Suicidio, entre otros.
La mayor parte de la batalla tuvo como escenario el término de Rivas-Vaciamadrid. Los escenarios en los que se desarrollaron estas acciones militares ocupaban los campos que rodean Rivas-Vaciamadrid, Morata de Tajuña, San Martín de la Vega y Ciempozuelos. También el mencionado cerro del Pingarrón y el de La Marañosa; valles como los del Manzanares, el Jarama y el Tajuña. Especialmente deseados fueron los de Pindoque y Arganda. Los mal llamados “nacionales” también incluyeron en su estrategia la toma de Arganda del Rey para cortar las comunicaciones hacia Valencia.
Balance, en tablas
El resultado final para muchos fue quedar en tablas, pero equilibrando su final hasta la finalización de la guerra civil. Los rebeldes de Franco, mantuvieron en su poder la zona ganada al otro lado del río pero tuvieron que echar marcha atrás al fracasar en el objetivo de cruzar el río sobre el puente de Arganda. En todo caso, continuaron manteniendo las fortificaciones en las posiciones ganadas durante toda la contienda.
Por el lado republicano, a pesar de perder algo de terreno, se logró parar la estrategia envolvente de los sublevados aunque el ejército se vio obligado a dejar una enorme fuerza en defensa de este espacio durante gran parte de la contienda. Este hecho determinaría la menor potencia republicana en otros escenarios de la guerra.
Se calcula que fueron más de 70.000 hombres los que entraron en combate en la totalidad de la Batalla del Jarama en distintas fases de la batalla. Hasta en 14 ocasiones cambiaron de poder determinadas posiciones.
“Cementerio de brigadistas” y la crueldad de los “moros de Franco”
En el número total de víctimas no se ponen de acuerdo los historiadores. Hay autores que mantienen entre 6.000 y 7.000 bajas en las fuerzas sublevadas, mientras que para el bando republicano estiman que fueron entre 9.000 y 10.000. De estas últimas, se calcula que 2.500 fueron brigadistas internacionales. Hay quien ha definido este episodio de la guerra civil como el “cementerio de brigadistas”. De la violencia atroz y salvaje contra los brigadistas, se recuerda la ejercida por los “moros de Franco”, integrantes del I Tabor de Tiradores de Ifni, marroquíes en su mayoría, cuando tras avanzar, con sigilo, mataron con sus navajas a los centinelas franceses del batallón André Marty, degollados mientras dormían al abrigo de la oscuridad.
Solo un dato, 400 voluntarios estadounidenses, británicos, polacos y franceses, dejaron sus cuerpos en las tierras del Valle del Jarama, tan solo en unas horas en la Colina del Suicidio y el Cerro Pingarrón.
Líster, Modesto, Burillo Rojo y Miaja
Protagonistas de este episodio fueron por el bando tricolor dirigentes militares como Enrique Líster, Modesto, Ricardo Burillo Stholle, Vicente Rojo y, muy especialmente, el general José Miaja, militar esencial en la defensa de Madrid, como Jefe de la Junta de Defensa.
Consecuencias
A la conclusión de la batalla, ambos ejércitos construyeron fortificaciones y obras de atrincheramiento. Los republicanos crearon posiciones defensivas tras el río Tajuña, para oponerse a una hipotética y futura ruptura del frente, por si se volviera a repetir una ofensiva rebelde. No estaban exentos de razón pues este hecho sucedió durante el mes de marzo de 1937. La carretera de Madrid-Valencia no pudo ser tomada por los franquistas, abortando de esa manera toda su estrategia, aunque sí quedó a tiro de artillería y ametralladora, siendo frecuentemente batida a la altura de Rivas, causa por la cual fue necesario desviar el tráfico.
Un conflicto internacionalizado
Se considera que la batalla del Jarama fue un ejemplo de internacionalización al ser una de las confrontaciones bélicas más "modernas" de la Guerra Civil española. Se libró en campo abierto, hubo una ingente concentración de armamento, jamás visto hasta el momento. Se produjo un discurrir permanente de grandes contingentes militares desde la fuerza aérea a la artillería pesada y de tanques. Se ha definido la batalla como el episodio que internacionalizó la contienda. A España llegaron combatientes y luchadores procedentes de todo el mundo desde voluntarios de las Brigadas Internacionales y asesores soviéticos por el bando republicano, hasta la Legión Cóndor alemana y los “moros” regulares por el sedicioso.
Fuente → elplural.com
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